Etiquetas

jueves, 9 de junio de 2016

Capítulos 15, 16 y 17

Capítulo 15

El aliento de aquel ser invade mis fosas nasales causándome unas náuseas irrefrenables. Estoy paralizada de miedo y mi garganta solo emite unos extraños gorjeos. No puedo gritar. No puedo huir.
-¿Ahora qué pequeña Lyx? -dice con una voz mucho más grave que en su forma de anciana- ¿Sigues pensando que eres inocente? Eres una asesina. La causa de que tu hermano sea huérfano.
-No... No quería... A ella no...- eran susurros lo que salían de mi boca seca.
-Oh, perdón, he cometido un error. Eres la causa de que tu hermano fuera huérfano. Él también ha muerto, ¿y por qué?: Por tu culpa. Por no haber sabido detener a ese arquero. Eres tan inútil, Lyx.
Estoy dolida, asustada, desbordada. Aquella inmensa araña aprieta mi cuello hasta que mis ojos se enrojecen y hace unos pequeños arañazos en mi cuello y clavícula. Me gira la cabeza y en un extremo de la telaraña veo a Pete semi-envuelto en un capullo. Me mira con los ojos desorbitados y me señala.
-Fue tu culpa. Morí por tu culpa. No hiciste nada por mí. Te odio.
Sus palabras me hieren en lo más profundo y siento como si me desplomara por un precipicio oscuro, sin fondo.
-Por tu culpa crecí sin padres que me quisieran. Por tu culpa no amé a nadie y nadie me quiso. Por tu culpa morí solo.
-¡No! Pete, eso es mentira. Yo te he querido y lo sigo haciendo. Y sí que has amado, ¿qué hay de Luy?
-¿Quién es Luy?
Un momento, acaba de preguntar quién es Luy. El Pete que yo conozco jamás olvidaría a esa pequeña. Él tampoco me echaría en cara la muerte de nuestra madre por muy responsable que fuera ni tampoco pensaría que ha muerto solo puesto que lo sostuve entre mis brazos hasta que su cuerpo se enfrió.
-Cántame la nana de mamá -digo temblando.
-¿Por qué? ¿para que te sientas mejor? Oh no, hermanita. No voy a cantarte ninguna estúpida canción de cuna.
No me hace falta hablar más. Él jamás diría que la nana de mamá es estúpida. Aparto con esfuerzo la mirada de mi hermano y veo al enorme arácnido moviendo unos hilos delgadísimos que están unidos al cuello del falso Pete. Ése no es mi hermano. Me concentro y siento la ira quemando mis venas. Ese extraño ser no solo ha usado mi propio sentimiento de culpa contra mí, sino que además ha deformado el precioso recuerdo que tengo de mi hermano. Me ha hecho dudar de mí misma y, lo que es peor, de Pete.
Alzo una mirada furibunda y asesto una gran patada justo en el abdomen del arácnido haciéndolo retorcerse de dolor. De mi vista desaparece el capullo en que se hallaba preso “Pete”. Mis muñecas también se ven liberadas de aquellos finos hilos. Caigo al suelo y frente a mí, toda la telaraña se ha vuelto a transformar en miles de hojas unidas por puntadas. Lo único que aún queda es la araña. Se acerca hacia mí con los ojos completamente negros. Puedo jurar que veo mi propia muerte reflejada en la negrura de sus pupilas.
Golpea el árbol que está detrás de mí y, aunque me agacho, con otra de sus patas me lanza por los aires pateándome el costado. Siento arcadas y me doblo de dolor. Ni siquiera puedo respirar cuando veo que la alimaña vuelve a acercarse. Me pongo en pie y corro directa hacia ella a toda prisa. Mueve su cabeza buscándome. Ruedo bajo su impresionante y peludo abdomen. Cojo una de las agujas que usaba cuando estaba disfrazada de anciana. Con ella en la mano, escalo por una de sus patas traseras. El tacto de su pelaje en mis manos es asqueroso. No obstante, debo agarrarme fuertemente puesto que no para de revolverse para tirarme de su espalda. A duras penas llego hasta su cabeza y clavo la aguja en su cuello lo más hondo que puedo. Un grito atronador me revienta los tímpanos y yo también chillo. Salgo despedida de su espalda por los espasmos del arácnido mientras que un líquido viscoso y grisáceo sale a borbotones de la reciente herida y tiñe mi ropa.
La araña sufre algunas convulsiones y vuelve a ser la esperpéntica anciana de antes.
Lentamente, arranca la aguja de su cuello y recoge la otra. Luego vuelve a sentarse inclinándose hacia delante y hacia atrás.
-No te preocupes, mi linda Lyx, ha sido la primera vez que me ves, pero no será la última.
Sonríe y lame sus labios con una lengua negruzca y putrefacta. Caigo al suelo, agotada, limpio el sudor frío que ensucia mis pestañas y cuando vuelvo a alzar la vista, ella ya no está. No hay árbol, ni hojas cosidas a otras. No estoy manchada de sangre. Ha desaparecido la anciana con sus agujas y ha terminado mi pesadilla.
Miro al cielo para ver la posición de la luna. Lo que para mí ha sido eterno, apenas ha durado unos minutos.

Capítulo 16

Tengo ganas de tumbarme en el suelo y descansar. De cerrar los ojos y fingir que Pete sigue vivo, que no acabo de matar a una araña enorme para que luego ésta desaparezca. Aún así, la vida no es ningún cuento de hadas. No va a venir un príncipe azul a salvarme. Vuelvo a acercarme al río, me agacho para lavarme la cara y, de paso, despejarme un poco. El agua corriendo por mi cuello es refrescante hasta que empieza a escocerme el cuello. Los arañazos que me había hecho aquella araña me duelen. Cuando me giro, dispuesta a seguir en busca de Luy, la veo mirándome y con un trozo de tela envolviendo su boca y nariz.
-¡Luy! Te estaba buscando, pequeña.
-¡Lyx!, ¡corre, vámonos! -parece asustada y temo que aquel arácnido con apariencia humana la hubiera atacado también a ella.
-¿Por qué? ¿Qué pasa?
-Te lo explico por el camino, por favor, vámonos de aquí- su tono suplicante y la forma en que tiraba de mi mano me convencen.
Las dos caminamos ya por la ruinosa zona sur que había sido nuestro hogar hasta los últimos meses.
-¿Estás bien, Lyx?, ¿has visto algo raro?
-¿Qué?, ¿es que tú no has visto a la señora mutante que se convierte en araña?
-Lo suponía.
-Explícate, Luy.
-Por esa zona hay que pasar tapándose la nariz y la boca. Está llena de unas flores que brillan atrayéndote hasta ellas y cuyo aroma te hace ver lo que más temes y enfrentarte a ello. Yo ya lo sé, pero la primera vez que pasé, vi un enjambre de mariposas hambrientas de carne humana... y sabes el miedo que me dan esos bichos. ¿Tú dices que has visto una araña? No me extraña, siempre les has tenido fobia, pero no te preocupes, solo era una ilusión.
Me llevo inconscientemente las manos al cuello. Si había sido una ilusión, ¿cómo es que las heridas eran reales?, ¿y cómo es que me dolían tanto unos simples arañazos? No le dije nada a Luy para no asustarla pero le advertí que evitara pasear por allí.
Nos sentamos juntas en el tejado del que había sido mi hogar y le cuento que me debo marchar para vengar la muerte de mi hermano. Le cuento sobre Jake, el Sargento Blood y la princesa Rothian. Cuando menciono a la princesa se le abren mucho los ojos en señal de admiración. Luy siempre dice que quiere ser tan guapa como Rothian.
Tras abrazos, besos y alguna lágrima corro hasta el bosque de la zona norte donde me esperan mis amigos. Los arañazos laten en mi cuello y clavícula.

