Capítulo 114
Jake, Neldrey y Nash
Entran en una enorme mansión
abandonada del estrato de la nobleza.
-Aquí estaremos a salvo por
el momento. Esta casa es de algún ricachón. Seguro que hay comida y
medicinas, al menos vendas, para tratar vuestras heridas. Gracias a
los dioses que tú no tienes demasiadas heridas, Neldrey.- dice Nash
soltando suavemente a Jake sobre una hermosa alfombra azul oscuro.
Ésta no dice nada y se muerde
el labio, recordando lo vivido en el Castillo.
-Lo... lo siento... No estaba
pensando al decir eso, soy un insensible, yo...
-Tú me salvaste. No te
preocupes. Ve a buscar algo para lavar las heridas de Jake, yo me
quedo con él.
Nash desaparece por la puerta y
Neldrey se muerde las mejillas por dentro tragándose las lágrimas.
Entonces, la mano sucia y arañada de Jake acaricia uno de los
mechones de oro de la joven. Su hermosa melena, aunque sudada, sucia
y grasienta, sigue siendo espléndida a ojos del chico.
-Jake, te has despertado,
Nash ha ido a buscar medicinas. Vas a ponerte bien.
-Eso no importa. ¿Cómo te
sientes?
-Como una puta. Por primera
vez en mi vida me siento sucia y me doy asco. Irónico, ¿verdad?
-Neldrey, eres muy valiente,
peleaste hasta el final, pero estabas sola ante esos bestias. Te
prometo que voy a romperles las manos y a cortarles el... bueno, ya
me entiendes. Siento no haber podido ayudarte. En cuanto pueda
ponerme en pie iré allí y les haré pagar.
-¡No vuelvas allí!- ya se
ha hartado de aguantar el dolor y empieza a llorar- Por favor, no
vuelvas. Allí ha muerto mi hermano, Lyx, Rothian y el sargento
siguen luchando y a ti casi te matan. No quiero que nadie a quien
quiero vuelva a acercarse a ese lugar maldito... Por favor... Jake,
no vayas, no me dejes sola... Prométemelo.
-Ven- susurra para que la
chica se recueste a su lado y así él pueda abrazarla, puesto que
apenas puede moverse. Ella obedece.- No voy a dejarte sola. Vamos a
acabar ésto juntos, ¿de acuerdo? Te prometo que no voy a separarme
de ti.
-Te quiero, Jake. No lo
olvides.
-Si lo hiciera me matarías.-
dice a modo de respuesta sacándole una débil risita a la chica. No
obstante, ella sabe que, aunque se ha vuelto alguien muy importante
para Jake, éste aún no puede corresponder sus sentimientos. Pese a
sus dulces palabras y a la verdad que esconden sus promesas, sigue
enamorado de Lyx. “Bueno, cuando todo acabe, ya tendré tiempo de
hacerle cambiar de idea” piensa entrando en calor junto al chico.
La puerta suena y Neldrey se
levanta.
-¿Has encontrado algo útil,
Nash?
Silencio.
-¿Quién eres?- la voz tensa
de la chica hace que Jake intente moverse, pero sus músculos
desgarrados y algunos huesos rotos se oponen a su voluntad.
-Largaos... Malditos
aralios... Habéis traído la desgracia a este país. Tal y como Su
Majestad dijo... Acabaré con vosotros. Sí, eso haré. Y me vengaré
por destruir mi hogar. Sí, eso haré. Eso es lo que he hecho con el
otro aralio...
Neldrey se asusta. Ante ella hay
un hombre muy alto, puede medir cerca de los dos metros. De pelo
canoso, sudado y revuelto. La cara manchada de polvo y las ropas, de
muy buena calidad, rotas y sucias. Lo peor es su mirada; muestra un
gran estado de ofuscación. Si los ojos son el espejo del alma, los
de ese sujeto han caído al abismo de la locura. Cualquier intento de
comunicación sería en vano.
-¿El otro...? ¿¡Qué le
has hecho a Nash!?-la voz de la chica suena demasiado aguda a
consecuencia del miedo y del estrés acumulado
-Le golpeé la cabeza con...
ésto.- de detrás de su espalda saca un precioso bastón de madera
muy oscura. Con un rápido giro de muñeca, el bastón muestra una
pequeña junta y el hombre tira de la parte inferior dejando a la
vista una espada vieja, con el filo desgastado, pero manchado de
sangre.
-Neldrey sal corriendo de
aquí, ¡ya!- la voz cansada de Jake se alza intentando imponer algo
de miedo. Cosa que en su estado es bastante infructuosa.
