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lunes, 26 de septiembre de 2016

Capítulos 118, 119, 120, 121, 122 y epílogo

Capítulo 118

Rothian

El rey clava un cuchillo en el hombro de la Princesa que, gracias al entrenamiento de Kitz, ha conseguido desviar el golpe y que no le atraviese el corazón. La joven agarra con fuerza la muñeca del Rey y, sin inmutarse por el cuchillo, asesta una tremenda patada en las rodillas del monarca, haciendo que éstas crujan doloridas.
Él cae al suelo entre gemidos y gruñidos.
Rothian, con mano segura, se arranca el arma y la tira al otro lado de la sala.
Antes de que nadie, ni siquiera la Reina, pueda decir o hacer algo, la voz de la princesa, tan carente de emociones y fría como cuando torturó al espía aralio, envuelve la sala:
-Shadow.
-Sí, mi ama y señora.
-Mátalo.
Shadow, como un diablo ebrio de ira, se lanza contra el Rey, que patalea sin éxito y lo arrastra a los calabozos propinándole golpes y patadas sin descanso.
La Reina abraza la espalda de su hija y le ruega que pare. No es necesario llegar a ese punto. Entonces, la joven aprieta los puños.
-Si no puedes soportarlo, mejor vete.
Eso es todo. La voz dura de Rothian implanta un silencio sepulcral entre los aralios. A los pocos minutos, lo único que se oye son los gemidos y alaridos del rey, provenientes de la sala de tortura. A pesar de que tanto Rothian como su madre no están presentes, es como si pudieran verlo gracias al horror que desprende la garganta agónica del monarca. Parece que Shadow está empleándose a fondo.
Pasa un rato hasta que los gemidos van tornándose cada vez más débiles.
El rey, en su propio calabozo, sin voz y desangrándose, muere presa de unos terribles espasmos y muerto de miedo.
Shadow vuelve con las ropas manchadas de sangre, con un brillo perturbador en sus ojos y orgulloso de haber cumplido las órdenes de su ama.
El tirano ha muerto y el Terror se ha ido con él.

Capítulo 119

-Mátame, Ishtral.- suplico por segunda vez ante la mirada aterrada del sargento.
-No... no puedes pedirme eso. Además, ya estás bien, Lyx... Se ha ido.
-No, no lo ha hecho. Sigue dentro de mí, pero sin fuerzas para volver a poseerme, al menos de momento. Aún así volverá y la próxima vez ni tú ni nadie podrá hacerme despertar de su control. He estado a punto de matarte. ¿En qué me he convertido?
-En nada, Lyx, eres la misma de siempre. No eras tú quien asesinó al Arquero ni quien me atacó.
-No, pero sí era yo quien disfrutaba haciéndolo. Ishtral, ¿dices que me amas? Entonces demuéstralo y mátame. Te lo ruego.- digo arrodillándome frente a él y agachando la cabeza.
-No... no me hagas ésto, no puedes pedirme que te mate. ¿No lo entiendes? ¿Por qué te rindes así, Lyx?
No le contesto y me mantengo en la misma postura. Necesito que comprenda que soy una bomba de relojería y que necesito ser desactivada antes de explotar y llevarme todo lo que me rodea por delante. He de morir. Aquí y ahora. Por mis amigos, por Pete y por mí misma.
-¡MALDITA SEA LYX CONTÉSTAME!
-No me rindo. Solo tengo la sangre fría de admitir la realidad. Ishtral, sé que te pido demasiado pero lo hago porque... porque te quiero, porque confío en ti y sé que harás lo correcto. Por favor, algo en mi interior me dice que si eres tú quien me mata, la araña desaparecerá conmigo.
Ishtral coge mi mandíbula, la alza y me besa. Sus labios saben a sal. Está llorando... y yo también.
-Lyx... por favor.
-Gracias por todo Ishtral.
Tomo su mano derecha y hago que empuñe la daga de oro, aquella con la que ensartó mi manzana el día que lo conocí; sonrío al recordar. Cierro los ojos y, dirigiendo su mano, me la clavo justo en mis heridas del cuello. Las que me hizo el arácnido. Antes de desplomarme, en mi cabeza oigo a la anciana gritar hasta desgarrarse los pulmones. Siento cómo Ishtral me llama por mi nombre y me coge en brazos, pero cada vez mi sentidos están más embotados. “Estoy agotada y quiero ver a Pete” pienso. Después, oscuridad, silencio y la nada.

