Capítulo 9
Un grito muere en mi garganta.
La sangre fluye como un río. Me levanto cojeando. Oigo los gritos de
lejos, como velados. Todo es una pesadilla. De alguna forma soy
consciente de que Jake corre hacia mí y de que Ishtral, tras perder
al arquero, también viene en mi dirección. Subo la escalerilla. La
Reina está arrodillada, temblando. Rothian ha sido escoltada por una
parte de La Guardia a un lugar seguro. La sangre late en mi cabeza
como mil martillos destrozándome. Matándome. Corro todo lo que
puedo hacia el cuerpo frío de Pete. Es él quien se ha interpuesto
entre la flecha y Su Majestad. El resultado de tal acto ha sido una
maldita flecha clavada en su estómago. La hemorragia es demasiado
grande. Su cuerpo está atravesado por estertores de dolor. Tiene los
ojos desorbitados. Está aterrado. Tomo su cabeza entre mis brazos y
le acuno obsesivamente. Le susurro que no le pasará nada. Que todo
va a ir bien. No se si le miento a él o a mí misma.
-Lyx... - susurra Pete.
Yo por respuesta le abrazo más
fuerte queriendo retener su vida entre mis húmedos y agarrotados
dedos.
-Lyx... la nana que nos
cantaba mamá...
-¿Qui...Quieres que te la
cante?
-Por favor- su voz sonaba tan
débil que me rompía por dentro.
-Solo si me prometes que no
me vas a dejar sola, renacuajo- las lágrimas que marcaban mi cara
caían en su boca agrietada.
Sus extremidades estaban heladas
para concentrar más sangre en los órganos vitales. Su cuerpo
luchaba por vivir pero el peso de la vida es demasiado grande para el
pequeño cuerpo de mi hermano.
Me aprieta levemente el brazo.
Empiezo a cantar.
“Duerme mi amor, duerme mi
amor
pronto te bañará la luz del
sol.
Duerme pequeño, duerme pequeño
que la luna custodia tu sueño.
Duerme mi vida, duerme vida mía
que yo seguiré aquí cuando
despunte el día.”
Pete es un mentiroso. Me
prometió que si le cantaba, él viviría y, sin embargo, ni siquiera
ha oído los dos últimos versos.
Se me cae el mundo. Siento las
manos de Jake y de Ishtral intentando separarme de mi hermano y lucho
por evitarlo pero un estado de shock me anula.
Me levantan como si fuera una
muerta en vida. No siento nada. No pienso en nada. No quiero nada.
En mi cabeza solo fluye la
imagen del día en que nació Pete, cuando mi padre me llevó donde
estaba mi madre con el pequeño en los brazos. “Éste es Pete, Lyx.
Es tu hermano y vas a tener que cuidarlo muy bien, ¿me lo prometes?
- te lo prometo, mamá”
Lo siento mamá, no cumplí la
promesa. Adiós Pete.
Capítulo10
Han pasado dos meses desde
aquello. Durante ese tiempo, la Reina me alojó en Palacio y habilitó
una pequeña posada que llevaba años cerrada para que Jake y los
demás huérfanos pudieran resguardarse. No sé si aceptaron
abandonar nuestra preciada zona sur. Tampoco me importa. Lo que más
necesito es a Pete y es precisamente lo único que no puedo tener.
En el transcurso de esos días,
la princesa Rothian venía todos los días a mi alcoba y me leía
libros. Yo, mientras, escuchaba como ausente, con la mirada perdida
en el cielo. Ishtral no vino a verme. Jake quiso ver cómo estaba
pero pedí que no se acercara a mí.
Le odié. Odié a Jake por no
proteger a mi hermano, que es lo que debía hacer. Odié a Ishtral
por no atrapar al cerdo que lanzó la flecha. Detesté al arquero por
asesinar a Pete. Aborrecí a la Reina por no morir ella, que es quien
debería haberlo hecho. No obstante, y por encima de todo, me odié a
mí misma por detestar a los demás; sabía que a Pete no le gustaría
que me comportara así.
Ya ha llegado el mes de julio
con sus largos días y un calor que lo domina todo.
Se acabó el lamentarme. Me
levanto y me visto por primera vez en dos meses. Pienso atrapar a ese
arquero cueste lo que cueste y clavarle una flecha en su asqueroso y
putrefacto estómago.