-¡No! ¡No voy a dejarte
solo! ¡Ni siquiera puedes moverte!
-Dejaos de cháchara, escoria
humana.
Y entre gritos inconexos, aquel
hombre se lanza contra la chica. Ésta esquiva los primeros golpes,
que carecen de técnica o cualquier tipo de estrategia. Son
totalmente al azar y es imposible establecer un patrón de
movimientos. Jake, haciendo acopio de sus últimas fuerzas, se
levanta y se abalanza sobre él, que de una patada en el estómago,
derriba al joven. Normalmente un golpe así no lo hubiera dejado
fuera de combate, pero las múltiples palizas y torturas sufridas en
los calabozos del castillo están pasándole factura. Ahora ya sí
que no puede moverse.
-¡Maldita sea, Neldrey!
¡Escapa!
-¡NO!
-¡Hazme caso por una vez y
vete de aquí!
-Me prometiste que no me
dejarías sola. Yo tampoco te dejaré atrás.
Tras decir ésto, la chica coge
un pequeño taburete de madera forrado de terciopelo negro y corre
directa hacia su atacante.
-¡Neldrey no!- grita Jake,
impotente, mientras llora y se atraganta con su propia saliva y
lágrimas.
Un sonido de algo roto y
silencio. Aquel hombre ha ensartado a la hermosa joven. Ella, aún
con el taburete sobre su cabeza, libera un pequeño quejido.
-Asquerosa aralia... Te lo
mereces. El siguiente será tu amigo.
Neldrey, con la muerte
colgándole de las pestañas, mira con ira a su verdugo y, con todas
las fuerzas que puede reunir, golpea repetidas veces a aquel loco con
el banquito. Solo se detiene cuando sus brazos se quejan y las sienes
de él están destrozadas. Ambos caen al suelo en un abrazo mortal.
Ella con la espada clavada en su cuerpo y él con pequeñas astillas
en la cabeza.
Lo único que se escucha son los
alaridos desgarradores de Jake, que solo puede mover el cuello y ha
presenciado aquel trágico espectáculo sin poder salvarla.
Capítulo 115
Rothian y Kitz
Rothian esquiva como puede la
lluvia de puñetazos, patadas y sablazos que le llegan de todas
direcciones. Incluso consigue noquear a varios soldados. Kitz se
levanta presionando su estómago y también, gracias a su gran
velocidad, es capaz de dejar fuera de juego a dos o tres guardias. No
obstante, no a los suficientes. Normalmente, Kitz, al igual que Lyx,
se cura muy rápido, pero parece ser que la herida de su estómago es
más profunda de lo que pensaba. Esta vez tardará un poco más en
sanar. Tiempo del que no disponen. Quizá sean esos minutos los que
le impidan regenerar bien los tejidos dañados y acabe muerto. “Al
menos he de salvar a la princesa” se dice.
-¡Rothian! ¡Vete de aquí!
¡Yo los entretengo! ¡Tú debes acabar lo que empezaste!
-¿¡Estás loco!? Apenas
puedes moverte y estás herido. No voy a dejarte solo. No voy a dejar
que otra persona se sacrifique para salvarme. Con Flair tuve
suficiente...
-Rothian, no es momento para
sentimentalismos. A veces es necesario hacer sacrificios y
afrontarlos con la cabeza alta es el deber de una princesa. ¡Lárgate!
-Lo siento. Este país ha
tenido durante demasiado tiempo a un Rey que cree en los sacrificios
de los demás. Yo no soy así. Siento decepcionarte, pero éste es el
tipo de Princesa que soy. Ahora cállate y utiliza tus fuerzas para
intentar acabar con alguno más.
-Esto... ¿habéis
acabado?-dice una voz detrás de ellos y de los guardias de Pryon.-
Perfecto. ¡Atacad y salvad a la Princesa Rothian!
Los soldados de Arala. Están
salvados. Superan en número a los pryoranos y están menos cansados
también.
Mientras Rothian presiona la
herida de Kitz para frenar la hemorragia, la pelea acaba solo con una
baja entre los aralios.
-¡Strok!- grita la chica a
un joven de cabello rosáceo, casi blanco.
-Princesa.
-¿Dónde está mi madre?
-Su Majestad ha subido a la
sala donde se encuentra el Rey. La acompañan varios de los mejores
soldados y el espía Shadow.
-Llévame allí, y que uno de
tus guardias saque a este hombre de aquí para curarlo. ¡Rápido!