Capítulo 17

Corro lo más rápido que puedo y entre las ramas de los árboles entreveo la melena rizada de Rothian. Cómo si hubiera percibido mi presencia, se gira justo en mi dirección y sonríe aliviada.
-¡Lyx! Al fin llegas, estábamos preocupados.
Ishtral y Jake se acercan a mí, que trato de recuperar el aliento.
-¿Estás bien?, ¿por qué has tardado tanto?- Jake estaba muy preocupado por mi tardanza.
-Lo más seguro es que se haya perdido. Torpe -añade Ishtral secamente recibiendo una mirada asesina por parte de Jake.
-Sargento, estás mucho más guapo calladito -contesto.
-No te preocupes Lyx -empieza Rothian-. Se moría por ir a buscarte. Estaba muy preocupado. Los dos lo estaban.
Ishtral resopla y señala las mochilas que nos llevarán a Pryon.
-Yo me voy ya, haced lo que queráis.
No miente, se la coloca y salta. Sube mucho, tan alto que su pelo rojo es solo un punto en el infinito azul oscuro de la noche. De repente, veo su perfecta figura descender en picado, más allá de la tierra que nos sostiene, más allá de Arala.
Los demás imitamos a Ishtral.

Por un momento, cuando estoy yo sola entre las nubes pienso que puedo seguir adelante, que no hace falta estar entre dos países a punto de declararse la guerra. Como he dicho, solo ha sido momentáneamente, luego he recordado a mi pequeño y vivaz hermano. Mi Pete. Aprieto los dientes y puedo sentir la sangre de su asesino corriendo entre mis crispados dedos. Solo sé una cosa: voy a matar a ese arquero. Al pensar en ésto, mis arañazos se estremecen.

Safe Creative #1510265626161

lunes, 6 de junio de 2016

Capítulos 12, 13 y 14

Capítulo 12

Tal y como Rothian dijo, a las once y media de la noche oigo a Ishtral hablar con el guardia que había estado vigilándome desde las siete de la tarde. Llega a mi celda y se pone de espaldas a mí. No nos hablamos. A las doce y media, cuando ya no se oye ningún tipo de ruido, Ishtral saca un manojo de llaves y escoge una cuya forma retorcida llama mi atención. Salgo de mi prisión y entre los dos apagamos algunas de las antorchas para reducir la luz. El juego de luces y sombras endurecen el perfil de Ishtral. Su boca parece esculpida en mármol.
Salimos por una pequeña escalera de caracol escondida en uno de los numerosos recodos de las mazmorras. Es muy estrecha y causa una cierta sensación de claustrofobia. Ishtral nota mi angustia y me coge de la mano.
Juntos subimos un buen trecho hasta que por fin veo la luz blanca y limpia de la luna. Él sale primero y, agarrándome por la cintura, me eleva como si fuera una pluma. Me sigue sujetando hasta que dejo de temblar.
-Ya puedes soltarla, sargento -Jake nos observaba y no le estaba gustando lo que veía.
-¿Y si no quiero? -Me abraza más fuerte y me siento como si simplemente estuviera en medio dos estúpidos.
-Dejadlo ya, cuando tengáis la suficiente edad como para estar juntos sin pelearos, avisadme -digo librándome de los brazos de Ishtral y encabezando la marcha.
Nos alejamos de la cárcel y le digo a Ishtral que se adelante, que le diga a Rothian que voy enseguida. Yo antes debo despedirme de los huérfanos, en especial de la pequeña Luy (la niña de la que Pete estaba enamorado).
El sargento Blood, aunque de mala gana, acepta. Jake insiste en acompañarme y no puedo reprochárselo, él y yo somos los mayores y todos los niños dependen de nosotros, qué menos que darles un abrazo antes de irnos.
Jake y yo, corriendo por los destartalados tejados de la zona sur de Arala, llegamos a nuestro refugio, todos lo niños se reunían allí cada noche a pesar de estar viviendo en la posada que les habilitó la Reina.
Allí nos reciben entre lágrimas y abrazos. Las mangas de los más pequeños están manchadas de mocos de tanto llorar. Necesitan descargar la pena y miedo pasado en los últimos meses. Una pequeña parte de ellos les decía que los años felices, viviendo juntos y robando manzanas para después huir de las tenderas, habían llegado a su fin.
Nos sentamos todos en círculo y Jake y yo les explicamos que nos tenemos que ir, que van a pasar un tiempo sin vernos y que sean valientes. Sé que lo serán.
Jake y yo nos despedimos de todos, uno a uno, pero me falta la pequeña Luy.
-Greg, ¿dónde está Luy?- le pregunto a uno de los niños más mayores.
-Supongo que estará donde siempre se esconde desde que Pete...
-¿Dónde?
-En el columpio largo, cerca del lago.
-Gracias. Anda, corre con los demás y cuídalos por mí.
-Lo haré, Lyx. Ten cuidado.
Le sonrío y los veo alejarse hacia la posada donde ahora viven.
-Jake, ve junto a Rothian y el Sargento Blood, diles que voy enseguida, tengo que buscar a Luy.
-Vale, pero no tardes, debemos irnos antes de las cuatro de la madrugada o el sol nos hará un blanco fácil para las tropas de Pryon.
-No te preocupes, solo voy a buscarla para despedirme, sabes lo importante que era ella para Pete.
Dicho ésto, él parte hacia el norte, hacia el bosque donde nos esperan nuestros amigos mientras que yo me adentro más al sur, siguiendo el curso del río que conduce al lago.

Capítulo 13

Llevo caminando unos veinte minutos siguiendo el río, calculo que no quedará mucho hasta llegar al columpio largo que, para aclarar dudas, es exactamente eso: un columpio muy largo atado a la rama de un árbol.
Paso por un claro que, extrañamente, parece estar más iluminado que el resto del mundo. Me acerco más y, escondida tras el tronco de un árbol, veo a una anciana de cabellos plateados. Me impresiona su aspecto, es como una caricatura viviente: las piernas muy delgadas y pequeñas en comparación con el imponente torso. Los párpados caídos y el lóbulo de las orejas le llega por los hombros. La boca muy fina y marcada por arrugas. Lo que me impresiona es lo oscuro de sus ojos, un enorme iris negro brillante que casi le ocupa todo el ojo comiéndose la parte blanca. Se balancea sentada en un banco, sus diminutas manitas sostienen dos enormes agujas que están tejiendo... una enorme hoja blanca con las hojas del árbol que estaba a su lado. Cada vez que une una hoja a otra hace una grieta en el árbol, que sangra derramando su savia color miel.
No sé por qué pero no puedo parar de mirar a aquel personaje tan extraño que nunca antes había visto.
-Hola, Lyx- dice la anciana con voz lenta-. Anda linda, sal que te vea.
No me acerco a ella, permanezco escondida.
-Lyx, preciosa, ¡Sal ahora mismo!- cuando me grita lanza una de sus inmensas agujas con una fuerza sobrehumana que traspasa el árbol y se queda a unos milímetros de mi cuello.
Salgo temblando de miedo.
-Oh, mi linda niña, aquí estás- al decir ésto extiende la mano hacia su aguja, que tiembla dentro del árbol y vuelve volando a su apergaminada mano.
-¿Qu... qué quiere de mí? - me siento mareada y el árbol donde se había clavado el “arma” de aquella anciana se había ennegrecido hasta convertirse en ceniza.
-¿Por qué no te sientas y hablamos?
-¿hablar de qué? -mantengo las distancias.
-No sé, del clima, de Arala, de ti, de mí, de Pete, Jake, Ishtral, Rothian... O de la extraña muerte de tu madre, ¿qué te apetece, mi niña?
Abro mucho los ojos, cómo puede saber esa anciana el nombre de mis amigos, de mi hermano. Cómo puede saber lo de la muerte de mi madre...
-Tengo que irme.
-Tú la mataste, Lyx. A tu propia madre. Qué niña más mala.
Un escalofrío quiebra mi columna vertebral. ¿Cómo...?
-No, mentira, fue un accidente, yo no...
-Tú sí. ¿Recuerdas? Aquella noche oíste a tus padres gritar mucho. Pete era solo un bebé. Tú tenías ocho años recién cumplidos. Papá y mamá peleaban. Bajaste las escaleras descalza, asustada. Te asomaste al marco de la puerta y viste a tu padre darle un puñetazo a tu madre. Luego otro. Le sangraba el labio. Cayó al suelo. Una patada. Tú temblabas y tu madre le gritaba a tu padre que no os tocara, que si os hacía algo a Pete o a ti, ella le mataría. Tu padre le dio una patada en la boca, apestando a alcohol y a locura. Tú no lo podías soportar, corriste a la cocina y cogiste un cuchillo.
-¡NO! ¡PARA! ¡NO LO DIGAS! -estoy de rodillas, llorando desconsoladamente y arañándome los oídos. La anciana sonríe formando una mueca fantasmal.
-Con el cuchillo en tus temblorosas manos te pusiste tras tu padre. “No vuelvas a pegarle a mamá o...- ¿O qué, Lyx? ¿vas a matarme?” tu padre sonrió y agarró del pelo a tu madre, que lloraba. Él le besó un ojo amoratado y tú te lanzaste sobre él. Tu padre no se lo esperaba y tu madre su puso entre él y tú. Tu fino camisón blanco se tiñó de rojo, pero de la sangre de tu pobre e inocente madre. Tu padre, temblando, huyó y nadie supo más de él. “mamá, perdona, yo no quería, a ti no. Perdona mamá. No te mueras, perdona mamá”. Oías de fondo el llanto de Pete.
Tu madre te besó la mejilla, te dijo que no pasaba nada, que te quería más que a nadie y que siempre te cuidaría. “Adiós, mi pequeña y valiente Lyx”.
Una neblina enturbia mis ojos y, al mirar al suelo, veo un cuchillo ensangrentado a mi lado y mis ropas manchadas de sangre. Otra vez no. Por favor, no.
De repente, la anciana golpea la tela de hojas blancas y se forma una enorme red a mi alrededor. Estoy inmóvil y mi instinto de supervivencia, anulado. Levanto con esfuerzo los ojos, que han perdido su color y veo que la anciana está de pie sobre un hilo. Da un paso y se le alargan las extremidades naciéndole cuatro más. Otro paso y su cuerpo queda cubierto por una pátina peluda. Otro paso y ya no hay anciana, hay una enorme araña caminando hacia mí, babea y no puedo moverme. Una lágrima sucia y polvorienta se derrama por mi cara. Cierro los ojos cuando siento las patas de la araña estrujando mi cintura y su boca rozando la mía.

