Capítulo 118
Rothian
El rey clava un cuchillo en el
hombro de la Princesa que, gracias al entrenamiento de Kitz, ha
conseguido desviar el golpe y que no le atraviese el corazón. La
joven agarra con fuerza la muñeca del Rey y, sin inmutarse por el
cuchillo, asesta una tremenda patada en las rodillas del monarca,
haciendo que éstas crujan doloridas.
Él cae al suelo entre gemidos y
gruñidos.
Rothian, con mano segura, se
arranca el arma y la tira al otro lado de la sala.
Antes de que nadie, ni siquiera
la Reina, pueda decir o hacer algo, la voz de la princesa, tan
carente de emociones y fría como cuando torturó al espía aralio,
envuelve la sala:
-Shadow.
-Sí, mi ama y señora.
-Mátalo.
Shadow, como un diablo ebrio de
ira, se lanza contra el Rey, que patalea sin éxito y lo arrastra a
los calabozos propinándole golpes y patadas sin descanso.
La Reina abraza la espalda de su
hija y le ruega que pare. No es necesario llegar a ese punto.
Entonces, la joven aprieta los puños.
-Si no puedes soportarlo,
mejor vete.
Eso es todo. La voz dura de
Rothian implanta un silencio sepulcral entre los aralios. A los pocos
minutos, lo único que se oye son los gemidos y alaridos del rey,
provenientes de la sala de tortura. A pesar de que tanto Rothian como
su madre no están presentes, es como si pudieran verlo gracias al
horror que desprende la garganta agónica del monarca. Parece que
Shadow está empleándose a fondo.
Pasa un rato hasta que los
gemidos van tornándose cada vez más débiles.
El rey, en su propio calabozo,
sin voz y desangrándose, muere presa de unos terribles espasmos y
muerto de miedo.
Shadow vuelve con las ropas
manchadas de sangre, con un brillo perturbador en sus ojos y
orgulloso de haber cumplido las órdenes de su ama.
El tirano ha muerto y el Terror
se ha ido con él.
Capítulo 119
-Mátame, Ishtral.- suplico
por segunda vez ante la mirada aterrada del sargento.
-No... no puedes pedirme eso.
Además, ya estás bien, Lyx... Se ha ido.
-No, no lo ha hecho. Sigue
dentro de mí, pero sin fuerzas para volver a poseerme, al menos de
momento. Aún así volverá y la próxima vez ni tú ni nadie podrá
hacerme despertar de su control. He estado a punto de matarte. ¿En
qué me he convertido?
-En nada, Lyx, eres la misma
de siempre. No eras tú quien asesinó al Arquero ni quien me atacó.
-No, pero sí era yo quien
disfrutaba haciéndolo. Ishtral, ¿dices que me amas? Entonces
demuéstralo y mátame. Te lo ruego.- digo arrodillándome frente a
él y agachando la cabeza.
-No... no me hagas ésto, no
puedes pedirme que te mate. ¿No lo entiendes? ¿Por qué te rindes
así, Lyx?
No le contesto y me mantengo en
la misma postura. Necesito que comprenda que soy una bomba de
relojería y que necesito ser desactivada antes de explotar y
llevarme todo lo que me rodea por delante. He de morir. Aquí y
ahora. Por mis amigos, por Pete y por mí misma.
-¡MALDITA SEA LYX
CONTÉSTAME!
-No me rindo. Solo tengo la
sangre fría de admitir la realidad. Ishtral, sé que te pido
demasiado pero lo hago porque... porque te quiero, porque confío en
ti y sé que harás lo correcto. Por favor, algo en mi interior me
dice que si eres tú quien me mata, la araña desaparecerá conmigo.
Ishtral coge mi mandíbula, la
alza y me besa. Sus labios saben a sal. Está llorando... y yo
también.
-Lyx... por favor.
-Gracias por todo Ishtral.
Tomo su mano derecha y hago que
empuñe la daga de oro, aquella con la que ensartó mi manzana el día
que lo conocí; sonrío al recordar. Cierro los ojos y, dirigiendo su
mano, me la clavo justo en mis heridas del cuello. Las que me hizo el
arácnido. Antes de desplomarme, en mi cabeza oigo a la anciana
gritar hasta desgarrarse los pulmones. Siento cómo Ishtral me llama
por mi nombre y me coge en brazos, pero cada vez mi sentidos están
más embotados. “Estoy agotada y quiero ver a Pete” pienso.