Salgo de la habitación y camino
lentamente hacia el comedor, donde la Reina está desayunando junto a
la Princesa.
Abro la puerta de golpe,
sobresaltando a Ishtral que es quien custodia la seguridad de la
sala. Me mira apenado. Veo culpabilidad en sus ojos.
-Estoy bien, sé que no fue
tu culpa- le susurro al pasar a su lado pero no le miro a la cara.
-Lyx, querida...- comienza Su
Majestad.
-Ven, Lyx, desayuna a mi
lado- dice la princesa con su mejor sonrisa. Ella me ha brindado
durante estos dos meses una amistad que yo no estaba en condiciones
de agradecer. Ahora lo hago, gracias Rothian.
Desayuno en silencio, escuchando
la charla intrascendente de madre e hija. Siento la mirada de Ishtral
clavada en mi nuca. Acabamos el desayuno, que me resulta insípido.
-Bueno Lyx, ¿ qué tal
est...?
-Dime dónde puedo encontrar
al arquero- mi voz suena ronca cuando interrumpo a Rothian, que se
queda callada y desvía la mirada. Oigo que Ishtral da un paso hacia
delante.
-Majestad, por favor,
necesito respuestas: ¿quién era? ¿De dónde venía?
Silencio. Todos miran al suelo.
Siento una sensación de furia bullir en mi interior.
Me levanto golpeando la mesa.
-¡Maldita sea! ¿¡ Por qué
nadie quiere decirme nada!? Es frustrante. ¿Creéis que no podré
soportarlo?, ¿eso creéis? Pues estáis muy equivocados, estúpidos
Bobos Reales- al decir el sobrenombre con que se refería Pete a la
Guardia Real se me quiebra la voz. Me siento de nuevo, con las manos
tapando mis ojos hinchados de tanto llorar.
-La flecha que atravesó a tu
hermano llevaba el emblema de Pryon.
-¡Mamá!- reprocha Rothian
preocupada por mí.
-Calla hija, debe saber todo
lo que hemos descubierto.
Miro a Su Alteza y la princesa
toma mi mano para darme ánimos.
-Lyx -empieza la Reina-,
Arala ha vivido los últimos años sumida en un acuerdo de paz muy
frágil con el país que se encuentra justo debajo: Pryon. Tanto su
rey como yo sabemos que cualquier cosa podría provocar una guerra,
el problema es que estoy segura de que él la desea. La flecha que
iba dirigida a mí tenía el emblema de la familia real de Pryon,
además, el Sargento Blood , en su persecución tras el arquero, dijo
que vio en su mano la marca que todos los espías Pryoranos llevan.
Quieren que sepamos que han sido ellos, que contraataquemos y así
ellos tener la excusa perfecta para declararnos la guerra. En una
contienda así morirían miles de inocentes y créeme si te digo que
Arala tiene más posibilidades de perder. Su ejército es más
fuerte, sus espías mejor entrenados y sus armas, mucho más
mortíferas. Estoy discutiendo con mis consejeros qué hacer ahora,
qué paso dar.
-Iré a Pryon.
-¿¡Qué!? No, no puedes
Lyx, te matarán- la angustia era palpable en la voz de la dulce
Rothian.
-He dicho que iré a Pryon y
es lo que voy a hacer- me libero de las temblorosas manos de la
princesa y me levanto de golpe. Al girarme veo a Ishtral con la
mandíbula tensa y el puño cerrado con demasiada fuerza. Se está
conteniendo.
-Supuse que dirías eso,
pequeña Lyx. No me dejas otra opción. ¡Guardias, prendedla!
Una avalancha de soldados sale
de la nada y me reducen con facilidad a pesar de mis intentos de
huir, de las patadas al aire, de los puñetazos dirigidos a nadie en
concreto y de los mordiscos.
Una vez amordazada, fue Ishtral
quien cogió la cuerda para llevarme a una celda.
Caminando por el húmedo pasillo
que lleva al calabozo, le susurré algo que sé que le dolió puesto
que cerró con fuerza el puño y sus hombros perdieron la compostura
y firmeza que solían tener.
-¡Jamás te perdonaré,
sargento!
Eso le susurré, saboreando el
veneno que se escurría entre mis dientes y mi lengua.