Capítulo 14

Mientras tanto en el bosque de la zona norte.

-Eh, tú, ¿dónde está Lyx?- pregunta Ishtral a Jake
-Tengo nombre, Bobo Real.
-Lo mismo digo.
-Ya está bien los dos. Jake, ¿dónde está Lyx? -media Rothian entre los dos.
-Cuando nos despedimos de todos los huérfanos, la única que no estaba era Luy y Lyx quería hablar especialmente con ella.
-¿Por qué con ella? -añade Ishtral.
-El hermano de Lyx estaba enamorado de esa niña. No quería irse sin darle un abrazo a Luy.
-¿Pero no está tardando mucho?, sargento Blood, tengo un mal presentimiento- se nota el temor de Rothian en su voz.
-Voy a por ella- Ishtral estaba empezando a alarmarse.
-Te acompaño, sargento- Jake siente que no debería de haberla dejado sola.
-No, dejadla sola. No sé exactamente qué está pasando pero sé que Lyx vendrá pronto. Lo sé.
Rothian tiene una especie de sexto sentido. Cuando establece un vínculo emocional con alguien, es capaz de saber, mejor dicho presentir, si la otra persona está bien. Ella sinceramente espera no equivocarse con Lyx.
Vuelve pronto, por favor” piensa inquieta.

Safe Creative #1510265626161

jueves, 2 de junio de 2016

Capítulos 9, 10 y 11

Capítulo 9

Un grito muere en mi garganta. La sangre fluye como un río. Me levanto cojeando. Oigo los gritos de lejos, como velados. Todo es una pesadilla. De alguna forma soy consciente de que Jake corre hacia mí y de que Ishtral, tras perder al arquero, también viene en mi dirección. Subo la escalerilla. La Reina está arrodillada, temblando. Rothian ha sido escoltada por una parte de La Guardia a un lugar seguro. La sangre late en mi cabeza como mil martillos destrozándome. Matándome. Corro todo lo que puedo hacia el cuerpo frío de Pete. Es él quien se ha interpuesto entre la flecha y Su Majestad. El resultado de tal acto ha sido una maldita flecha clavada en su estómago. La hemorragia es demasiado grande. Su cuerpo está atravesado por estertores de dolor. Tiene los ojos desorbitados. Está aterrado. Tomo su cabeza entre mis brazos y le acuno obsesivamente. Le susurro que no le pasará nada. Que todo va a ir bien. No se si le miento a él o a mí misma.
-Lyx... - susurra Pete.
Yo por respuesta le abrazo más fuerte queriendo retener su vida entre mis húmedos y agarrotados dedos.
-Lyx... la nana que nos cantaba mamá...
-¿Qui...Quieres que te la cante?
-Por favor- su voz sonaba tan débil que me rompía por dentro.
-Solo si me prometes que no me vas a dejar sola, renacuajo- las lágrimas que marcaban mi cara caían en su boca agrietada.
Sus extremidades estaban heladas para concentrar más sangre en los órganos vitales. Su cuerpo luchaba por vivir pero el peso de la vida es demasiado grande para el pequeño cuerpo de mi hermano.
Me aprieta levemente el brazo. Empiezo a cantar.
Duerme mi amor, duerme mi amor
pronto te bañará la luz del sol.
Duerme pequeño, duerme pequeño
que la luna custodia tu sueño.
Duerme mi vida, duerme vida mía
que yo seguiré aquí cuando despunte el día.”

Pete es un mentiroso. Me prometió que si le cantaba, él viviría y, sin embargo, ni siquiera ha oído los dos últimos versos.
Se me cae el mundo. Siento las manos de Jake y de Ishtral intentando separarme de mi hermano y lucho por evitarlo pero un estado de shock me anula.
Me levantan como si fuera una muerta en vida. No siento nada. No pienso en nada. No quiero nada.
En mi cabeza solo fluye la imagen del día en que nació Pete, cuando mi padre me llevó donde estaba mi madre con el pequeño en los brazos. “Éste es Pete, Lyx. Es tu hermano y vas a tener que cuidarlo muy bien, ¿me lo prometes? - te lo prometo, mamá”
Lo siento mamá, no cumplí la promesa. Adiós Pete.