Después, oscuridad, silencio y la nada.
Capítulo 120
Rothian, en Arala
Han pasado dos meses desde aquel
infierno. En un enorme salón de Palacio, se encuentran Jake, el
sargento Blood y la Princesa.
El sol se filtra por las
cortinas de tul violeta. Ya la brisa es más fría anunciando la
llegada del otoño. Los hermosos árboles de hojas blancas e
impolutas empiezan a tornarse amarillentas y anaranjadas bañando las
calles de cálidos colores. El sol es más tímido y brilla con
menos fuerza, quizá por las vidas que se perdieron hace dos meses en
una guerra que se resolvió casi de modo patético: un simple tratado
de paz, pero que se cobró vidas. Las vidas de personas
irreemplazables.
Los tres jóvenes se sientan en
una mesa redonda junto a una enorme chimenea de ladrillo color beige.
El fuego está apagado, como las miradas de “los héroes de Arala”;
así les han bautizado los ciudadanos aralios.
-Parece que ha pasado una
eternidad desde aquello...-dice la princesa con tono melancólico.
-Pues a mí me parece que fue
ayer cuando sostuve el cuerpo inerte de Neldrey- repone Jake con
amargura.
Cuando todo se calmó en el
Castillo, Nash fue a buscar ayuda y los guardias encontraron a Jake
abrazado a la chica, con los ojos resecos e hinchados. Luchó
ferozmente para que no la separaran de ella. Gritó, pataleó como
pudo puesto que sus movimientos eran realmente limitados... al cabo
de un tiempo consiguieron arrancársela de las manos y la llevaron a
la fortaleza del Rey, en cuyas salas se estaban depositando a los
caídos en batalla. A Jake se le suministró un calmante y cuando
despertó, al cabo de una semana, estaba en el hospital de Arala
envuelto en vendas.
-Han pasado días demasiado
pacíficos. Como si no hubiera pasado nada, como si nadie hubiera
muerto. Es repugnante.- añade Ishtral.
-Sargento, todos lo pasamos
mal pero debemos seguir adelante. Por Flair, por Neldrey, por... por
todos -añade la princesa-. Además, mañana tenemos que volver a
Pryon.
-¿Es absolutamente necesario
volver allí?- pregunta Jake.
-Ya sabes que sí, imbécil.-
contesta el sargento Blood.
-¿Qué me has llamado, Bobo
Real?
“Al menos ésto no ha
cambiado” piensa Rothian con su rostro enmascarado apoyado en sus
manos.
-Sí, Jake, debemos ir.
Mañana es el día de la elección. Por la noche se celebrará una
fiesta para demostrar el fin de una era. Se acabó la Monarquía en
Pryon. Varios ciudadanos, entre ellos Nash, se han presentado como
representantes del pueblo. Van a instaurar una república en la que
el poder esté mejor dividido. Todo será por y para el pueblo.
Además... quiero ir a... bueno, ya sabéis a qué sitio.
Los dos hombres asienten.
Rothian va a seguir hablando cuando alguien llama a la puerta.
-Adelante.- dice la princesa.
-Majestad... esto... verá...
una niña, una huérfana estaba robando. Cuando han intentado
arrestarla... Ella se ha metido en medio y la han reducido a base de
chorros de agua. Ahora está en el calabozo pero... ¿debo soltarla?
-Dioses... Seguro que la niña
a la que salvó de los guardias era Luy- comenta Jake exhalando un
largo suspiro.
Ishtral empieza a reírse.
-Supongo que las viejas
costumbres no se abandonan.
-Déjela allí, ahora
bajamos.
Capítulo 121
-¡Soltadme ahora mismo!
¡Exijo libertad! ¡Soy la Reina de los Bajos Fondos de Arala! ¿Y
cuál es mi trono? ¿un camastro incómodo? ¿¡Cómo podéis
permitir que una Reina hecha y derecha permanezca aquí
empapada!?-Grito agarrándome a los barrotes de la celda que me
retiene al oír pasos.
-Hola, Lyx. Así nos
conocimos, ¿estás melancólica?
-Mira sargentito, ya me estás
sacando de aquí o...
-¿O qué?- dice con tono
seductor.
-¿Podéis dejar de hacer
eso? He desayunado hace poco.- añade Jake frunciendo el ceño.
-Lyx, sigues convaleciente.