Capítulo 11
Me sangran los nudillos de
golpear las paredes y los barrotes de la celda. Todos los días venía
la Reina a preguntarme si había cambiado de opinión sobre lo de ir
a Pryon. Mi respuesta siempre era la misma: una mirada de desdén.
Hoy, ya casi a finales de julio,
aparece ante mí Ishtral.
-¡Alabados sean los dioses!
¡Si es el magnífico y valeroso Sargento Blood!-comento irónicamente
mientras me acerco a los barrotes que me separan de él.
-Lyx, por favor...- dice
lentamente tomando mi mano a través de las rejas.
-No me toques. Te lo advierto
-jamás me he sentido tan furiosa, me sentía traicionada por él.
Había confiado en Ishtral como nunca lo había hecho en otra persona
y fue él mismo quien me arrastró a este agujero de podredumbre que
devora una parte de mí cada noche.
-Lyx, con la carita tan dulce
que tienes hay que ver el miedo que das.
La voz de Rothian llena el
pasillo. Se pone al lado de Ishtral que no deja de mirarme. Ella se
quita su velo de gasa azul dejando al aire sus preciosos bucles
castaños, sus ojos pardos y su nariz bañada por algunas pecas
azuladas. Sonríe.
-¿Que quieres, Princesa?
-digo con el tono de voz más neutro que pude.
-¿También estás enfadada
conmigo?
-Oh no, claro que no, me voy
a enfadar con los árboles porque son unos aburridos, nunca se
mueven. Contigo nunca, Princesa.
Ishtral sonríe un poco.
-¿Tú de qué te ríes, Bobo
Real?
Se le borra la sonrisa. Eso está
mejor.
-Lyx, ¿quieres dejar de
lanzar veneno por la boca y dejarme explicarte por qué estoy aquí?
Hago una reverencia patética
para invitarla a comenzar su perorata.
-Lyx, mamá no fue la única
que supuso que querrías ir a Pryon. Recuerda que he sido yo la que
ha estado a tu lado durante aquellos dos meses de lágrimas y
amargura. He llegado a conocerte lo suficiente como para saber que
tendrías la intención de vengar la muerte de su hermano.
-Brillante deducción, ¿has
acabado?
-No. Déjame seguir. Por eso,
cuando se lo comenté al Sargento Blood, él me dijo que te
acompañaría -miré a Ishtral y él sostuvo mi mirada hasta que
Rothian continuó-. Pasé noches en vela pensando en ti, en tu pobre
hermano, en mi madre y en Pryon. Sé que mamá acabará llevando al
país a la guerra como sé que yo puedo evitarlo. He decidido que iré
contigo a Pryon. Voy a hablar con la familia real pryorana para
llegar a algún tipo de acuerdo de paz.
-¿Hablas en serio, Rothian?
-me asombra la determinación de la joven que solía parecer tan
frágil como una muñeca de cristal.
-Sí. Aún así sé que mi
madre jamás me permitiría llevar a cabo esta empresa porque piensa
que sigo siendo la niña pequeña que se tropezaba con los bordes del
vestido. He pensado en huir esta noche. El sargento Blood hará el
turno de guardia de tu celda a eso de las once y media de la noche.
Te sacará y nos reuniremos en el bosquecillo que mi madre usa como
coto de caza, a las afueras de Arala. Allí he enterrado cuatro
mochilas para bajar a Pryon. ¿Estás conforme?
-¿Cuatro mochilas?
-Tu amigo, el que me odia,
también viene -menciona Ishtral notablemente molesto por la
presencia de Jake en el plan.
-De acuerdo, gracias Rothian.
-Gracias a ti, Lyx. Tu valor
me ha hecho abrir los ojos. Es hora de comportarme como una verdadera
princesa y salir de esta jaula de oro.
Dicho ésto se va. Ishtral se
dispone a seguir sus pasos cuando agarro una de sus mangas.
-Siento todo lo que te he
dicho y más te vale que aceptes mis disculpas a la primera porque me
cuesta mucho pedir perdón y ten por seguro que no voy a repetirlo.
Además, no todo ha sido mi culpa, tú me provocaste,¿quién te
mandaba traerme atada y a rastras a este agujero?
Él dibuja una media sonrisa,
toma mi mano derecha y la besa.
-Disculpas aceptadas.
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