Capítulo10

Han pasado dos meses desde aquello. Durante ese tiempo, la Reina me alojó en Palacio y habilitó una pequeña posada que llevaba años cerrada para que Jake y los demás huérfanos pudieran resguardarse. No sé si aceptaron abandonar nuestra preciada zona sur. Tampoco me importa. Lo que más necesito es a Pete y es precisamente lo único que no puedo tener.
En el transcurso de esos días, la princesa Rothian venía todos los días a mi alcoba y me leía libros. Yo, mientras, escuchaba como ausente, con la mirada perdida en el cielo. Ishtral no vino a verme. Jake quiso ver cómo estaba pero pedí que no se acercara a mí.
Le odié. Odié a Jake por no proteger a mi hermano, que es lo que debía hacer. Odié a Ishtral por no atrapar al cerdo que lanzó la flecha. Detesté al arquero por asesinar a Pete. Aborrecí a la Reina por no morir ella, que es quien debería haberlo hecho. No obstante, y por encima de todo, me odié a mí misma por detestar a los demás; sabía que a Pete no le gustaría que me comportara así.
Ya ha llegado el mes de julio con sus largos días y un calor que lo domina todo.
Se acabó el lamentarme. Me levanto y me visto por primera vez en dos meses. Pienso atrapar a ese arquero cueste lo que cueste y clavarle una flecha en su asqueroso y putrefacto estómago.
Salgo de la habitación y camino lentamente hacia el comedor, donde la Reina está desayunando junto a la Princesa.
Abro la puerta de golpe, sobresaltando a Ishtral que es quien custodia la seguridad de la sala. Me mira apenado. Veo culpabilidad en sus ojos.
-Estoy bien, sé que no fue tu culpa- le susurro al pasar a su lado pero no le miro a la cara.
-Lyx, querida...- comienza Su Majestad.
-Ven, Lyx, desayuna a mi lado- dice la princesa con su mejor sonrisa. Ella me ha brindado durante estos dos meses una amistad que yo no estaba en condiciones de agradecer. Ahora lo hago, gracias Rothian.
Desayuno en silencio, escuchando la charla intrascendente de madre e hija. Siento la mirada de Ishtral clavada en mi nuca. Acabamos el desayuno, que me resulta insípido.
-Bueno Lyx, ¿ qué tal est...?
-Dime dónde puedo encontrar al arquero- mi voz suena ronca cuando interrumpo a Rothian, que se queda callada y desvía la mirada. Oigo que Ishtral da un paso hacia delante.
-Majestad, por favor, necesito respuestas: ¿quién era? ¿De dónde venía?
Silencio. Todos miran al suelo. Siento una sensación de furia bullir en mi interior.
Me levanto golpeando la mesa.
-¡Maldita sea! ¿¡ Por qué nadie quiere decirme nada!? Es frustrante. ¿Creéis que no podré soportarlo?, ¿eso creéis? Pues estáis muy equivocados, estúpidos Bobos Reales- al decir el sobrenombre con que se refería Pete a la Guardia Real se me quiebra la voz. Me siento de nuevo, con las manos tapando mis ojos hinchados de tanto llorar.
-La flecha que atravesó a tu hermano llevaba el emblema de Pryon.
-¡Mamá!- reprocha Rothian preocupada por mí.
-Calla hija, debe saber todo lo que hemos descubierto.
Miro a Su Alteza y la princesa toma mi mano para darme ánimos.
-Lyx -empieza la Reina-, Arala ha vivido los últimos años sumida en un acuerdo de paz muy frágil con el país que se encuentra justo debajo: Pryon. Tanto su rey como yo sabemos que cualquier cosa podría provocar una guerra, el problema es que estoy segura de que él la desea. La flecha que iba dirigida a mí tenía el emblema de la familia real de Pryon, además, el Sargento Blood , en su persecución tras el arquero, dijo que vio en su mano la marca que todos los espías Pryoranos llevan. Quieren que sepamos que han sido ellos, que contraataquemos y así ellos tener la excusa perfecta para declararnos la guerra. En una contienda así morirían miles de inocentes y créeme si te digo que Arala tiene más posibilidades de perder. Su ejército es más fuerte, sus espías mejor entrenados y sus armas, mucho más mortíferas. Estoy discutiendo con mis consejeros qué hacer ahora, qué paso dar.
-Iré a Pryon.
-¿¡Qué!? No, no puedes Lyx, te matarán- la angustia era palpable en la voz de la dulce Rothian.
-He dicho que iré a Pryon y es lo que voy a hacer- me libero de las temblorosas manos de la princesa y me levanto de golpe. Al girarme veo a Ishtral con la mandíbula tensa y el puño cerrado con demasiada fuerza. Se está conteniendo.
-Supuse que dirías eso, pequeña Lyx. No me dejas otra opción. ¡Guardias, prendedla!
Una avalancha de soldados sale de la nada y me reducen con facilidad a pesar de mis intentos de huir, de las patadas al aire, de los puñetazos dirigidos a nadie en concreto y de los mordiscos.
Una vez amordazada, fue Ishtral quien cogió la cuerda para llevarme a una celda.
Caminando por el húmedo pasillo que lleva al calabozo, le susurré algo que sé que le dolió puesto que cerró con fuerza el puño y sus hombros perdieron la compostura y firmeza que solían tener.
-¡Jamás te perdonaré, sargento!
Eso le susurré, saboreando el veneno que se escurría entre mis dientes y mi lengua.

Capítulo 11

Me sangran los nudillos de golpear las paredes y los barrotes de la celda. Todos los días venía la Reina a preguntarme si había cambiado de opinión sobre lo de ir a Pryon. Mi respuesta siempre era la misma: una mirada de desdén.
Hoy, ya casi a finales de julio, aparece ante mí Ishtral.
-¡Alabados sean los dioses! ¡Si es el magnífico y valeroso Sargento Blood!-comento irónicamente mientras me acerco a los barrotes que me separan de él.
-Lyx, por favor...- dice lentamente tomando mi mano a través de las rejas.
-No me toques. Te lo advierto -jamás me he sentido tan furiosa, me sentía traicionada por él. Había confiado en Ishtral como nunca lo había hecho en otra persona y fue él mismo quien me arrastró a este agujero de podredumbre que devora una parte de mí cada noche.
-Lyx, con la carita tan dulce que tienes hay que ver el miedo que das.
La voz de Rothian llena el pasillo. Se pone al lado de Ishtral que no deja de mirarme. Ella se quita su velo de gasa azul dejando al aire sus preciosos bucles castaños, sus ojos pardos y su nariz bañada por algunas pecas azuladas. Sonríe.
-¿Que quieres, Princesa? -digo con el tono de voz más neutro que pude.
-¿También estás enfadada conmigo?
-Oh no, claro que no, me voy a enfadar con los árboles porque son unos aburridos, nunca se mueven. Contigo nunca, Princesa.
Ishtral sonríe un poco.
-¿Tú de qué te ríes, Bobo Real?
Se le borra la sonrisa. Eso está mejor.
-Lyx, ¿quieres dejar de lanzar veneno por la boca y dejarme explicarte por qué estoy aquí?
Hago una reverencia patética para invitarla a comenzar su perorata.
-Lyx, mamá no fue la única que supuso que querrías ir a Pryon. Recuerda que he sido yo la que ha estado a tu lado durante aquellos dos meses de lágrimas y amargura. He llegado a conocerte lo suficiente como para saber que tendrías la intención de vengar la muerte de su hermano.
-Brillante deducción, ¿has acabado?
-No. Déjame seguir. Por eso, cuando se lo comenté al Sargento Blood, él me dijo que te acompañaría -miré a Ishtral y él sostuvo mi mirada hasta que Rothian continuó-. Pasé noches en vela pensando en ti, en tu pobre hermano, en mi madre y en Pryon. Sé que mamá acabará llevando al país a la guerra como sé que yo puedo evitarlo. He decidido que iré contigo a Pryon. Voy a hablar con la familia real pryorana para llegar a algún tipo de acuerdo de paz.
-¿Hablas en serio, Rothian? -me asombra la determinación de la joven que solía parecer tan frágil como una muñeca de cristal.
-Sí. Aún así sé que mi madre jamás me permitiría llevar a cabo esta empresa porque piensa que sigo siendo la niña pequeña que se tropezaba con los bordes del vestido. He pensado en huir esta noche. El sargento Blood hará el turno de guardia de tu celda a eso de las once y media de la noche. Te sacará y nos reuniremos en el bosquecillo que mi madre usa como coto de caza, a las afueras de Arala. Allí he enterrado cuatro mochilas para bajar a Pryon. ¿Estás conforme?
-¿Cuatro mochilas?
-Tu amigo, el que me odia, también viene -menciona Ishtral notablemente molesto por la presencia de Jake en el plan.
-De acuerdo, gracias Rothian.
-Gracias a ti, Lyx. Tu valor me ha hecho abrir los ojos. Es hora de comportarme como una verdadera princesa y salir de esta jaula de oro.
Dicho ésto se va. Ishtral se dispone a seguir sus pasos cuando agarro una de sus mangas.
-Siento todo lo que te he dicho y más te vale que aceptes mis disculpas a la primera porque me cuesta mucho pedir perdón y ten por seguro que no voy a repetirlo. Además, no todo ha sido mi culpa, tú me provocaste,¿quién te mandaba traerme atada y a rastras a este agujero?
Él dibuja una media sonrisa, toma mi mano derecha y la besa.
-Disculpas aceptadas.

