Capítulo 27
Kitz nos despierta a todos
golpeando un cazo con una cuchara de madera y gritando. Ya ha
recuperado su carácter jovial a pesar de que durante nuestra charla
de anoche, fue como si los años le devoraran y no pudiera con su
propio cuerpo.
Nos sirve algo caliente para
intentar levantarnos el ánimo. Queremos continuar nuestro camino
pero nos cuesta hacerlo dejando atrás a Rothian. Mientras Jake
recoge las pocas pertenencias que traíamos, Ishtral habla con Kitz y
le agradece su ayuda y hospitalidad. Yo, por mi parte, abrazo a mi
amiga, no ha sido mucho el tiempo que hemos pasado juntas pero se ha
ganado poco a poco mi total confianza y, si soy sincera, me siento
culpable por su actual estado. Su piel antes brillante ahora, entre
las vendas, se ve rota, amoratada.
-Rothian, lo siento.
-¿Qué sientes?
Tomo sus manos y acaricio una
banda de piel que no está cubierta por las gasas. Ella lo entiende.
Toma mi barbilla y la alza haciendo que la mire a los ojos.
-No fue tu culpa, además
-dice bajando mucho la voz y sonriendo-, así quizá Jake deje de
mirarme, a veces me pone incómoda.
Me quedo unos instantes
sorprendida por su respuesta y rompo en una carcajada. Nos abrazamos.
La voy a echar de menos pero sé que pronto nos veremos de nuevo.
Guardamos algunos alimentos que
nos ha dado Kitz en unas pequeñas mochilas de cuero marrón y nos
despedimos en la puerta.
Nuestro pequeño amigo da un
largo silbido y una horda atronadora de ratas empieza a llegar de los
recovecos existentes en la explanada que hay frente a la casa.
Rothian da un pequeño grito y, nerviosa, toca su malherido cuerpo.
Los demás nos ponemos en tensión, preparados para atacar pero
cuando los roedores llegan junto a nosotros, a medio metro de mis
pies se paran. Todas y cada una de ellas nos miran fijamente con sus
pequeños ojos rojo rubí.
-Tranquilos, les he dicho a
mis preciosas ratitas que os acompañen hasta que salgáis del
pantano... para evitar posibles estrangulamientos por parte de
vuestras amigas las lianas.
Jake es el primero en adentrarse
en ese océano de patas y dientes afilados, seguido por Ishtral. Los
animales le van abriendo paso. Rothian entra en la casa. Me giro para
despedir a Kitz y articula unas palabras con su boca: “aprende a
controlarlo”. Asiento y sigo a mis amigos. Debería domar a la
fiera sanguinaria que late en mí, que tiene hambre y que disfruta
matando; el problema es que no sé si quiero hacerlo. Un relámpago
anaranjado cruza mis ojos al pensar en el monstruo en el que puedo
convertirme. Vuelvo a oír la risa de la anciana como un eco lejano y
sonrío.
Capítulo 28
La noche anterior a la
partida de Lyx y los demás de casa de Kitz.
Una sombra de ojos púrpura cae
envuelto por la niebla en el bosque. Shadow va a empezar la misión
que le ha sido encomendada: encontrar a la princesa viva, los demás
son prescindibles. Da vueltas un rato buscando huellas, pertenencias,
algún tipo de rastro dejado por la princesa. A pesar de que esta
tarea le roba un par de horas, al final encuentra, tras unos
arbustos, la tierra removida y parece que no hace mucho de eso, puede
que unos cinco o seis días. El espía aralio se quita sus guantes
negros como la noche dejando a la vista una piel fina y blanca como
la luna. Araña la tierra hasta que roza algo: una mochila voladora
de Arala. Según lo que dijo la Reina, aparte de la princesa, le
acompañaban otras dos personas, una presa y el sargento Blood. Nunca
le ha caído bien ese tipo. Demasiado altivo y perfecto. Shadow
disfruta al pensar en que ese pedante por fin ha cometido un error
imperdonable. Se levanta buscando más espacio donde la tierra delate
otro agujero. Los encuentra pero algo no le cuadra: según la Reina,
con la princesa Rothian viajan otras dos personas, ¿Por qué hay
cuatro mochilas? Eso significa que hay alguien más. Ahora mismo se
siente como un cazador olfateando a su presa, que desconoce su fatal
destino. Siente una leve excitación y se adentra en el bosque
silbando una canción espeluznante.
Capítulo 29
Subimos por esa empinada
chimenea que conecta el hogar de Kitz con la superficie. Al salir,
una bocanada de aire húmedo y frío nos da un puñetazo en la cara
ahogando nuestros pulmones. Las ratas nos rodean evitando que las
lianas se nos acerquen. Veo a las plantas deslizarse por entre el
barro y las rocas, esperando la oportunidad para darse el banquete
que se les escapó la última vez. Pululando como insectos, siseando
como serpientes. Da escalofríos.
Caminamos casi durante un día
por un pantano enorme en este bosque que empiezo a creer
interminable. Al fin, cuando vuelve a caer la noche, el fango
comienza a ser menos espeso, los árboles vuelven a tener hojas y el
aire es menos húmedo. Las ratas se paran en seco y comienzan a
retroceder. Señal inequívoca de que hemos llegado a los límites de
aquel lúgubre lodazal.
Paramos en un pequeño claro
atravesado por un riachuelo. Nos lanzamos a la pequeña corriente de
agua para lavarnos la cara, beber agua y rellenar las cantimploras.
Jake se quita la camiseta y me
acerco con él junto al agua para lavar sus heridas y colocarle otras
vendas limpias que me había dado Kitz. Mientras, Ishtral saca de su
mochila el mapa que vimos en casa del pequeño hombrecillo.
Mi amigo aprieta los labios
debido al escozor que le causa el agua corriendo por su piel
magullada.
-Perdona, ¿te duele mucho?
Me mira con una sonrisa débil y
niega con la cabeza. Sigo lavando su torso musculado, esculpido por
años y años viviendo en la calles. Soy consciente de que me mira
fijamente.
-¿En qué piensas, Lyx? Te
noto más seria de la cuenta desde hace un par de días.
Ishtral levanta la vista del
mapa para escuchar la conversación que mantenemos Jake y yo.
-¿Te parece poco lo que nos
ha pasado? Debería de haber venido sola, así Rothian no estaría
desfigurada, tú no estarías marcado por cientos de mordiscos y el
sargento no hubiera estado a punto de morir asfixiado por esas
lianas...
-No es tu culpa Lyx. No me
obligaste a venir.
-Lo sé pero...
Me atrae hacia sí y me abraza
dulcemente, entierro mi cabeza en su cuello dejando que me
tranquilice. A pesar de lo sucedido los últimos días él sigue
siendo el único al que dejo ver mi lado más vulnerable. Ishtral,
sin cambiar la expresión, vuelve a bajar la cabeza hacia el plano.
-Estamos cerca de un pueblo
llamado Dasian. Por lo visto, este bosque es conocido como el Bosque
Muerto y esa población es fronteriza. Calculo que solo nos falta
algo más de un día. Podemos quedarnos aquí esta noche o seguir
andando y llegar antes. ¿Qué queréis hacer?
Jake me mira, me separo de él y
digo que seguiremos andando, ya hemos estado demasiado tiempo parados
en casa de Kitz. Recogemos y nos dirigimos hacia Dasian.
En ese momento en una posada
de Dasian.
-¿Cuál es su nombre, señor?
-Me llamo Flair. Me gustaría
hospedarme aquí.
-¿Cuánto tiempo tiene
intención de quedarse, señor?
-No estoy muy seguro, estoy
esperando a unos amigos.
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