Capítulo 120

Rothian, en Arala

Han pasado dos meses desde aquel infierno. En un enorme salón de Palacio, se encuentran Jake, el sargento Blood y la Princesa.
El sol se filtra por las cortinas de tul violeta. Ya la brisa es más fría anunciando la llegada del otoño. Los hermosos árboles de hojas blancas e impolutas empiezan a tornarse amarillentas y anaranjadas bañando las calles de cálidos colores. El sol es más tímido y brilla con menos fuerza, quizá por las vidas que se perdieron hace dos meses en una guerra que se resolvió casi de modo patético: un simple tratado de paz, pero que se cobró vidas. Las vidas de personas irreemplazables.
Los tres jóvenes se sientan en una mesa redonda junto a una enorme chimenea de ladrillo color beige. El fuego está apagado, como las miradas de “los héroes de Arala”; así les han bautizado los ciudadanos aralios.
-Parece que ha pasado una eternidad desde aquello...-dice la princesa con tono melancólico.
-Pues a mí me parece que fue ayer cuando sostuve el cuerpo inerte de Neldrey- repone Jake con amargura.
Cuando todo se calmó en el Castillo, Nash fue a buscar ayuda y los guardias encontraron a Jake abrazado a la chica, con los ojos resecos e hinchados. Luchó ferozmente para que no la separaran de ella. Gritó, pataleó como pudo puesto que sus movimientos eran realmente limitados... al cabo de un tiempo consiguieron arrancársela de las manos y la llevaron a la fortaleza del Rey, en cuyas salas se estaban depositando a los caídos en batalla. A Jake se le suministró un calmante y cuando despertó, al cabo de una semana, estaba en el hospital de Arala envuelto en vendas.
-Han pasado días demasiado pacíficos. Como si no hubiera pasado nada, como si nadie hubiera muerto. Es repugnante.- añade Ishtral.
-Sargento, todos lo pasamos mal pero debemos seguir adelante. Por Flair, por Neldrey, por... por todos -añade la princesa-. Además, mañana tenemos que volver a Pryon.
-¿Es absolutamente necesario volver allí?- pregunta Jake.
-Ya sabes que sí, imbécil.- contesta el sargento Blood.
-¿Qué me has llamado, Bobo Real?
Al menos ésto no ha cambiado” piensa Rothian con su rostro enmascarado apoyado en sus manos.
-Sí, Jake, debemos ir. Mañana es el día de la elección. Por la noche se celebrará una fiesta para demostrar el fin de una era. Se acabó la Monarquía en Pryon. Varios ciudadanos, entre ellos Nash, se han presentado como representantes del pueblo. Van a instaurar una república en la que el poder esté mejor dividido. Todo será por y para el pueblo. Además... quiero ir a... bueno, ya sabéis a qué sitio.
Los dos hombres asienten. Rothian va a seguir hablando cuando alguien llama a la puerta.
-Adelante.- dice la princesa.
-Majestad... esto... verá... una niña, una huérfana estaba robando. Cuando han intentado arrestarla... Ella se ha metido en medio y la han reducido a base de chorros de agua. Ahora está en el calabozo pero... ¿debo soltarla?
-Dioses... Seguro que la niña a la que salvó de los guardias era Luy- comenta Jake exhalando un largo suspiro.
Ishtral empieza a reírse.
-Supongo que las viejas costumbres no se abandonan.
-Déjela allí, ahora bajamos.