Kitz te curó la herida que te hiciste en el cuello pero era muy
grave. Si hubiera tardado solo unos minutos más en tratarte no
estarías aquí ahora, haz el favor de no meterte en problemas, al
menos hasta que estés curada del todo.
-No intentes cambiarme,
Rothian. Acéptame tal y como soy.- digo con tono melodramático.
Ellos se ríen y me liberan.
Mientras subimos las escaleras hablando de mañana, me masajeo el
cuello cubierto por vendas. Hace dos meses, cuando conseguí que
Ishtral me apuñalara, me llevó a los jardines del castillo. Ni
siquiera sabía a dónde me llevaba, solo quería recuperarme. Fuera,
unos guardias custodiaban a Kitz que, ya recuperado, al verme, corrió
hacia mí. Huelga decir que yo no recuerdo nada de ésto y que solo
sé lo que me han ido contando entre todos. Por lo visto, Kitz e
Ishtral tomaron prestadas un par de mochilas aralias que usamos para
volar y me llevaron a casa de Kitz. El viaje no fue excesivamente
largo puesto que las mochilas pueden llegar a ser rapidísimas, no
obstante, dado lo profundo de mi herida, que no paraba de escupir
sangre viscosa y negruzca, empezaba a hacerse eterno. En cuanto
llegamos a casa del hombrecillo, éste untó mi herida con el mejunge
que utilizaba para tratar las heridas de la cara de Rothian. Aún no
sé qué contiene esa extraña crema (y no sé si quiero saberlo),
pero tras una noche crítica en la que Ishtral no soltó mi mano, a
punto de morir por la altísima fiebre, mi condición empezó a
mejorar. Supongo que hace falta algo más que una araña psicópata
para acabar conmigo.
-Y ahora, mi querida amiga,
¿me vas a contar por qué te han vuelto a encerrar?- pregunta Jake.
-Oh bueno, Luy estaba
intentando robar unos pastelillos del modo que le enseñé y lo
estaba haciendo muy bien...
-Ejem ejem... Sabéis que mi
trabajo es encarcelar a los ladrones, ¿no? No es muy inteligente que
digáis eso delante de mí- me corta el sargento.
-Pues tápate los oídos o
vete. Bueno, resumiendo, le salió mal, el mercader llamó a la
Guardia Real, yo me involucré, puede que le diera un par de patadas
y algún que otro puñetazo a ciertos soldados y... en fin. El resto
lo podéis deducir.-finalizo mi relato esbozando una angelical
sonrisa.
Vamos a volver a a entrar al
salón en el que se encontraban mis amigos antes de venir a buscarme
cuando Ishtral tira hacia atrás de mí. Rothian y Jake nos dejan
solos en el pasillo.
-¡Au! Estoy convaleciente,
¿acaso no ves que soy débil e indefensa?
-Nunca antes había oído
tantas mentiras juntas.
Le saco la lengua y él pasa su
mano por mi cuello vendado. Su mirada se vuelve sombría.
-Lo siento...
-No lo hagas, me salvaste; y
dos veces: de la araña y de la muerte.
-Es solo que cada vez que
recuerdo cómo te clavé la daga...
-Pues no lo recuerdes.
Además, una cicatriz como ésa me dará un aire muy interesante,
¿no?
Me pongo de puntillas y beso la
comisura de sus labios. Al oído le susurro que le quiero y él me
abraza.
-Pero no te emociones
sargento, si alguien pregunta, negaré haberlo dicho.
Tras este momento de dulce
intimidad, entramos en el salón. Mañana será un día duro y nos
necesitamos los unos a los otros.
Capítulo 122
Llueve en Pryon. Los habitantes
de todo el país se han congregado en La Capital para depositar su
voto. Hoy alguien será elegido por el pueblo para dirigir la
metamorfosis, para liderar la transición. A esta nación le espera
un nuevo mañana y todos rebosan ilusión. No obstante, Jake,
Ishtral, Rothian y yo nos encaminamos a las afueras de la ciudad. Los
cuatro envueltos en enormes capas negras, como cuervos gigantes, como
sombras nocturnas.
Rothian porta un ramo de flores
azuladas, del mismo tono que sus pecas.
