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lunes, 20 de junio de 2016

Capítulos 24, 25, 26

Capítulo 24

Jake e Ishtral se enzarzan en una pelea sin sentido. Una tormenta de patadas, puñetazos, insultos. Jake recibe más que da puesto que Ishtral, al ser soldado, sabe pelear. Yo les grito que paren, que es una tontería. Me estoy cansando de la rivalidad y hostilidad existente entre ellos dos.
Caen al suelo e Ishtral se coloca sobre Jake propinándole un puñetazo que le hace escupir sangre. Luego cambian las tornas porque, a pesar de que el sargento Blood pelea mejor, mi amigo tiene más fuerza. Ahora es Jake quien asesta un codazo en la boca del estómago de su rival. Dejo de gritar y me quedo embobada mirando los charcos de ese líquido rojizo que desprende un olor metálico. En mi cabeza oigo la risa estridente de la anciana que se convierte en araña. Mi herida se agranda unos milímetros, caigo de rodillas y me llevo la mano al cuello. Ellos no se dan cuenta de nada y yo me siento cada vez menos dueña de mí misma. Hay un impulso animal que me incita a entrar en esa pelea. A propinarles a los dos un buen rodillazo. A hacerles sangrar. Mis ojos empiezan a tornarse anaranjados y una sonrisa perturbadora nace en mis labios. Una parte de mí está asustada por las ganas que tengo de matar en ese momento a los dos rivales. La otra está disfrutando. ¿Qué me pasa?
Con una mano apretando los arañazos que marcan mi cuello y clavícula me levanto lentamente. Justo cuando voy a dar el primer paso hacia ellos, llega Kitz tan rápido que ni lo veo, se mete entre ellos y, de un solo movimiento, los lanza a los dos por los aires. No sé cómo lo ha hecho. En cuanto cesa la pelea, ese instinto asesino desaparece y la risa de la anciana, se desvanece. Caigo al suelo, sudando y agotada. Aterrada.
Kitz me mira de reojo aunque pronto centra su atención en los dos hombres.
-Yo que vosotros no malgastaría energía peleando, la vais a necesitar para salir de este bosque y sobrevivir en Pryon.
Lo único que recibe por respuesta es un gruñido de Jake y el silencio de Ishtral.
Ambos tienen las camisas manchadas de sangre y sudor. Al sargento le sangra la nariz y a mi amigo, el labio, creo que lo tiene partido.
Los dos entran en la casa, llenos de moratones y sin mirarse, para curar sus heridas. Cuando yo voy a encaminarme hacia la casa, oigo a Kitz a mi espalda.
-¿Y cómo estás tú, querida? -un destello perspicaz cruza su mirada. Me giro sobresaltada y le contesto dubitativa, aún temblando por el episodio vivido.
-Yo... esto, bien. Yo no he peleado. Estoy bien.
-No has atacado, pero querías, ¿no es así?
Abro bastante los ojos por la sorpresa de que aquel hombrecillo supiera lo que había sentido.
-¿Cómo lo...?
-¿Cómo lo sé? No es la primera vez que veo unos arañazos como los que surcan tu cuello y clavícula.
Me llevo la mano a las heridas, a la defensiva.
-Me caí y me clavé una valla metálica. Se me ha infectado.
-He sido yo quien ha curado las contusiones que te hicieron las lianas y he visto las marcas. Es inútil mentirme, querida, soy muy viejo y tengo demasiada experiencia.
Me giro decidida a entrar en la casa. No quiero oír nada más. Quizá por miedo a descubrir qué me pasa. No he acabado de dar el primer paso cuando una especie de sombra negra, una imagen sin determinar pasa a mi lado y se pone frente a mí. Cuando para veo que es Kitz. ¿Cómo se ha movido tan rápido?, ¿tanto que ni lo he visto?
-¿Cómo has...?
Kitz sonríe amargamente y se levanta la gruesa tela que le sirve de camiseta dejando a la vista tres enormes marcas que cruzan su abdomen. Tres arañazos negros que parecen tener vida propia. Tres heridas como las que están grabadas en mi cuello.
-Te he dicho que no es la primera vez que veo esos arañazos.
Se gira y con una velocidad sobrehumana llega a la puerta. Ha sido más rápido que un simple parpadeo. Increíble.