Capítulo 121

-¡Soltadme ahora mismo! ¡Exijo libertad! ¡Soy la Reina de los Bajos Fondos de Arala! ¿Y cuál es mi trono? ¿un camastro incómodo? ¿¡Cómo podéis permitir que una Reina hecha y derecha permanezca aquí empapada!?-Grito agarrándome a los barrotes de la celda que me retiene al oír pasos.
-Hola, Lyx. Así nos conocimos, ¿estás melancólica?
-Mira sargentito, ya me estás sacando de aquí o...
-¿O qué?- dice con tono seductor.
-¿Podéis dejar de hacer eso? He desayunado hace poco.- añade Jake frunciendo el ceño.
-Lyx, sigues convaleciente. Kitz te curó la herida que te hiciste en el cuello pero era muy grave. Si hubiera tardado solo unos minutos más en tratarte no estarías aquí ahora, haz el favor de no meterte en problemas, al menos hasta que estés curada del todo.
-No intentes cambiarme, Rothian. Acéptame tal y como soy.- digo con tono melodramático.
Ellos se ríen y me liberan. Mientras subimos las escaleras hablando de mañana, me masajeo el cuello cubierto por vendas. Hace dos meses, cuando conseguí que Ishtral me apuñalara, me llevó a los jardines del castillo. Ni siquiera sabía a dónde me llevaba, solo quería recuperarme. Fuera, unos guardias custodiaban a Kitz que, ya recuperado, al verme, corrió hacia mí. Huelga decir que yo no recuerdo nada de ésto y que solo sé lo que me han ido contando entre todos. Por lo visto, Kitz e Ishtral tomaron prestadas un par de mochilas aralias que usamos para volar y me llevaron a casa de Kitz. El viaje no fue excesivamente largo puesto que las mochilas pueden llegar a ser rapidísimas, no obstante, dado lo profundo de mi herida, que no paraba de escupir sangre viscosa y negruzca, empezaba a hacerse eterno. En cuanto llegamos a casa del hombrecillo, éste untó mi herida con el mejunge que utilizaba para tratar las heridas de la cara de Rothian. Aún no sé qué contiene esa extraña crema (y no sé si quiero saberlo), pero tras una noche crítica en la que Ishtral no soltó mi mano, a punto de morir por la altísima fiebre, mi condición empezó a mejorar. Supongo que hace falta algo más que una araña psicópata para acabar conmigo.
-Y ahora, mi querida amiga, ¿me vas a contar por qué te han vuelto a encerrar?- pregunta Jake.
-Oh bueno, Luy estaba intentando robar unos pastelillos del modo que le enseñé y lo estaba haciendo muy bien...
-Ejem ejem... Sabéis que mi trabajo es encarcelar a los ladrones, ¿no? No es muy inteligente que digáis eso delante de mí- me corta el sargento.
-Pues tápate los oídos o vete. Bueno, resumiendo, le salió mal, el mercader llamó a la Guardia Real, yo me involucré, puede que le diera un par de patadas y algún que otro puñetazo a ciertos soldados y... en fin. El resto lo podéis deducir.-finalizo mi relato esbozando una angelical sonrisa.
Vamos a volver a a entrar al salón en el que se encontraban mis amigos antes de venir a buscarme cuando Ishtral tira hacia atrás de mí. Rothian y Jake nos dejan solos en el pasillo.
-¡Au! Estoy convaleciente, ¿acaso no ves que soy débil e indefensa?
-Nunca antes había oído tantas mentiras juntas.
Le saco la lengua y él pasa su mano por mi cuello vendado. Su mirada se vuelve sombría.
-Lo siento...
-No lo hagas, me salvaste; y dos veces: de la araña y de la muerte.
-Es solo que cada vez que recuerdo cómo te clavé la daga...
-Pues no lo recuerdes. Además, una cicatriz como ésa me dará un aire muy interesante, ¿no?
Me pongo de puntillas y beso la comisura de sus labios. Al oído le susurro que le quiero y él me abraza.
-Pero no te emociones sargento, si alguien pregunta, negaré haberlo dicho.
Tras este momento de dulce intimidad, entramos en el salón. Mañana será un día duro y nos necesitamos los unos a los otros.