Llegamos al lugar y nos
arrodillamos frente a dos tumbas idénticas. Flair Maldow pone en la
de la izquierda; Neldrey Maldow en la de la derecha. Junto a cada
una, hay una estatua a imagen y semejanza de los hermanos. La
escultura muestra a un Flair sonriente, con su laúd en las manos y
una pose pícara. Es como si pudiera oír su voz de nuevo. La de
Neldrey ni siquiera muestra la mitad de la belleza de la joven. Aún
así, pareciera que los cabellos de oro bailaran con la lluvia y el
viento. Sus labios rubí se entornan en una sonrisa infantil y los
ojos felinos se clavan en el corazón. Un tributo que Rothian ordenó
construir. Ellos son los ángeles guardianes de Pryon, así les
llaman los pryoranos.
Lloro abrazada a Ishtral, que
aprieta mis hombros con fuerza, muestra de que él también siente la
pérdida de dos grandes amigos.
Jake acaricia el rostro pétreo
de Neldrey y besa el dorso de su fría mano.
Abre la boca repetidas veces
pero nunca dice nada. Imagino que no puede resumir en unas cuantas
palabras usadas y rancias todo lo que siente. Todo lo que ella le
hizo vivir y experimentar; cómo lo sacaba de quicio para calmarlo
con un pestañeo o besándole la mejilla cuando no se lo esperara. El
contoneo de sus caderas al caminar y cómo alzaba el mentón de modo
orgulloso. Su inteligencia, elegancia y alegría...
Jake sonríe y formula un
“gracias” mudo. Tras lo cual se arrebuja en su capa y se separa.
Después vamos Ishtral y yo. No puedo evitar lanzarme a abrazar la
imagen de mi amiga. Jamás habrá nadie como ella. Luego beso la
mejilla de roca de Flair. Puede que al principio tomara la decisión
equivocada, pero amó y luchó de verdad. Murió como un héroe. El
sargento me coge de la mano y nos separamos de las tumbas. El turno
de la princesa.
Se acerca temblorosa al lugar
donde reposan los restos de Neldrey y hace una reverencia ante ella.
Un gesto de cariño y respeto que jamás morirá.
Acto seguido, se quita la
máscara frente a la estatua de Flair. Nosotros solo podemos ver su
espesa cabellera, pero los ojos del joven son testigos de las
lágrimas de su amada. Ella, sin decir nada, lo besa mientras
solloza. Un amor eterno y, a la vez, tan corto que duele. Una promesa
irrompible entre ambos. El adiós definitivo. Antes de girarse, se
coloca la máscara.
A las puertas de La Capital, nos
secamos las lágrimas pues hoy es un día feliz en Pryon.
Epílogo
Hace hoy un año de aquello. La
noche en la que nos despedimos de Neldrey y Flair, Nash fue elegido
presidente de Pryon y ha trabajado muy duro para rehacer un país
roto por el Terror. Aún quedan rastros de resistencia, duda,
confusión y zozobra, pero pronto se extinguirán del todo. Su
Majestad, la Reina de Arala, ayuda en todo lo que puede al país
vecino. La paz es ley hoy en día. Jake ayuda a todos los huérfanos
de Arala. Con la ayuda de Rothian abrió una enorme escuela para
todos esos niños y, la verdad, aunque nunca lo vi como profesor, no
lo hace nada mal. La Princesa va mucho a Pryon, a visitar a Nash,
quien se ha convertido en un gran amigo para ella, y para pasar ratos
en soledad junto a la tumba de Flair. Puede que algún día vuelva a
enamorarse y se quite su máscara, aunque ese día no será hoy.
Shadow la sigue a todas partes, como un perrito, puede que
convertirse en una marioneta que babea no sea el mejor destino
pero... al menos sigue vivo. Kitz se ha convertido en uno de los
ministros de Pryon y en mi maestro. Sí, he estado un año entero
estudiando medicina con él aunque aún me queda mucho por aprender.
No es por ser presumida, pero creo ser bastante buena.
Ishtral se ha convertido en la
mano derecha de la Reina y sus ojos de metal refulgen bajo el sol de
Arala. He de confesar que desde el día en que vi por primera vez su
mirada dorada, supe que algo nos unía y que ese lazo sería más
poderoso que la propia muerte.
Bien, aquí acaba todo. Arala es
un país imposible que vive entre las nubes. Un país que merece la
pena ser descubierto y, tras una guerra, dolor, muerte y destrucción,
se alza aún más orgulloso que antes.
Como creo que ya dije antes,
puede que no hayáis creído una palabra de lo que os he contado,
pero, ¿sabéis qué? Que no me importa. ¡Bienvenidos a Arala!
FIN
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