Capítulo 110
El fuego me corroe. Me siento
tan poderosa como loca. Sé que no puedo controlar mi cuerpo y me
adormezco. Ahora, mi otro yo es la reina de mi alma y sé que no
podré volver a ser yo misma pero ojalá, cuando todo ésto acabe,
halle alguna forma de revivir mi conciencia.
-Deja de pensar, querida. Ya
eres mía. Ahora déjame sacarnos de este cubito de hielo.- La voz de
la anciana surca mi cansada mente. Asiento y cierro los ojos .
Tal y como pasó cuando la araña
evitó que bebiera el veneno, lo veo todo a través de sus ojos, como
si fueran una ventana. La única diferencia es que en ese momento, yo
me revolvía y luchaba por recuperar el control, limitando así el
poder del arácnido. Ahora no opongo resistencia.
Las yemas de los dedos
relampaguean y exhalo un largo suspiro bañado en cenizas. Una espesa
nube de humo me va envolviendo poco a poco, calentando mis músculos.
Los ojos, de un naranja vivo, se fijan en mis muñecas presas y veo
como el metal de los grilletes comienza a fundirse muy lentamente
sobre mi piel. No me quema, al contrario, resulta sumamente
placentero. Al cabo de unos minutos, el acero que me apresaba no es
más que un charquito en el suelo. La humareda me sigue rodeando todo
mi cuerpo y toco una de las paredes. La forma de mi mano queda
tatuada en el hielo y, como una avalancha, el agua congelada se va
evaporando desde ese punto hasta consumirlo todo. Ahora mi celda
parece una sauna asfixiante y yo me siento llena de vida.
Unas explosiones hacen temblar
el suelo; ni siquiera les presto atención. “Lo único que he de
hacer es asesinar al Arquero y salvar a los estúpidos aralios y a
los hermanos que me han acompañado. Una tarea tediosa pero, qué
menos que hacerle ese favor a Lyx antes de consumirla por completo”
piensa el arácnido sin que ello haga que me resista a su posesión.
Entonces, como invocado por mis deseos, la puerta se abre de manera
que todo el vapor escapa dejando envuelto en un leve halo de humedad
al Arquero.
-¿Cómo has podido soltarte?
-Oh querido- dice con voz
melosa “la otra Lyx”-. Qué poco imaginativo, los hombres como tú
no me atraen en absoluto.
-Debo acabar contigo. Órdenes
de Su Alteza.
-Y yo debo matarte a ti.
Órdenes de Lyx.
-¿De qué hablas?
-Una larga historia.
¿Empezamos ya o...?
El Arquero cruza la estancia
como una exhalación y propina un fortísimo puñetazo en mi
mandíbula, que libera un crujido.
-¡Oye! Eso me ha dolido. ¿Tu
madre no te enseñó a tratar bien a las mujeres?
Antes de que diga nada más, mi
adversario me patea el costado, donde antes me había herido con una
de sus flechas.
-Vale, se acabó. Necesito
este cuerpo intacto.- dice, con mis labios, el arácnido.
Chasqueo los dedos y una pequeña
corriente eléctrica me atraviesa. Los vuelvo a chasquear y de ellos
salen unas llamas que parecen tener vida propia.
El Arquero abre mucho los ojos y
saca su arco, imagino que pensó que podría matarme a golpes. Me
subestimó y ahora pagará por ello. Pagará por haber matado a Pete.
Junto las palmas de las manos y uno las flamas. Una especie de látigo
muy largo y que se mueve solo aparece. Una flecha sale disparada
directa a mi corazón pero sencillamente queda calcinada al acercarse
a mi cuerpo. Ni siquiera me roza. Envuelvo con el látigo el cuerpo
de mi enemigo y visualizo su sangre hirviendo. Lanza un alarido de
dolor que, a mis oídos, es tan placentero como la hermosa voz de
Flair. Centro una mirada carente de humanidad en él y digo, en voz
baja y grave.
-Adivina, adivinanza,
querido... Si el 65% del cuerpo humano es agua, ¿qué le pasará si
empiezo a hervir muy poco a poco ese agua?
Entorno un poco los ojos y
sonrío cruel. Comienzo a elevar su temperatura corporal causándole
un dolor inhumano. Supongo que ese Arquero nunca tuvo posibilidad
alguna de vencerme desde el principio.
Capítulo 111
Mientras Lyx lucha contra el
Arquero, el resto.
Neldrey se ha puesto la ropa del
guardia al que Nash disparó. Ha dejado de llorar, porque no es
momento de lamentarse, y ahora ayuda a caminar a Ishtral. Aunque
apaleado y malherido, se encuentra mejor que Jake, quien está siendo
transportado en la espalda de Nash. No tiene fuerzas para moverse,
aunque, al menos, está consciente.
-¡Nash!- dice una vocecita
conocida.
-Kitz, al fin, salgamos de
aquí.
Se han reencontrado todos.
Bueno, casi todos.
-Os... ¿Os conocéis?-
pregunta débilmente Ishtral.