Capítulo 122

Llueve en Pryon. Los habitantes de todo el país se han congregado en La Capital para depositar su voto. Hoy alguien será elegido por el pueblo para dirigir la metamorfosis, para liderar la transición. A esta nación le espera un nuevo mañana y todos rebosan ilusión. No obstante, Jake, Ishtral, Rothian y yo nos encaminamos a las afueras de la ciudad. Los cuatro envueltos en enormes capas negras, como cuervos gigantes, como sombras nocturnas.
Rothian porta un ramo de flores azuladas, del mismo tono que sus pecas.
Llegamos al lugar y nos arrodillamos frente a dos tumbas idénticas. Flair Maldow pone en la de la izquierda; Neldrey Maldow en la de la derecha. Junto a cada una, hay una estatua a imagen y semejanza de los hermanos. La escultura muestra a un Flair sonriente, con su laúd en las manos y una pose pícara. Es como si pudiera oír su voz de nuevo. La de Neldrey ni siquiera muestra la mitad de la belleza de la joven. Aún así, pareciera que los cabellos de oro bailaran con la lluvia y el viento. Sus labios rubí se entornan en una sonrisa infantil y los ojos felinos se clavan en el corazón. Un tributo que Rothian ordenó construir. Ellos son los ángeles guardianes de Pryon, así les llaman los pryoranos.
Lloro abrazada a Ishtral, que aprieta mis hombros con fuerza, muestra de que él también siente la pérdida de dos grandes amigos.
Jake acaricia el rostro pétreo de Neldrey y besa el dorso de su fría mano.
Abre la boca repetidas veces pero nunca dice nada. Imagino que no puede resumir en unas cuantas palabras usadas y rancias todo lo que siente. Todo lo que ella le hizo vivir y experimentar; cómo lo sacaba de quicio para calmarlo con un pestañeo o besándole la mejilla cuando no se lo esperara. El contoneo de sus caderas al caminar y cómo alzaba el mentón de modo orgulloso. Su inteligencia, elegancia y alegría...
Jake sonríe y formula un “gracias” mudo. Tras lo cual se arrebuja en su capa y se separa. Después vamos Ishtral y yo. No puedo evitar lanzarme a abrazar la imagen de mi amiga. Jamás habrá nadie como ella. Luego beso la mejilla de roca de Flair. Puede que al principio tomara la decisión equivocada, pero amó y luchó de verdad. Murió como un héroe. El sargento me coge de la mano y nos separamos de las tumbas. El turno de la princesa.
Se acerca temblorosa al lugar donde reposan los restos de Neldrey y hace una reverencia ante ella. Un gesto de cariño y respeto que jamás morirá.
Acto seguido, se quita la máscara frente a la estatua de Flair. Nosotros solo podemos ver su espesa cabellera, pero los ojos del joven son testigos de las lágrimas de su amada. Ella, sin decir nada, lo besa mientras solloza. Un amor eterno y, a la vez, tan corto que duele. Una promesa irrompible entre ambos. El adiós definitivo. Antes de girarse, se coloca la máscara.
A las puertas de La Capital, nos secamos las lágrimas pues hoy es un día feliz en Pryon.

Epílogo

Hace hoy un año de aquello. La noche en la que nos despedimos de Neldrey y Flair, Nash fue elegido presidente de Pryon y ha trabajado muy duro para rehacer un país roto por el Terror. Aún quedan rastros de resistencia, duda, confusión y zozobra, pero pronto se extinguirán del todo. Su Majestad, la Reina de Arala, ayuda en todo lo que puede al país vecino. La paz es ley hoy en día. Jake ayuda a todos los huérfanos de Arala. Con la ayuda de Rothian abrió una enorme escuela para todos esos niños y, la verdad, aunque nunca lo vi como profesor, no lo hace nada mal. La Princesa va mucho a Pryon, a visitar a Nash, quien se ha convertido en un gran amigo para ella, y para pasar ratos en soledad junto a la tumba de Flair. Puede que algún día vuelva a enamorarse y se quite su máscara, aunque ese día no será hoy. Shadow la sigue a todas partes, como un perrito, puede que convertirse en una marioneta que babea no sea el mejor destino pero... al menos sigue vivo. Kitz se ha convertido en uno de los ministros de Pryon y en mi maestro. Sí, he estado un año entero estudiando medicina con él aunque aún me queda mucho por aprender. No es por ser presumida, pero creo ser bastante buena.
Ishtral se ha convertido en la mano derecha de la Reina y sus ojos de metal refulgen bajo el sol de Arala. He de confesar que desde el día en que vi por primera vez su mirada dorada, supe que algo nos unía y que ese lazo sería más poderoso que la propia muerte.

Bien, aquí acaba todo. Arala es un país imposible que vive entre las nubes. Un país que merece la pena ser descubierto y, tras una guerra, dolor, muerte y destrucción, se alza aún más orgulloso que antes.
Como creo que ya dije antes, puede que no hayáis creído una palabra de lo que os he contado, pero, ¿sabéis qué? Que no me importa. ¡Bienvenidos a Arala!


FIN


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