Capítulo 25

Una vez dentro, Rothian está envuelta en vendas y muy seria. Ishtral y Jake, están sentados, dándose la espalda y Kitz me mira fijamente cuando entro. Sabe que quiero preguntarle varias cosas y me hace un gesto con la mano para indicarme que ahora no, que espere.
Nuestro anfitrión saca un pedazo de tela envejecida: un mapa de Pryon. Con él nos indica a los cuatro el camino que debemos seguir hasta llegar a la capital de Pryon llamada así: La Capital.
Tras ésto, decidimos que pasaremos la noche en casa de Kitz pero que, a la mañana siguiente, al amanecer, reemprenderemos la marcha.
Mientras el sargento se queda haciendo compañía a la convaleciente princesa y Kitz va a preparar algo para comer, Jake me llama para hablar a solas. Salimos de la casa.
-¿Qué quieres, Jake? -digo cortante.
-Estás enfadada, lo suponía.
-No, no lo estoy, estoy muy feliz, ¿no me ves? -imprimo sarcasmo a mis palabras poniendo una sonrisa exageradamente amplia.
-Yo... lo siento, no sé que me ha pasado. Bueno, sí que lo sé. Es ese sargento. No lo soporto.
-Jake, ¿no puedes intentar llevarte mejor con él? No sabemos cuánto tiempo vamos a estar aquí ni a qué nos enfrentamos. No te conviene tener más enemigos de los que ya vas a tener.
-¿Qué te pasa Lyx? Cuando estás con él no pareces tú. No eres tan distante. ¿Acaso tú y él...?
-Jake, te lo digo porque te quiero, deja de hacer suposiciones sin sentido y céntrate.
-Ojalá eso fuera verdad.
-¿El qué?
-Que me quieres.
Cuando dice ésto, me coge de la cintura y me besa agarrándome las manos para evitar cualquier tipo de resistencia. Siento su lengua pasear en mi boca y he de reconocer que no me gusta nada. Él es mi amigo y no puedo evitar que ese tipo de comportamiento me decepcione. Cuando separa su boca de la mía cierra un poco los ojos esperando una bofetada por mi parte pero no hago nada. Me quedo mirándolo, con los labios húmedos, mis manos aún apresadas por las suyas y una expresión que lo dice todo: no he sentido absolutamente nada.
Jake me mira fijamente.
-Lo siento. Necesitaba hacerlo.
-Lo sé.
Lo que ni él ni yo sabemos es que Ishtral nos ha estado observando todo el rato desde una ventana.
Entramos juntos en la casa y decidimos fingir que nada ha pasado, no queremos que los demás lo sepan. Al entrar, oigo la voz de Rothian hablando con Kitz. No entiendo lo que dicen.
Por otro lado, Ishtral está mirándome y, a la luz de las velas que adornan toda la sala, sus ojos de oro casi deslumbran. Jake lo mira con una expresión que es una mezcla de odio y envidia.
Mi amigo entra en la cocina y se queda hablando con Rothian. Kitz corretea por la casa buscando unas especias que le hacen falta y que no recuerda dónde ha puesto. Me siento al lado de Ishtral.
-Deja de provocar a Jake. Te mereces que te haya dejado la cara así.
-No tengo la culpa de que sea un celoso obsesivo.
-Él no tiene la culpa de sentir lo que siente ni de que tú te diviertas jugando conmigo para molestarle.
-¿Quién te ha dicho que yo estaba jugando?
Esa respuesta me pilla por sorpresa. Me veo reflejada en sus ojos de metal pero me niego a caer en esa trampa.
-Lo que tú digas, Ishtral. No vuelvas a hacer nada del estilo y trata de llevarte mejor con Jake. Él es muy importante para mí.
-¿Muy importante?, ¿más que nadie?
-Es quien mejor me conoce y no quiero perderle por nada ni por nadie. Además, tu tampoco lo soportas, ¿por qué?
-No has contestado a mi pregunta.
-Ni tú a la mía.
En ese momento nuestro anfitrión nos avisa para cenar. “Gracias, Kitz” pienso aliviada al romperse la tensión que se había impuesto entre nosotros.
Ya están sentados Rothian y Jake cuando los demás nos sentamos. Comemos en silencio, cabizbajos, demasiado preocupados por lo que ya ha ocurrido y por lo que aún puede pasar. El único al que parece no importarle la atmósfera densa que predomina es a Kitz que no para de hablar. Muchas veces dice cosas sin sentido intentando amenizar la velada aunque sin éxito. Cuando sirve algunos frutos de postre, Rothian habla por primera vez en toda la cena.
-Me quedo con Kitz.
Casi me atraganto. ¿Cómo que se queda?
-¿Qué dice, princesa? La necesitamos con nosotros, usted es la clave para mejorar las relaciones entre Arala y Pryon -dice un tanto nervioso Ishtral.
-Deja de hablarme con tanto respeto, por favor. No soy vuestra princesa, sino vuestra amiga.
-Rothian, recapacita. No puedes quedarte -secundo al sargento intentando que mi amiga sepa que la necesitamos.
-Dejadme terminar. Me quedo aquí para recuperarme de las heridas. Seré un lastre puesto que me cuesta moverme. Sería un blanco fácil. Cuando vuelva a estar en forma, os buscaré. Sé que camino vais a seguir.
-Pero, ¿y si no nos encuentras? -sigue Jake
-Lo haré, además, si me pierdo, lo único que he de hacer es seguir el sonido de las broncas entre el sargento y tú.
Kitz y yo reímos un poco por lo bajo aunque a los jóvenes, les hace menos gracia.
-Vale, Rothian. No nos separaremos del camino señalado para que nos encuentres. Te lo prometo.
-¡Lyx! ¿quieres decir que no te importa que se quede sola?
-No va a estar sola, Jake, estará con Kitz y confío en él. Mañana temprano nos iremos y cuando pueda, Rothian se unirá a nosotros.
Pasamos unos minutos más discutiendo la decisión de la princesa pero ella está decidida: se queda.
Todos nos acostamos. Cuando siento que todos están dormidos, me levanto y salgo fuera de la casa. Un segundo después oigo la puerta: Kitz.
-Supongo que tendrás preguntas sobre tus arañazos, querida, déjame oírlas.
-¿Qué son?, ¿Por qué duelen tanto?
-¿Qué son? Muy fácil, son simples arañazos, eso es lo que me repito día a día porque, si te soy sincero, no sé qué son en realidad. Lo único que sé es que necesitas aprender a controlar lo que te va a suceder, lo que te está empezando a pasar ya. Por eso duelen tanto, porque están vivos y crecen.
-Explícate -digo con voz firme.
-Esas ganas de matar, de mancharte las manos de sangre son provocadas por los arañazos. Tienen hambre. Y esa voz que oyes en tu cabeza o algo que te persigue pero que sabes que no está ahí, es una alucinación hecha por tus heridas. Querida Lyx, vas a tener que controlarte porque ahora solo sientes el impulso, dentro de poco no podrás aguantar y matarás. Yo me negaba a creer lo que me estaba pasando hasta que...
-¿Hasta qué? -pregunto sin estar segura de si quiero saber la respuesta.
-Hasta que maté a mi hermana. Imagino que ambos nos hicimos estas marcas del mismo modo.
-En la zona sur de Arala, siguiendo el cauce del río -contesto.
Él sonríe tristemente. Nos lo habíamos hecho de la misma horrible manera.
-Cuando volví en mí y vi a mi hermana entre mis manos sangrando por el cuello, supe que había sido yo. Huí de Arala y llegué aquí. Me escondí entre ratas y plantas carnívoras deseando una muerte que nunca llegaba pues las lianas no se atrevían a tocarme, temían mis heridas.
-Entonces, cuando contaste que emigrasteis aquí por trabajo...
-Mentí. Poco a poco fui desarrollando capacidades que antes no tenía. Mi velocidad era anormal y mi fuerza, sobrehumana. Imagino que eso te sucederá a ti también
-Tengo miedo, Kitz.
-Lo sé querida y créeme, tienes motivos para tenerlo.