Safe Creative #1510265626161

lunes, 30 de mayo de 2016

Capítulos 6, 7 y 8

Capítulo 6

Los primeros rayos del sol se cuelan entre las rasgadas cortinas que cubren la ventana de mi casucha. Pete sigue dormido plácidamente. Es muy temprano, calculo que las cinco y media o las seis de la mañana. Perfecto. Me dirijo al río que recorre los arrabales de Arala, cuya agua helada es cristalina, y me hundo en él. Bajo la corriente, empiezo a recordar los sucesos del día anterior y pienso sobre lo que debo de hacer hoy. Pienso también en Ishtral. Es un hombre un tanto peculiar pero una vez que derrumbas los muros tras los que se esconde, no está tan mal. Salgo del agua con energías renovadas. Me enfundo en mis pantalones de cuero negro. Me abrocho la blusa naranja y cepillo mi media melena oscura. El último e imprescindible accesorio es la perla negra que me dio anoche Ishtral. Una vez lista, es hora de ir a por el desayuno.
Caminando por la calle principal observo que algunos puestos de dulces, pan, fruta y verdura fresca y pescado están comenzando con su actividad diaria. Un abanico de posibilidades para desayunar. ¿Qué preferirán los chicos hoy?
-Oiga señor.
-Buenos días señorita, es usted madrugadora por lo que veo.
-Mucho. Sinceramente me encanta pasear con el fresco de la mañana.
-Opino como usted, muchacha, ¿desea algo? Permítame que le recomiende esos bocados de hojaldre y mermelada. Recién hechos. Son una auténtica delicia.
Es un hombre de unos treinta años, con una sonrisa de oreja a oreja y unos ojos de color verde muy claro, brillantes. Muy guapo y simpático. Casi me da pena timarle. Casi.
-¿Cuánto cuestan?
-Dos de ellos, seis crolls.
-Mmmm... me parece un poco caro para algo tan pequeño, que cuando quieres saborearlo, ya te los has tragado hace rato -empiezo a decir fingiendo consternación-. Por otra parte, se ven grumosos, pareciera que te vas a cascar un diente con el primer bocado. Hay zonas sin nada de mermelada y otras excesivamente rellenas. Muy empalagosos, y eso que todo lo que le digo es a simple vista... no quiero ni pensar cuando los pruebe y llore por mis seis crolls absolutamente desperdiciados.
El hombre se queda sin habla momentáneamente. Empieza a sentirse insultado cuando critico sus pasteles.
-Oiga señorita, usted no ha probado ninguno...
-Ni falta que hace, gracias. ¿Cuánto cuestan aquellos de allí? Al menos esos parecen más... comestibles.
-Ah no, usted no va a insultar mi obra maestra, mis bocaditos de hojaldre y mermelada, sin siquiera haberlos probado. Coja uno. Vamos.
-Señor, con todos mis respetos, no me apetece que mis hermanos y yo estemos indispuestos, y más hoy, que es el Día Nacional.
-¡Pero bueno! ¿se está oyendo? ¡ésto es todo un insulto! Le pido por favor que pruebe uno. Es más, llévese cuatro más, para que sus hermanos lo prueben y mañana vengan a darme las gracias por hacer tan delicioso manjar.
-Bueno, si insiste... Pero va a obligarme a pagar algo que no quiero comprar.
-Lléveselo. No me debe nada. Es mi honor como pastelero lo que está en juego.
-De acuerdo, haremos un esfuerzo. Esto... gracias.
-¡Menuda juventud! ¡Que parecen grumosos y empalagosos dice! Anda, cójalos y mañana me dice.
-Vale, vale, siento lo que he dicho si le ha supuesto una ofensa. Gracias.
Y diciendo ésto me despido. Perfecto, ya tengo bollos gratis, ¡y tienen una pinta impresionante!
Repito la jugada en un par de tenderetes más y, en solo una hora, tengo un desayuno riquísimo para todos los huérfanos y para mí. El día está empezando bastante bien aunque siento una punzada de nerviosismo al pasar frente al lugar donde ayer Ishtral me lanzó la daga. Aunque para todos hoy sea un día de celebración, para mí no lo es tanto.


Capítulo 7

-Llegas tarde.
Ishtral está tieso como un palo en la escalinata de entrada a palacio, con los brazos cruzados y una expresión de pocos amigos que no me gusta nada.
-Llego tres minutos tarde. Y no pongas esa cara de querer matar a alguien, necesitas un buen...
-¿Quién es ése? -me corta señalando con el mentón a Jake, que está justo a mi lado.
-Él es...
-Soy Jake- me interrumpe mi amigo.
-¿Y qué hace aquí, Lyx?
-Jake se ofreció a...
-Vengo a ayudarla, ¿algún problema, sargento?- Jake vuelve a dejarme con la palabra en la boca.
-¡Callaos los dos!, el que vuelva a interrumpirme va a acordarse de mí. ¿Entendido? -huelga decir que odio que no me dejen hablar- Ishtr... Sargento Blood, Jake es mi amigo y quería ayudarme. No le he dicho que no. Tú ve a la zona norte como teníamos previsto, Jake irá por la parte sur y yo seguiré muy de cerca el desfile por los tejados de la Calle de la Reina. ¿Alguna objeción?
-Ninguna- me contesta Jake. Miro a Ishtral que, a modo de asentimiento, hace una reverencia burlesca y susurra “a sus órdenes, alteza” con su característica media sonrisa.
El sargento Blood (como le llamo cuando está Jake delante) se encamina con pasos firmes hacia su zona designada y pronto se pierde entre el gentío.
Jake y yo caminamos juntos hacia la parte sur de Arala. Quería que Jake vigilara esa zona puesto que así podría cuidar de los huérfanos. De Pete.
-Ese sargento es un impresentable.
-Tú tampoco has sido muy sociable que digamos...
-¿Vas a ponerte de su parte, Lyx?
-¿Ahora hay dos partes, Jake?
-No sé que te pasa con él. Todo lo que hace o dice está bien y confías plenamente en él habiéndolo conocido ayer- estaba molesto.
-No he dicho en ningún momento que confíe a ciegas en él.
-No, pero sé que lo haces.
Me muerdo la lengua, no tengo ganas ni tiempo de calmar el infantil arrebato de celos de Jake.
-Yo ya me separo aquí. Luego nos vemos.
-Me gusta como zanjas las discusiones. Simplemente te vas.
-Aquí el único que está discutiendo eres tú.
Y tras decir eso, me encaramo a un muro medio derruido y agarro una cornisa. Me balanceo hacia adelante y hacia atrás y, con una pequeña voltereta, ya estoy en uno de los tejados. Veo a Jake alejarse con los hombros caídos y el ceño fruncido. “Qué pesado es a veces” pienso.
Desde aquí arriba puedo verlo todo a la perfección. La calle principal es una explosión de vida y color. No hay esquina de Arala en la que no suene la música: una orquesta desacompasada de guitarras, flautas enormes, cajas huecas que marcan el ritmo, palmas, voces (algunas más afinadas que otras), bailes...
Todos los establecimientos están abiertos y todos y cada uno de los aralios lleva puesta su mejor sonrisa. Los niños corren por las calles, las parejas se besan, los ancianos ríen con jarras de cerveza y cuentas anécdotas del pasado. Muchos jóvenes hacen piruetas en el aire con las mochilas que usamos para volar. Cometas de todos los colores nadan entre las nubes. Los árboles están adornados con luces brillantes y las grandes hojas blancas filtran la brisa haciéndola sonar como un oboe. Muchos van disfrazados y otros tantos, corretean con zancos. No entiendo nada de lo que dicen pues es una algarabía de gritos, risas, canciones. Sonrío, es impensable que en un día como hoy pase algo malo. Tengo un buen presentimiento.

