Capítulo 24
Jake e Ishtral se enzarzan en
una pelea sin sentido. Una tormenta de patadas, puñetazos, insultos.
Jake recibe más que da puesto que Ishtral, al ser soldado, sabe
pelear. Yo les grito que paren, que es una tontería. Me estoy
cansando de la rivalidad y hostilidad existente entre ellos dos.
Caen al suelo e Ishtral se
coloca sobre Jake propinándole un puñetazo que le hace escupir
sangre. Luego cambian las tornas porque, a pesar de que el sargento
Blood pelea mejor, mi amigo tiene más fuerza. Ahora es Jake quien
asesta un codazo en la boca del estómago de su rival. Dejo de gritar
y me quedo embobada mirando los charcos de ese líquido rojizo que
desprende un olor metálico. En mi cabeza oigo la risa estridente de
la anciana que se convierte en araña. Mi herida se agranda unos
milímetros, caigo de rodillas y me llevo la mano al cuello. Ellos no
se dan cuenta de nada y yo me siento cada vez menos dueña de mí
misma. Hay un impulso animal que me incita a entrar en esa pelea. A
propinarles a los dos un buen rodillazo. A hacerles sangrar. Mis ojos
empiezan a tornarse anaranjados y una sonrisa perturbadora nace en
mis labios. Una parte de mí está asustada por las ganas que tengo
de matar en ese momento a los dos rivales. La otra está disfrutando.
¿Qué me pasa?
Con una mano apretando los
arañazos que marcan mi cuello y clavícula me levanto lentamente.
Justo cuando voy a dar el primer paso hacia ellos, llega Kitz tan
rápido que ni lo veo, se mete entre ellos y, de un solo movimiento,
los lanza a los dos por los aires. No sé cómo lo ha hecho. En
cuanto cesa la pelea, ese instinto asesino desaparece y la risa de la
anciana, se desvanece. Caigo al suelo, sudando y agotada. Aterrada.
Kitz me mira de reojo aunque
pronto centra su atención en los dos hombres.
-Yo que vosotros no
malgastaría energía peleando, la vais a necesitar para salir de
este bosque y sobrevivir en Pryon.
Lo único que recibe por
respuesta es un gruñido de Jake y el silencio de Ishtral.
Ambos tienen las camisas
manchadas de sangre y sudor. Al sargento le sangra la nariz y a mi
amigo, el labio, creo que lo tiene partido.
Los dos entran en la casa,
llenos de moratones y sin mirarse, para curar sus heridas. Cuando yo
voy a encaminarme hacia la casa, oigo a Kitz a mi espalda.
-¿Y cómo estás tú,
querida? -un destello perspicaz cruza su mirada. Me giro sobresaltada
y le contesto dubitativa, aún temblando por el episodio vivido.
-Yo... esto, bien. Yo no he
peleado. Estoy bien.
-No has atacado, pero
querías, ¿no es así?
Abro bastante los ojos por la
sorpresa de que aquel hombrecillo supiera lo que había sentido.
-¿Cómo lo...?
-¿Cómo lo sé? No es la
primera vez que veo unos arañazos como los que surcan tu cuello y
clavícula.
Me llevo la mano a las heridas,
a la defensiva.
-Me caí y me clavé una
valla metálica. Se me ha infectado.
-He sido yo quien ha curado
las contusiones que te hicieron las lianas y he visto las marcas. Es
inútil mentirme, querida, soy muy viejo y tengo demasiada
experiencia.
Me giro decidida a entrar en la
casa. No quiero oír nada más. Quizá por miedo a descubrir qué me
pasa. No he acabado de dar el primer paso cuando una especie de
sombra negra, una imagen sin determinar pasa a mi lado y se pone
frente a mí. Cuando para veo que es Kitz. ¿Cómo se ha movido tan
rápido?, ¿tanto que ni lo he visto?
-¿Cómo has...?
Kitz sonríe amargamente y se
levanta la gruesa tela que le sirve de camiseta dejando a la vista
tres enormes marcas que cruzan su abdomen. Tres arañazos negros que
parecen tener vida propia. Tres heridas como las que están grabadas
en mi cuello.
-Te he dicho que no es la
primera vez que veo esos arañazos.
Se gira y con una velocidad
sobrehumana llega a la puerta. Ha sido más rápido que un simple
parpadeo. Increíble.
Capítulo 25
Una vez dentro, Rothian está
envuelta en vendas y muy seria. Ishtral y Jake, están sentados,
dándose la espalda y Kitz me mira fijamente cuando entro. Sabe que
quiero preguntarle varias cosas y me hace un gesto con la mano para
indicarme que ahora no, que espere.
Nuestro anfitrión saca un
pedazo de tela envejecida: un mapa de Pryon. Con él nos indica a los
cuatro el camino que debemos seguir hasta llegar a la capital de
Pryon llamada así: La Capital.
