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martes, 2 de octubre de 2018

Lo que haría

¿Qué harías si lo supieses?
¿Qué expresión adoptarías si conocieses la verdad?
Si supieses que me rindo al recuerdo de tu ojos,
y las sábanas son un patético sustituto de tus brazos
los cuales solo puedo imaginar pues no es a mí a quien sostienen.
Estúpida y borracha de un amor que jamás debió nacer
me deshago en manos ajenas, en manos que no me importan.
En manos a las que no importo en absoluto.
Juego a ser amante de papel.
A encarcelar a mi corazón y a sonreírte como si no muriese por dentro.
Las historias de enamorados que superan el tiempo y las guerras,
el odio y las tormentas,
son utopías para ingenuos.
Yo también las creía, confiaba ciegamente como un niño cree en la magia.
Pero como un niño crece y se desengaña,
yo me dejé sorprender por unos sentimientos que ni siquiera sabía que albergaba.
Ahora me asfixio en un laberinto del que no sé salir,
del que no sé si quiero salir.
Lo que haría por que me mirases de una vez a los ojos.
Por que me mirases cuando te observo, cuando hablamos.
Lo que daría por que supieses que mis labios se agrietan lastimeros ansiando tu tacto.
Ojalá te dieses cuenta de que camino por la cuerda floja,
emparedando mi corazón,
acallando lamentos que me arañan la garganta hasta que no me sale la voz.
Podría venderme al mejor postor, al mejor amor de usar y tirar,
al mejor cigarro consumido o café trasnochado.
Al mejor poeta cruel, al mejor artista huérfano de calor.
Me muero de frío entre miles de brazos, arropada por la piel de otro.
Me congelo en el aliento de alguien que no recordaré mañana.
Y te pienso.
Y te extraño.
Y tú ni siquiera lo sabes.
Ni puedes saberlo, no, no puedes.
No puedes porque soy una cobarde que se ahoga en lágrimas y vino blanco.
No puedes porque me aterra perderte. Me da pánico que me des la espalda.
No puedes porque no puedo.
Lo que haría por un solo baile en el que me cantes al oído como a ella.
Lo que daría por un beso robado bajo las estrellas, o junto al océano en calma, o, que sé yo, en cualquier calle con nombre de poeta, porque daría igual el lugar si estás tú.
Ofrecería mi alma al diablo, como hizo Dorian Grey, por tener el valor de enfrentarte y enfrentarme.
Quiero y no quiero olvidarte.
Quiero y no quiero quererte.
Te detesto y te necesito.
Te adoro y te alejo de mí para luego buscarte con mi orgullo hecho trizas en una cama ajena.
Idiota y desesperada, idiota y, por desgracia, enamorada.
Lo que haría por dejarte leer este poema antes de dejarlo arder;
antes de que las palabras se conviertan en ceniza.
Ya sabes, antes de que todo este valor de poca monta se vuelva el villano de mi historia y se me ancle al tórax.
Lo que haría por dar el paso a tus labios en vez de acunarme en la quietud de mis trincheras.
Si supieses todo esto, todo lo que yo daría...
Tú...
¿Qué harías?



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