Capítulo 8

Medianoche. Suena un coro de trompetas anunciando el discurso de la Reina. “atenta, Lyx” me dice Ishtral a través del pendiente-transmisor. Ya sé que debo estar especialmente alerta ahora pero nada había sucedido desde que empezaron los festejos a eso de las cuatro de la tarde. Me siento bastante segura, la verdad.
Estoy en el tejado de una enorme posada situada justo en frente del escenario construido para que la Reina se dirigiera a todos nosotros. Miro hacia la derecha y veo a Jake, mirando hacia todas direcciones y, cerca de él se encuentran todos los niños. Pete es el que está más inquieto, me pregunto qué le habrá dicho Jake para explicar mi ausencia. Miro a la izquierda y veo apoyado en una esquina a Ishtral, como siempre, impasible. Lleva una capa negra para ocultar su uniforme y su arma. El color de la capa, tan oscuro, resalta sus ojos hipnotizantes.
-Te aseguro que yo no voy a matar a Su Majestad así que deja de mirarme y espabila Lyx- la voz de Ishtral atraviesa el pendiente y perfora mi oído.
Me ha visto. Un leve rubor empieza a teñir mis mejillas.
-Déjame en paz, oh gran sargento Blood -contesto en voz baja.
Como respuesta únicamente oigo un sonido que creo que es una risa ahogada.
Un ruido ensordecedor de aplausos llena el espacio. La Reina acaba de subir al escenario. Con su elegante caminar y su velo de plata cubriéndole la cara está imponente. Levanta la mano y todo es silencio. El mundo se para por un momento y eleva su suave voz. Vuelvo a sentir la misma sensación de sumisión y entrega. Todos los aralios se doblan en una reverencia. Parecería magia pero puedo asegurar que la sola presencia de esa mujer hace que nazca el deseo de servirla y quererla.
A su lado y un poco más atrás, se encuentra la princesa Rothian. Alta y delgada como su madre. Al igual que ella, también lleva el rostro cubierto por un velo pero el suyo es de gasa azul. Tiene las manos entrelazadas por delante y le tiemblan un poco: está nerviosa. Puede que sepa algo sobre el posible atentado contra la vida de su madre y esté asustada. Sería lo más normal.
Su Majestad eleva la voz dando inicio a un emotivo discurso en el que agradece la lealtad de todos los aralios; su amor y devoción hacia ella y hacia Arala. Explica sus planes sobre el país y habla de algunos temas menos relevantes para amenizar la perorata. Sabe el peligro que corre y aún así es capaz de bromear con sus súbditos. La admiro.
Me siento relajada y estoy concentrada en su voz hasta que percibo una luz por el rabillo del ojo. Al principio solo es ligeramente molesta e intermitente por lo que pienso que proviene de alguna de las pequeñas lámparas que adornan los arboles. No para, y ahora está más cerca. Las luces de los árboles no se mueven. Giro sobre mí misma y me arrastro al tejado contiguo. Ya no presto atención a la Reina, solo a esa luz intermitente. La vuelvo a ver aún más cerca y me muevo sigilosamente hacia ella. Me coloco a gatas sobre una pequeña azotea y descubro con miedo que la luz proviene de los destellos de las antorchas sobre la punta de una flecha que va dirigida a Su Majestad. No distingo al arquero puesto que va enfundado en un traje negro y está escondido en el hueco ensombrecido que forman dos tejados. Estoy demasiado cerca de él como para decirle algo a Ishtral. Me tiemblan las piernas y los labios se me secan. Siento la lengua como una bola amorfa dentro de la boca. Las manos heladas y la adrenalina corriendo por mis venas. Estoy paralizada.
-“Por último, quiero hacer saber a éste, mi pueblo, que he elaborado un plan para reducir el número de huérfanos en las calles. Quiero que esos niños reciban la educación pertinente y no tengan que robar cada mañana para tener algo que llevarse a la boca”
¿Qué hace la Reina hablando ahora de los niños?” pienso, superada por la situación. El arquero sigue inmóvil pero tensa la cuerda. Los chicos, sintiéndose elogiados por los comentarios de Su Majestad se acercan mucho al escenario, Pete encabeza el grupo. Demasiado cerca. “Maldita sea Jake, debías protegerlos” pienso con rabia. Mi amigo está embelesado mirando a la princesa Rothian y escuchando el discurso. No se da cuenta de nada. Si me muevo puedo hacer que no solo corra peligro la vida de la Reina, sino también la de Pete y la de los demás. Las lágrimas pugnan por salir quemándome las mejillas. Araño la pared hasta que me sangran las puntas de los dedos. Tengo miedo. Mucho miedo. No sé qué hacer.
Aplausos. Ha acabado el discurso. Veo el resplandor de la punta de la flecha y distingo una sonrisa del arquero que hiela mi sangre. Tensa el arco. Se mueve. Agachado para que nadie advierta su presencia.
Muévete, muévete, muévete. Eres una inútil Lyx, haz algo de una vez” es el pensamiento que rebota en mi mente y que la va a hacer estallar.
Apunta. No. No. No. Pete...
-¡CUIDADO! -grito a pleno pulmón abalanzándome sobre el arquero que no se lo esperaba. Ishtral mira hacia arriba y corre. Jake hace lo mismo. La Guardia Real forma un cordón protector alrededor de Rothian (quien grita hasta desgarrarse la voz) siguiendo las órdenes de Su Majestad. La gente huye despavorida. Una avalancha humana destroza las calles en el día más feliz del año.

En el tejado, forcejeo con aquella figura sin rostro y sin nombre. Es muy fuerte a pesar de que yo contaba con el elemento sorpresa. Me agarra del pelo y golpea mi sien derecha contra las tejas. Un hilo de sangre llega hasta mis labios mientras que un pinchazo de dolor relampaguea en mi cabeza. Intento resistirme pero ese hombre me da un rodillazo en el abdomen. Mareada me caigo del tejado con la suerte de rebotar sobre uno de los toldos de las tiendas. Para mi cabeza embotada todo es ajeno. Veo con los ojos nublados que el misterioso asesino tensa la cuerda dirigiendo su arco hacia la Reina que pide por favor que protejan a su hija. La flecha araña el aire. La muerte dibujada en sus ojos. Impacta.

Safe Creative #1510265626161

jueves, 26 de mayo de 2016

Arala (capítulos 2, 3, 4 y 5)