Tras ésto, decidimos que
pasaremos la noche en casa de Kitz pero que, a la mañana siguiente,
al amanecer, reemprenderemos la marcha.
Mientras el sargento se queda
haciendo compañía a la convaleciente princesa y Kitz va a preparar
algo para comer, Jake me llama para hablar a solas. Salimos de la
casa.
-¿Qué quieres, Jake? -digo
cortante.
-Estás enfadada, lo suponía.
-No, no lo estoy, estoy muy
feliz, ¿no me ves? -imprimo sarcasmo a mis palabras poniendo una
sonrisa exageradamente amplia.
-Yo... lo siento, no sé que
me ha pasado. Bueno, sí que lo sé. Es ese sargento. No lo soporto.
-Jake, ¿no puedes intentar
llevarte mejor con él? No sabemos cuánto tiempo vamos a estar aquí
ni a qué nos enfrentamos. No te conviene tener más enemigos de los
que ya vas a tener.
-¿Qué te pasa Lyx? Cuando
estás con él no pareces tú. No eres tan distante. ¿Acaso tú y
él...?
-Jake, te lo digo porque te
quiero, deja de hacer suposiciones sin sentido y céntrate.
-Ojalá eso fuera verdad.
-¿El qué?
-Que me quieres.
Cuando dice ésto, me coge de la
cintura y me besa agarrándome las manos para evitar cualquier tipo
de resistencia. Siento su lengua pasear en mi boca y he de reconocer
que no me gusta nada. Él es mi amigo y no puedo evitar que ese tipo
de comportamiento me decepcione. Cuando separa su boca de la mía
cierra un poco los ojos esperando una bofetada por mi parte pero no
hago nada. Me quedo mirándolo, con los labios húmedos, mis manos
aún apresadas por las suyas y una expresión que lo dice todo: no he
sentido absolutamente nada.
Jake me mira fijamente.
-Lo siento. Necesitaba
hacerlo.
-Lo sé.
Lo que ni él ni yo sabemos es
que Ishtral nos ha estado observando todo el rato desde una ventana.
Entramos juntos en la casa y
decidimos fingir que nada ha pasado, no queremos que los demás lo
sepan. Al entrar, oigo la voz de Rothian hablando con Kitz. No
entiendo lo que dicen.
Por otro lado, Ishtral está
mirándome y, a la luz de las velas que adornan toda la sala, sus
ojos de oro casi deslumbran. Jake lo mira con una expresión que es
una mezcla de odio y envidia.
Mi amigo entra en la cocina y se
queda hablando con Rothian. Kitz corretea por la casa buscando unas
especias que le hacen falta y que no recuerda dónde ha puesto. Me
siento al lado de Ishtral.
-Deja de provocar a Jake. Te
mereces que te haya dejado la cara así.
-No tengo la culpa de que sea
un celoso obsesivo.
-Él no tiene la culpa de
sentir lo que siente ni de que tú te diviertas jugando conmigo para
molestarle.
-¿Quién te ha dicho que yo
estaba jugando?
Esa respuesta me pilla por
sorpresa. Me veo reflejada en sus ojos de metal pero me niego a caer
en esa trampa.
-Lo que tú digas, Ishtral.
No vuelvas a hacer nada del estilo y trata de llevarte mejor con
Jake. Él es muy importante para mí.
-¿Muy importante?, ¿más
que nadie?
-Es quien mejor me conoce y
no quiero perderle por nada ni por nadie. Además, tu tampoco lo
soportas, ¿por qué?
-No has contestado a mi
pregunta.
-Ni tú a la mía.
En ese momento nuestro anfitrión
nos avisa para cenar. “Gracias, Kitz” pienso aliviada al romperse
la tensión que se había impuesto entre nosotros.
Ya están sentados Rothian y
Jake cuando los demás nos sentamos. Comemos en silencio, cabizbajos,
demasiado preocupados por lo que ya ha ocurrido y por lo que aún
puede pasar. El único al que parece no importarle la atmósfera
densa que predomina es a Kitz que no para de hablar. Muchas veces
dice cosas sin sentido intentando amenizar la velada aunque sin
éxito. Cuando sirve algunos frutos de postre, Rothian habla por
primera vez en toda la cena.
-Me quedo con Kitz.
Casi me atraganto. ¿Cómo que
se queda?
-¿Qué dice, princesa? La
necesitamos con nosotros, usted es la clave para mejorar las
relaciones entre Arala y Pryon -dice un tanto nervioso Ishtral.
-Deja de hablarme con tanto
respeto, por favor. No soy vuestra princesa, sino vuestra amiga.