Capítulo 26

En ese momento, en una pequeña sala construida en los túneles que hay bajo el castillo de Pryon, el Rey se reúne con uno de sus espías.
-¿Me ha hecho llamar, mi Rey?
-Algunos aldeanos que viven cerca de la frontera de Pryon con el Bosque Muerto, vieron hace varias noches algo caer del cielo, eran cuatro objetos sin identificar. Imagino que serán espías aralios en respuesta a nuestros ataques.
-¿Y qué quiere de mí, mi Rey?
-Quiero que viajes al pueblo más cercano al Bosque Muerto e investigues. Los aralios no son muy difíciles de descubrir, suelen tener rasgos fuera de lo común. Son unos seres extraños y peligrosos.
-Deduzco entonces que quiere que los mate cuando los encuentre, ¿no es así?
-Todo lo contrario, quiero que les ayudes en su empresa, que facilites el camino hasta mí. Intentarán matarme y así todos los pryoranos verán la amenaza flotante que representa Arala y será mucho más fácil comenzar una guerra con el pueblo a favor. Por supuesto, me irás informando de todo cuanto veas y oigas para que esté preparado para cuando quieran venir a por mí. Necesito que te ganes su confianza Flair. ¿Serás capaz?
-Haré todo lo que usted ordene, mi Rey.

Así, un hombre, Flair, sale hacia un pequeño pueblo muy cercano al Bosque Muerto donde deberá encontrar a los aralios infiltrados.

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