como
cada mañana.
El
olor amargo del café
inunda
mi cocina fría y gris.
El
fuego arde por inercia
y
ni las cenizas lloran al morir.
Como
cada mañana.
La
música suena lejana
en
alguna ventana a color,
asustada
de aventurarse en mi hogar
insípido,
desalmado,
lleno
de rutinas pasadas de moda, posos de café, jazz a destiempo y libros
usados.
Como
cada mañana.
Un
mechón de pelo se desmadeja,
la
boca sabe a arena y cristal,
los
ojos opacos, hastiados.
¿Y
qué?
¿Algo
que añadir?
El
mundo gira mientras mi corazón se vuelve granito.
¿y
qué?
El
aire huele a sal,
el
agua se seca en mi garganta.
¿Y
qué?
Sale
el sol, pálido, con ojeras;
como
cada mañana.