Capítulo 2

Sigo a Su Majestad por los intrincados y laberínticos pasillos del Palacio de Arala, la residencia de La Reina. Las paredes están adornadas con hermosos cuadros. El suelo brilla como el lucero. Los torreones son más altos que las nubes y el edificio en sí es el más bello de todo el país. Al fin, llegamos a los aposentos de Su Majestad. Abre la puerta con una llave que llevaba colgada de su pálido cuello. Al entrar, la luz me ciega. Las cortinas violáceas ondean bailando con el viento y permite la entrada de los rayos del sol de mediodía.
La cama es circular y está llena de almohadones de mil colores. Una de las paredes está cubierta por una estantería rebosante de libros de temas que ni siquiera sabía que existían. Las paredes son de color violeta. Junto al enorme ventanal, hay una mesa de madera muy oscura rodeada por cuatro sillas del mismo material. Sobre ella hay una tetera de porcelana y dos tazas llenas de humeante té con olor a frutos rojos. Es como si nos hubieran estado esperando. Junto a la tetera hay una bandeja llena de dulces.
-Siéntate, Lyx.
-Sí, Majestad.
Me siento a su lado y ella, con parsimonia, levanta el velo plateado que cubría su rostro. Ese gesto jamás lo hace en público y pocos son los aralios que le han visto la cara a la reina; ahora yo soy una de esos privilegiados. Me quedo mirando su cara. Los rizos de color miel se precipitan por sus hombros. Su cara es mucho más juvenil de lo que aparenta ser con el velo. Su ojo derecho es verde oliva y el izquierdo, violeta; a juego con la habitación. No sé que decir.
-¿Te asusta mi heterocromía?- su voz es menos grave aunque igual de aterciopelada. Supongo que antes fingía tenerla más ronca para causar una mayor impresión en sus súbditos.
-Su... ¿Su qué?
-Que tenga un ojo de cada color.
-Majestad, es un honor que se preocupe por el sino de alguien como yo. No es que me asuste, es solo que nunca lo había visto antes, y eso que ésto es Arala- veo una breve sonrisa en sus labios. Sigo hablando-. Además, he visto otros ojos antes que me han resultado mucho más inquietantes...
Mi cuerpo está rígido y sigo actuando de forma servil. Soy consciente de ello y, a la vez, completamente incapaz de remediarlo. La Reina se acomoda en la silla centrando su atención en mí.
-Lyx, ¿sabes por qué me he saltado las normas contigo?
-Majestad, es un honor que se preocupe por el sino de alguien como yo. En respuesta a su pregunta he de confesar que no; no sé por qué yo, una ladrona, he captado su atención.
-Bueno, tengo entendido que no eres una ladrona cualquiera, eres la Reina. La mejor y más rápida. La más escurridiza, dicen. Eres la Reina de los pobres y de los huérfanos. La Reina de los bajos fondos.
-Así suelen llamarme, Majestad, y mentiría si dijera que no me enorgullezco de ello.
-Eso pensaba, pequeña Lyx, ¿Qué pensarías si te necesitara precisamente por eso?
-Majestad, es un honor que...- empiezo a recitar como siempre.
-Sáltate los formalismos. Contesta.- me corta ella.
-Pensaría que para lo que requiere mis trabajos no es precisamente un asunto sobre modales en la mesa, Majestad.
Ella sonríe mostrando una fila de dientes completamente blancos.
-Correcto, Lyx. Eres inteligente.
-Gracias, Majestad.
-Lyx, voy a explicártelo todo muy claro para minimizar cualquier tipo de duda y, por favor, deja para el final las preguntas. ¿Entendido?
-Sí, Majestad.- digo mientras asiento con una incipiente sensación de malestar.
-Perfecto:
Todo comenzó hace dos meses. La noche del tres de marzo, los motores que mantienen a Arala en el aire se pararon. Hubo unos instantes de desconcierto y pánico hasta que, yo misma, desde esta habitación, pude activar los de emergencia. Al día siguiente, hice un comunicado diciendo que el paro de los motores principales se había hecho con la intención de comprobar la efectividad de los de emergencia y que, si éstos no hubieran funcionado, nada habría sucedido puesto que habríamos vuelto a encender los principales. Si te soy sincera, Lyx, si los de emergencia no hubieran funcionado... no estaríamos hablando ahora mismo. Seríamos un cráter en el suelo. Una tragedia. Cuando envié a los mecánicos a revisar ese 'fallo técnico', éstos encontraron a los guardias masacrados cruelmente, algunos incluso desmembrados. Creo que no hace falta que diga que el mismo que los asesinó fue quien manipuló los motores. Todo con el más absoluto sigilo. Eso fue hace dos meses.
El mes pasado, otra vez el día tres por la noche. Alguien entró en mi habitación, burlando la vigilancia, mientras estaba en una reunión con mis consejeros, rasgó las cortinas, quemó varios libros -todos los que recogían la historia del linaje real, de mi familia-. Acuchilló mi cama y rompió los espejos. Al volver encontré la ventana abierta y se supone que el criminal huyó por allí. Lo que no consigo entender es cómo nadie oyó nada.
Este mes... bueno, al ver tu cara supongo que ya habrás deducido lo que pensamos que va a pasar. Hoy es día dos y mañana es el Desfile Real. Las celebraciones se alargan hasta bien entrada la noche y justo a medianoche debo de cerrar la festividad dando un discurso. No pienses que soy una cobarde, pequeña Lyx. No temo por mi vida pues sé que antes o temprano moriré y en ese caso, mi hija Rothian, asumiría el trono ya que su padre murió hace años; Temo por todos los aralios, que ese día estarán más inofensivos que de costumbre. Joven Lyx, te pido que mañana, estés alerta. Tú controlas las calles mejor que nadie. Conoces a las gentes. Sabes qué piensan y dónde van a divertirse. Te pido que si notas algo raro avises a la Guardia para que protejan a mi preciosa Rothian.”
-¿Y quién va a protegerla a usted, Majestad?- digo a pesar de saber la respuesta.
Ella sonríe dulcemente y sus ojos tristes son más bellos que nunca. No contesta.
-Acepto, mañana vigilaré cada callejón y cada esquina de Arala.- prometo con la voz firme.
-Gracias, pequeña Lyx. En tu tarea he escogido a uno de los mejores guardias para ayudarte puesto que Arala es grande para una sola persona. ¡Adelante, Sargento Blood!
Me giro en redondo, con los ojos casi desorbitados hacia la puerta. Es el primer gesto impulsivo que hago desde que me encarcelaron pero no puedo evitarlo.
Y ahí está él. Con su uniforme azul oscuro y blanco y su pistola ceñida a la cadera. Ahí está él con sus ojos dorados y su pelo color sangre.

Capítulo 3

Salgo a la calle y justo al pisar el último peldaño de la escalinata de entrada al Palacio de la Reina, el embotamiento de mi cabeza desaparece. Respiro hondo. Una vez. Dos. Mi corazón normaliza sus latidos y siento mi sangre fluir más ardiente por mis venas. Vuelvo a ser yo. No sé que ha ocurrido ahí dentro. Si hubiera sido yo misma al menos habría actuado de una forma un poco más altiva ante Su Excelentísima Majestad. Aunque no puedo parar de pensar en lo que ella me ha contado. Lo del boicot de los motores y el asesinato de los guardias así como la intrusión en los aposentos de Su Majestad. Todo ello sin ser visto. Sin que nadie sospechara. No sé quién es el autor de aquello pero sí sé que no es ningún principiante. Sigo caminando por los callejones de Arala cuando oigo unos pasos a mi espalda. Sonrío. “Parece que hoy está siendo un día divertido” pienso. Me giro y, por supuesto, no hay nadie. El sol del atardecer alarga mi sombra haciéndola parecer un espectro.
-¡Sígueme si puedes!- grito a esa presencia anónima que ha estado vigilando mis movimientos desde que salí del palacio.
Comienzo una frenética carrera a través de los callejones de Arala. Giro una esquina, otra, otra más. Salto por encima de bancos y escalo por canalones para seguir mi estimulante carrera por los altísimos tejados negros. Esa sombra que me persigue no se rinde. Bajo de un tejado saltando con una pirueta por la que deberían darme un premio. He llegado a la Calle de la Reina. Ya está empezando a oscurecer pero aún hay la suficiente gente como para borrar mi rastro. Cojo una larga capa verde oscura de un pequeño puesto mientras el vendedor intenta embaucar a una señora con demasiadas joyas y demasiado tonta para darse cuenta de que le están vendiendo una imitación. Transcurren unos diez minutos y ya no siento a nadie tras mis pasos. Otros quince minutos y ya puedo asegurar que he despistado a quien me perseguía. Enfundada en mi preciosa capa nueva giro a la derecha, tomando una apetitosa manzana roja y brillante de un puesto que estaba cerrando por hoy. Voy a darle el primer bocado cuando veo algo por el rabillo del ojo. Lanzo la manzana a unos centímetros de mi mano y echo la cabeza hacia atrás. Un golpe. Dirijo mi mirada a la pared y ahí está, mi preciosa manzana atravesada por una daga de oro y clavada a una puerta. Miro hacia el callejón, con la barbilla alta dispuesta a darle una buena patada a quien me ha estropeado la cena. Entonces es cuando le veo. Sangre y oro. El Sargento Blood.