-Básicamente decidí venir a
ayudaros y los bastardos me llevaron a su campamento. Dije el motivo
de mi viaje y Nash quiso acompañarme.
-Pero... ¿cómo
conseguisteis... atravesar esa enorme montaña en... en tan poco
tiempo?-continúa el sargento.
-Soy muy rápido- contesta
lacónico Kitz-. Más importante, ¿cómo estáis? ¿Qué os han
hecho?
-Supongo que hemos estado
mejor...- dice Neldrey-. ¿Dónde...? ¿Dónde están Lyx y Flair?
Rothian baja la cabeza y se
clava las uñas por lo que es Kitz quien contesta.
-Lyx no estaba con ellos y
Flair...- rehuye la mirada preocupada de la joven y suspira.
-No... No puede ser...
¿mientes verdad? ¡ROTHIAN DIME QUE MIENTE!
-Lo siento Neldrey...
Ésta se seca una lágrima y
pregunta qué le pasó.
-Luchó contra el príncipe
Drake y lo mató, pero resultó gravemente herido en la cabeza.
Perdió mucha sangre y... Lo siento, era una herida muy grave. Murió
poco después.-Kitz es el que ha hablado y Rothian se muerde los
labios pensando que sí, que eso era cierto, pero que si Flair no la
hubiera besado quitándole el encantamiento, quizá podría haber
sobrevivido. No obstante, no es capaz de admitir eso delante de la
joven. Nadie sabrá que está curada porque, de ahora en adelante,
jamás se quitará la máscara; jamás.
-Buscaré a Lyx.
Ishtral se ha erguido y ya no se
apoya en Neldrey para andar. Al menos, ha recuperado algunas de sus
fuerzas.
-Blood, apenas puedes
caminar...- responde Kitz.
-¿Has oído las explosiones?
Lo más seguro es que la batalla haya comenzado. Kitz, tú y Rothian
deberíais ir a por el Rey. Entre la fuerza y velocidad que posees y
los poderes de la princesa no creo que tengáis muchos problemas.
Jake apenas puede moverse y Neldrey sigue muy débil. Nash debería
sacarlos de aquí. Solo quedo yo, que ya estoy mejor. Además,
necesito encontrarla...
-Hagamos... lo que... dice...
el Bobo Real.
-Jake cariño, ¿estás
bien?-dice angustiada Neldrey.
-Él tiene razón. Co...
Confiemos en él... -le cuesta un poco hablar pero parece que empieza
a recuperarse un poco-. Blood. Salva... a Lyx. Por favor.
Ishtral asiente y se separan.
Capítulo 112
Observo cómo el Arquero se
retuerce entre las llamas de mi látigo. Arde su cuerpo y su alma.
Delicioso.
-¿Qué sucede, cariño? ¿Ya
no tienes ganas de usar una de tus flechas?
Una risa estridente y afilada
como una daga resuena en mi garganta cuando mi oponente grita a pleno
pulmón dejando un pequeño reguero de saliva pegajosa en sus ropas
medio calcinadas.
-Qué asco, deberías
aprender a morir con más elegancia.
Crispo los dedos y una especie
de ola llameante corre por la superficie del arma, rugiendo como una
bestia hambrienta.
-¡LYX PARA!
La voz de Ishtral me distrae y
hace que el látigo se deshaga en una nube de humo. El Arquero cae
semiinconsciente al suelo, luchando por introducir algo de oxígeno
viciado en sus pulmones maltrechos.
-Oh, vaya. Cariño, ¿no te
han enseñado a llamar a la puerta?
-Devuélveme a Lyx.
-Mmmm que tono tan varonil,
quizá me equivoqué de presa al consumir a esta niña.
-Te lo digo por última vez,
vieja. Devuélvele el control a Lyx y sal de su cuerpo.
-Podría, pero he de negarme.
Fue ella quien se me ofreció voluntariamente, ¿quién soy yo para
ir en contra de sus deseos?
-¿Se... se sacrificó?
-Verás cielito, la palabra
sacrificio es muy fea. Simplemente hicimos un trato. Yo mataba a ese
Arquero, os salvaba y su cuerpo sería mío. Fácil y sencillo. ¿Me
dejas acabar lo que he empezado con ése?- digo señalando con la
barbilla al Arquero que tiembla y se arrastra por el suelo abrazando
la zona de su cuerpo quemada por el látigo.
Con un mohín un poco infantil
hago que el humo se arremoline alrededor del cuerpo del Arquero y en
mis manos empieza a materializarse lentamente un puñal de llamas.
-En un momento estoy contigo,
sargento, o... espera. Creo que tú y yo estamos enamorados, mejor te
llamo... ¿Ishtral?
-No te atrevas a llamarme
así. Solo se lo permito a Lyx.
-Te olvidas de que ahora yo
soy Lyx.
Parece que ese comentario le
afecta porque saca la daga con la empuñadura de oro y corre hacia
mí. Rápida y sin ningún tipo de esfuerzo esquivo sus golpes.