-Rothian, recapacita. No
puedes quedarte -secundo al sargento intentando que mi amiga sepa que
la necesitamos.
-Dejadme terminar. Me quedo
aquí para recuperarme de las heridas. Seré un lastre puesto que me
cuesta moverme. Sería un blanco fácil. Cuando vuelva a estar en
forma, os buscaré. Sé que camino vais a seguir.
-Pero, ¿y si no nos
encuentras? -sigue Jake
-Lo haré, además, si me
pierdo, lo único que he de hacer es seguir el sonido de las broncas
entre el sargento y tú.
Kitz y yo reímos un poco por lo
bajo aunque a los jóvenes, les hace menos gracia.
-Vale, Rothian. No nos
separaremos del camino señalado para que nos encuentres. Te lo
prometo.
-¡Lyx! ¿quieres decir que
no te importa que se quede sola?
-No va a estar sola, Jake,
estará con Kitz y confío en él. Mañana temprano nos iremos y
cuando pueda, Rothian se unirá a nosotros.
Pasamos unos minutos más
discutiendo la decisión de la princesa pero ella está decidida: se
queda.
Todos nos acostamos. Cuando
siento que todos están dormidos, me levanto y salgo fuera de la
casa. Un segundo después oigo la puerta: Kitz.
-Supongo que tendrás
preguntas sobre tus arañazos, querida, déjame oírlas.
-¿Qué son?, ¿Por qué
duelen tanto?
-¿Qué son? Muy fácil, son
simples arañazos, eso es lo que me repito día a día porque, si te
soy sincero, no sé qué son en realidad. Lo único que sé es que
necesitas aprender a controlar lo que te va a suceder, lo que te está
empezando a pasar ya. Por eso duelen tanto, porque están vivos y
crecen.
-Explícate -digo con voz
firme.
-Esas ganas de matar, de
mancharte las manos de sangre son provocadas por los arañazos.
Tienen hambre. Y esa voz que oyes en tu cabeza o algo que te persigue
pero que sabes que no está ahí, es una alucinación hecha por tus
heridas. Querida Lyx, vas a tener que controlarte porque ahora solo
sientes el impulso, dentro de poco no podrás aguantar y matarás. Yo
me negaba a creer lo que me estaba pasando hasta que...
-¿Hasta qué? -pregunto sin
estar segura de si quiero saber la respuesta.
-Hasta que maté a mi
hermana. Imagino que ambos nos hicimos estas marcas del mismo modo.
-En la zona sur de Arala,
siguiendo el cauce del río -contesto.
Él sonríe tristemente. Nos lo
habíamos hecho de la misma horrible manera.
-Cuando volví en mí y vi a
mi hermana entre mis manos sangrando por el cuello, supe que había
sido yo. Huí de Arala y llegué aquí. Me escondí entre ratas y
plantas carnívoras deseando una muerte que nunca llegaba pues las
lianas no se atrevían a tocarme, temían mis heridas.
-Entonces, cuando contaste
que emigrasteis aquí por trabajo...
-Mentí. Poco a poco fui
desarrollando capacidades que antes no tenía. Mi velocidad era
anormal y mi fuerza, sobrehumana. Imagino que eso te sucederá a ti
también
-Tengo miedo, Kitz.
-Lo sé querida y créeme,
tienes motivos para tenerlo.
Capítulo 26
En ese momento, en una pequeña
sala construida en los túneles que hay bajo el castillo de Pryon, el
Rey se reúne con uno de sus espías.
-¿Me ha hecho llamar, mi
Rey?
-Algunos aldeanos que viven
cerca de la frontera de Pryon con el Bosque Muerto, vieron hace
varias noches algo caer del cielo, eran cuatro objetos sin
identificar. Imagino que serán espías aralios en respuesta a
nuestros ataques.
-¿Y qué quiere de mí, mi
Rey?
-Quiero que viajes al pueblo
más cercano al Bosque Muerto e investigues. Los aralios no son muy
difíciles de descubrir, suelen tener rasgos fuera de lo común. Son
unos seres extraños y peligrosos.
-Deduzco entonces que quiere
que los mate cuando los encuentre, ¿no es así?
-Todo lo contrario, quiero
que les ayudes en su empresa, que facilites el camino hasta mí.
Intentarán matarme y así todos los pryoranos verán la amenaza
flotante que representa Arala y será mucho más fácil comenzar una
guerra con el pueblo a favor. Por supuesto, me irás informando de
todo cuanto veas y oigas para que esté preparado para cuando quieran
venir a por mí. Necesito que te ganes su confianza Flair. ¿Serás
capaz?
-Haré todo lo que usted
ordene, mi Rey.
Así, un hombre, Flair, sale
hacia un pequeño pueblo muy cercano al Bosque Muerto donde deberá
encontrar a los aralios infiltrados.
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