Jake, Neldrey y Nash
Nash aparece por la puerta
mareado y masajeándose la cabeza en el lugar en el que un loco con
un bastón lo golpeó mientras sacaba vendas de un armario. Ha
intentado llegar lo antes posible al oír los gritos de Jake, pero al
ver el cuerpo de Neldrey atravesado por una espada, sabe que ha
llegado tarde.
Se olvida de su cabeza y corre a
sacarle el acero de las entrañas a la chica.
-Nash... acércala a mí...
por favor...- Jake ya no puede más. Demasiado miedo, dolor y muerte
en tan poco tiempo.
El líder de los bastardos
obedece, ayuda a Jake a sentarse apoyándolo en un sillón y recuesta
a la moribunda mujer en el regazo del aralio.
-Yo... os dejo intimidad...-
dice saliendo de la habitación.
El silencio reina mientras Jake
acaricia la pegajosa frente de Neldrey. Está mortalmente pálida
pero sus labios siguen sumamente rojos. Es un ángel. Tan bella que
duele. Tan hermosa que cuesta creer que está más cerca del sueño
eterno que de la vida. Un rayo de sol a punto de desvanecerse.
-Tonta... te dije que te
fueras...-las lágrimas de Jake bañan las mejillas de la joven.
-Bueno... la... la obediencia
no es uno de mis múltiples dones...-intenta reír pero se atraganta
con su sangre y el sabor a hierro se adueña de su boca.
-No me dejes, Neldrey... Por
favor. Aguanta. Eres muy fuerte. Neldrey...
-Jake... tranquilo... solo,
solo quiero... dormir...
-Te quiero, Neldrey. Te
quiero.
-¿Sabes?... mientes...
fatal. Pero gracias...
-Él acerca su boca
temblorosa y la une a la de ella. No hay respuesta. Ya se ha ido.
Neldrey ha volado hacia el cielo, como un ángel que deja atrás su
disfraz de carne y piel para volver a su reino celeste.
-Me dijiste que no me
dejarías atrás...- Jake se queda acunando a la joven mientras Nash
espera en la habitación contigua maldiciéndose a sí mismo por no
haber podido hacer nada.
Capítulo 116
-Por favor, Lyx. No dejes que
te venza. Eres más fuerte que ella. Yo creo en ti.
-Agg, tanta palabrería me
aburre y me dan ganas de vomitar. Voy a matarte para que te calles,
¿vale? Lyx no va a volver, asúmelo.- digo empezando a divertirme
con la situación.
-Lyx... no quiero hacerte
daño. No quiero pelear contra ti. ¡Despierta!
-Oh, hombres... no sabéis
aceptar un no por respuesta.
Tras decir ésto, corro hacia
Ishtral, que se pone rápidamente en pie y descarga un gran puñetazo
en mi vientre haciendo que caiga de rodillas. En el suelo, me giro
con la pierna extendida para hacerlo caer, pero él salta y en el
aire patea mi mejilla. Un hilo de sangre nace en mi labio inferior.
-Maldición Lyx. ¡Escúchame!
Vuelve conmigo. ¿Cómo crees que se sentiría Pete al verte así?
Me levanto de golpe y comienzo a
reír a carcajadas.
-Sobrevaloras a la chica,
cariñito. Ya se ha rendido.
-No voy a rendirme. Voy a
hacer que Lyx regrese. Ella es mucho más fuerte que tú.
Enarco la ceja derecha,
interesada en el hombre que tengo ante mí. “Puede que merezca la
pena dejarlo vivo” pienso. “No, solo molestaría” me corrijo.
Muevo rápidamente las manos
moldeando numerosas bolas de fuego que lanzo al sargento y que se
clavan en él como balas. No obstante, tengo cuidado de no dar en
ningún punto vital, sería demasiado aburrido acabar tan pronto.
-Lyx, ya basta, ¿de verdad
quieres matarme? Pete estará revolviéndose en su tumba.
“Basta”
-Menuda hermana. Apuesto a
que si pudiera verte estaría llorando, incluso deseando no tener
nada que ver contigo.
“Basta”
-¿¡Qué sucede!? ¡No puedo
moverme! ¡Maldita chiquilla, cállate!-grito con las extremidades un
poco agarrotadas.
-¿Y tu madre? Dio la vida
por ti, para salvar tu alma, y tu haces inútil su
sacrificio.-continúa el sargento.
“¡Basta!, ¡para!”
-¿Sabes que Flair ha muerto?