Asesto dos rodillazos consecutivos en su abdomen y, cuando se dobla
de dolor, le propino un codazo en la espalda. No está peleando en
serio pero no sé si es por el hecho de que no quiere dañar mi
cuerpo o porque está bastante herido. “Bueno, es su problema”
pienso.
-Vuelve a interferir y acabo
contigo, “amor mío”.
Le doy la espalda y unas lenguas
de fuego aplastan al Arquero contra la pared mientras, con la mano
derecha, empuño el puñal que voy a clavarle en el corazón.
-¿Unas últimas palabras?
-Demonio.- ante ésto inclino
la cabeza un poco y pestañeo varias veces.
-Vaya últimas palabras más
inútiles, eso ya lo sabía. Adiós querido.- digo con un tono
cantarín y alegre que contrasta con la atmósfera imperante. Alzo el
brazo y algo desgarra mi hombro haciendo que gruña.
Ishtral me ha disparado. Me toco
la zona herida con el dedo índice y lamo la sangre. Me giro hacia el
sargento y sonrío. Chasqueo los dedos y, mientras me acerco a él,
el cuerpo del Arquero comienza a arder causándole un enorme dolor.
-¡NOOO!
-Oh, pobre, pobre hombre. Si
no me hubieras detenido, él hubiera muerto de una forma menos
dolorosa. Eres muy cruel, cielito, ¿lo sabías?
-Reacciona Lyx. Tú no eres
así. No eres una asesina.
-Bueno, en eso tienes razón.
En cuanto te mate a ti dejaré de hacerlo. Lo prometo. Todo sea por
nuestro amor.
Capítulo 113
Nash, Jake y Neldrey
-¡Rápido, por aquí!- dice
Nash guiando a la chica por un sinfín de pasillos idénticos.
-¿Cómo consigues
orientarte?
-Mi madre trabajaba en este
castillo. Me crié aquí. Luego Su Alteza la asesinó y yo me exilié.
Fin del cuento.
-Lo siento. Mi hermano y yo
también somos bastardos... bueno, ahora solo quedo yo...
-Neldrey...-la voz de Jake
empieza a sonar un poco más enérgica, pero aún está muy grave.
-Mirad, ahí está la salida.
Huyamos de este infierno. Seguro que Kitz y Rothian llegan hasta el
Rey y Blood salva a la aralia testaruda.- asegura Nash.
Están agotados pero no frenan
su carrera hacia la salvación, hacia una incierta esperanza. Si la
princesa no consigue acabar con el Rey, todas las muertes y
sacrificios habrán sido en vano, y eso escuece más que cualquier
herida.
Salen por la parte de atrás del
Castillo. No hay ni un guardia. Lo más seguro es que todos estén
dentro de Palacio para custodiar al Rey y ayudarlo a escapar de algún
modo. Escapan por la muralla, derruida por la explosión en cadena de
los almacenes de armas y se pierden entre el polvo, los escombros y
los cuerpos.
Rothian y Kitz
-¿Sabes hacia dónde vamos?-
pregunta la chica.
-No, pero lo que es seguro es
que debemos subir, las estancias del Rey están en lo más alto del
castillo. Rothian, no te separes de mí. Ya no tienes tus poderes
y...
-Y tú me enseñaste a
pelear, no solo a depender de mis poderes. Estaré bien. Ya no soy
ninguna niña asustada. Además, Flair quiere... quería que viviese
y no voy a decepcionarlo.
El hombrecillo asiente y siguen
corriendo, subiendo decenas de escalones laberínticos que parecen
extenderse hacia el centro del universo. Un ascenso sin final.
Al cabo de unos minutos que
parecen horas, llegan al final de la escalera y se adentran en un
oscuro pasillo.
-Debemos conseguirlo Kitz.
-Sí, Princesa, cuando
acabemos, este reino podrá... ¡CUIDADO!
De las paredes, han salido unos
veinte soldados de Pryon. Les tiemblan las manos en las que sostienen
las lanzas; no hay nada más peligroso que unos hombres aterrorizados
luchando por sobrevivir. Una de sus armas está bañada en sangre.
Rothian se mira pero ella no tiene ni un rasguño. Un suspiro de
dolor le hace girar la cabeza hacia Kitz. Su estómago. Le han
clavado una lanza en el estómago. Por protegerla. Ha sido su escudo
humano.
-¡Kitz! ¡¿Estás bien?!
-Sí... es... no es demasiado
profunda pero... estoy perdiendo mucha sangre... debemos salir de
aquí, princesa.
-No... no... os dejaremos
acercaros a Su Alteza...- dice un guardia, aún imberbe, con voz
trémula.
-¡Estúpido chaval! ¡¿vas
a arriesgar tu vida por un monarca déspota que os usa como
herramientas?!
Parecen dudar un poco pero otro
soldado más gordo y mayor grita con voz ronca que juraron lealtad a
Su Alteza y que pelearán hasta la muerte. Kitz apenas puede respirar
por la enorme hemorragia, Rothian ha perdido su mayor poder y está
sola ante esa avalancha de letales marionetas del Rey.
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