¿que han violado brutalmente a Neldrey? ¿que nos han torturado a
Jake y a mí hasta dejarnos medio muertos? Vinimos aquí por ti, Lyx.
No para que te dejaras consumir por esa alimaña. ¡Despierta y
afronta la realidad! ¡No te escondas!
“¡¡Basta!!”
“¡BASTA!”
-¡Cállate maldito sargento!
Y tú, niña insoportable, deja de gritar en mi cabeza.
Ando tropezándome hasta la
pared y me golpeo la cabeza contra la misma.
-¡Cierra la boca! ¡Yo te
salvé! ¡Todo me lo debes a mí, ingrata! Eres asquerosamente débil.
¡CÁLLATE!
Tras ésto, de mis costados
comienzan a nacer extremidades de manera que mi cuerpo cada vez se
asemeja más y más al del arácnido. Me araño la cara luchando
contra la anciana. Puede que no tenga el control del cuerpo, pero mi
conciencia ha despertado. El fuego me envuelve y unos chorros de aire
extremadamente cálido golpean a Ishtral y lo lanzan contra la pared.
-He... he de matarlo... tú...
estás haciendo que ella quiera volver...
-¡Lyx! ¡Sigue luchando!
Piensa en Pete.
-¡CÁLLATE MALDITO HUMANO!
Parezco más una enorme araña
que una persona, y soy consciente de ello. Quiero luchar, quiero
recuperar mi cuerpo. La vieja-araña envuelve a Ishtral en unos hilos
candentes que le queman poco a poco la piel. El sargento grita y es
ese grito de dolor el que me hace querer derrotar al arácnido. No
voy a permitir que mate a nadie más, y menos a él.
Los hilos se deshacen, al igual
que lo hace la forma monstruosa. Vuelvo a mi cuerpo y caigo de
rodillas, sudando, temblando y llorando. Soy yo, he recuperado el
control, ¿verdad?
-Lyx, Lyx, ¿eres tú? Sí,
sí lo eres. La has derrotado, confiaba en ti, Lyx yo...
-Mátame.
Capítulo 117
Rothian, la Reina de Arala y
el monarca de Pryon
La princesa entra de golpe en
una sala rectangular inmensa en la que se encuentra su madre, la
Reina de Arala, unos veinte o treinta soldados de cada bando, Shadow
y el Rey de Pryon.
-Oh ama Rothian. Shadow
bueno, Shadow fiel. Shadow aquí por usted, para salvarla. Shadow muy
bueno, shadow muy fiel.
-Silencio, Shadow- ordena la
princesa-. Mamá, ¿qué...?- pregunta al ver a los soldados aralios
reduciendo a los pryoranos, disfrutando con antelación de la
victoria, y al Rey, sentado en su trono, abatido, furioso y
derrotado, a punto de firmar algo que lleva el sello de su madre.
-¡Mi niña! Rothian, me
alegro tanto de que estés bien... aunque ahora no es el momento. El
Rey está a punto de firmar un tratado de paz por el cual abdicará y
se irá al exilio.
-¿Y ya está? ¿Así de
fácil? No me lo creo.
-Bueno, no tiene más
remedio. Todos los ciudadanos, a los que pretendía usar como carne
de cañón, huyeron. Volamos por los aires los almacenes en los que
guardaba sus armas y su ejército, asustado y confuso, no ha tenido
tiempo de reaccionar antes de que nosotros llegáramos. Puede que
Pryon sea una bestia militar, pero si el que debe dirigir todo es un
incompetente, su derrota está asegurada. Es como jugar al ajedrez y
ésto es un “jaque-mate”.
-Entonces... ¿Se acabó?
¿hemos ganado?- dice Rothian sintiendo cómo, bajo su máscara, sus
mejillas se humedecen. Piensa en Flair, “si solo hubiera aguantado
un poco más o nuestro ejército hubiera llegado un poco antes...”
se lamenta.
El Rey de Pryon, humillado por
tan fácil derrota, acaba de firmar y tiende el papel a uno de los
soldados de la Reina. Ella lo toma y le da la espalda para
mostrárselo a su hija.
-Éste... éste no es mi
final, zorra aralia...- dice con voz lúgubre el destronado monarca.
Ante la indiferencia de la Reina
frente a su amenaza, el Rey, en un movimiento sumamente rápido, saca
un cuchillo escondido en la tela que cubre el trono y corre hacia
ella.
-¡Cuidado, mamá!- chilla
Rothian poniéndose delante de ella.
La Reina grita y unas gotas de
sangre manchan el oro de la máscara de la Princesa.
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