Capítulo 4

-Oiga, Sargento, hay muchas formas de pedir una cita. No tenía por qué seguirme por los tejados, le quita romanticismo- digo, irónica, acercándome a él.
El Sargento Blood sigue apoyado en la acera opuesta, estoico. Es decepcionante que sea tan frío con lo guapo que es. En fin, nadie es perfecto.
-Lyx, tenemos que hablar sobre cómo vamos a organizarnos mañana. Debemos proteger a Rothian.
-¿Cómo te llamas? Me niego a llamarte 'sargento Blood'.- sonrío al ver que, por una milésima de segundo, rompo su máscara. No esperaba que hiciera caso omiso a su pregunta.
-Eso es irrelevante.
-Muy bien, espero que seas capaz de estar en varios sitios a la vez porque mañana no vas a verme por las calles.
-Vives en las calles. Eres huérfana. No tienes donde caerte muerta.
Eso me duele. Mucho. Me giro furiosa hacia él y me acerco mucho, quizás demasiado y le empujo contra la pared.
-Mira, sargento de tres al cuarto. Puede que no tenga donde caerme muerta pero al menos tengo un nombre que me dieron mis padres y que no me importa revelar a los demás. Tú eres solo alguien huraño, repelente e insoportable. No vuelvas a acercarte ni a mí, ni a los demás huérfanos. Creo que he sido lo suficientemente clara. Buenas noches, Sargento Blood.
-No sé mi nombre- Su voz suena ronca, muerta.
Me paro pero no vuelvo mi cabeza.
-La cocinera de la Reina me encontró en uno de los jardines de palacio cuando tenía poco menos de un año. Ella me crió y me convertí en parte de la Guardia. Me llamó Blood. No tengo nombre ni apellidos. No sé quiénes son mis padres ni por qué me abandonaron.
Me giro hacia él, con los ojos llorosos, piadosos.
-¿Qué ocurre, Lyx? ¿te cuentan una historia triste y desaparece tu enfado? ¿Y si era mentira? ¿Y si me lo he inventado todo?- su voz está bañada en amargura.
-No lo harías.
-¿Por qué crees eso?
-Porque ahora mismo pareces un niño desamparado, como lo he sido yo desde los ocho años.
Silencio. Ambos nos mantenemos la mirada hasta que él, por primera vez, sonríe tímidamente; una media sonrisa que me invita a que le acompañe. Entramos en un local lleno de obreros hartos de trabajar y que no son capaces de estar en casa sin discutir con sus esposas. Hay varias camareras ligeras de ropa capaces de evitar a los hombres de mil maneras diferentes. Las jarras de espumosa cerveza abundan en la larga barra. Hay veinte mesas circulares y una escalera que lleva a un reservado poco iluminado que, sinceramente, no quisiera visitar. El bar está bañado por una luz anaranjada que contrasta con la oscuridad de la noche. El sargento Blood y yo tomamos asiento en una mesa apartada y cerca de la ventana. Se acerca un hombre de mediana edad, orondo, calvo y con un colmillo de oro. Pedimos dos jarras de cerveza.
Permanecemos en silencio. Él mirándome a mí y yo, consciente de ello, mirando fijamente la palidez de la luna. Una vez que el camarero trae las bebidas. Comienzo a hablar.
-Acepto ayudarte, ¿cómo lo hacemos?
-Había pensado que tú te ocuparas de la parte sur de Arala y yo de la zona norte. Nos encontraremos a mediodía, que es cuando comienza a haber más revuelo, frente al Palacio de la Reina.
-Me parece bien, ¿y qué hago si veo algo extraño?
-Para eso tengo ésto- dice mientras me tiende una perla negra.
-¿Y qué hago con ésto?, ¿juego a las canicas?
Él sonríe y me siento feliz por ser yo la causante de su sonrisa.
-No, es un pendiente con un transmisor. Yo tengo otro idéntico -gira la cabeza para mostrarme su oreja izquierda-. El tuyo es el derecho, pruébatelo.
Me lo pongo. Acto seguido, él se levanta y se va a la otra punta del local. Yo, imaginando que lo hace para comprobar que, en efecto, podemos comunicarnos a distancia sin problemas, me quedo sentada bebiendo un trago de fría cerveza.
-Funcionan perfectamente, gracias Sargento Blood.
Me mira. Es realmente incómodo.
-¿Te ha dado un derrame cerebral o lo de quedarte mirando fijamente es un hábito en ti?
-Llámame Ishtral.
-¿Perdón?
-Solo me llama Blood mi madre adoptiva, la cocinera de Palacio, y Sargento Blood, la gente en quien no confío. Llámame Ishtral, me gusta ese nombre. En la antigua lengua de Arala significa “sin nombrar”. Para mí, significa que, aunque no tenga nombre, precisamente por eso puedo tener todos los que quiera. Significa que aún tengo la oportunidad de encontrar uno propio.
Él ya no está serio ni carente de emociones, el oro que tiñe sus ojos es vivo y cálido. Éste es el verdadero Sargento Blood, éste es Ishtral.
-Ishtral... -susurro- Me gusta. ¿Quiere decir eso que confías en mí? No me conoces aún.
-Lo sé. Aún así presiento que puedo confiar en ti.
-Craso error.
-Eso también lo sé. Hasta mañana, Lyx.
-Hasta mañana, Ishtral.
Nos separamos en la puerta, nos giramos a la vez y ninguno mira hacia atrás. Ha sido un día extraño y una noche perfecta.

Capítulo 5

Camino sola por la zona sur de Arala, la zona pobre. La única luz guía es la de la luna. Todos los aralios temen caminar solos incluso de día por aquí. A mí, en cambio, me encanta. No tengo nada que temer. Es éste mi Reino a pesar de no ser de oro y brillantes, sino de ladrillo sucio, piedra y cristales rotos. Es ésta mi gente, aunque no sean hombres que se mesan el abundante bigote y mujeres vestidas con las mejores telas, sino huérfanos, borrachos, prostitutas y mentirosos de la peor calaña.
Camino segura y empiezo a oír voces que ensucian el silencio de la noche. Pasos agitados que tropiezan en los adoquines rotos de las callejuelas. Y la dulce voz de un niño de nueve años que me llama ansioso por verme. Es la voz de Pete. Mi hermano.
-¡Lyx!, ¡¿dónde has estado?!, ¡estaba muy preocupado!- viene lloriqueando a mis brazos.
-Estoy bien, Pete. No seas llorica, renacuajo.
-No soy llorica. Tonta.
Ambos reímos y pronto nos vemos rodeados por nuestra Guardia Real: todos los huérfanos de Arala. De repente estalla una nube de preguntas acerca de dónde, con quién, cómo... En definitiva, un interrogatorio sobre si me han hecho algo “los Bobos Reales”, que es como ellos llaman a la Guardia Real. La próxima vez que vea a Ishtral (mañana), le diré que es el Bobo Real por excelencia.
Nos dirigimos todos a nuestro pequeño mundo de casuchas en ruinas y fogatas aquí y allá. Nos dirigimos a nuestro hogar, que no es otro que un barrio mugriento y medio derruido, abandonado por todos salvo por nosotros.
Allí soy algo así como la hermana mayor de todos, no solo de Pete. Los llevo a todos a sus camas hechas de colchones y mantas viejas que hemos robado. Les beso la frente. “Buenas noches, pequeñajos”, pienso con cariño, “nadie va a haceros nada mañana, ni a vosotros ni a nadie”.
Subo unas viejas escaleras de caracol que llevan en pie desde antes de la coronación de Su Majestad. Arriba me espera Pete, con sus ojos marrón chocolate, su naricilla respingona y unas orejas quizá demasiado grandes, pero que adoro.
-No lo entiendo, Lyx.
-¿El qué no entiendes?
-No entiendo cómo te ha liberado tan pronto la Guardia. Además pareces preocupada pero a la vez, contenta. No te entiendo.
No quiero contarle nada, querrá ayudar y me niego a ponerlo en peligro. Intento llevar la conversación por otros derroteros.
-¿No me entiendes a mí, o a la pequeña Luy?- él se ruboriza y muerde el anzuelo. Perfecto, ya no preguntará más sobre mi detención.
-Es que no hay quien entienda a las mujeres. ¡Un sí significa no y un no significa sí, a no ser que en verdad signifique no! Así es imposible acertar con vosotras. Hoy le he cogido de la mano y me ha dejado, le he besado la mejilla y me ha dejado, le he intentado besar en la boca y me ha abofeteado. Son señales contradictorias.
-Quizás quiere un poco más de romanticismo, ¿no?
Pete hace un gesto de náuseas e imagino que Ishtral pensará lo mismo que mi hermanito sobre todo lo relacionado con el amor.
-Quizás es tonta.
-A ver si el tonto vas a ser tú, que no te enteras de nada. Anda, a la cama y mañana sigues quejándote del misterio femenino. Buenas noches, renacuajo.
Aunque de mala gana, Pete me obedece y se oculta entre las sábanas.
-Buenas noches, gruñona.- enfatiza la frase sacando la lengua.
Yo le respondo de la misma forma.
No pasa mucho cuando siento que la respiración de Pete se hace monótona y tranquila. Yo, en cambio, no paro de dar vueltas en la cama. Decido subir al tejado a tomar el aire. Siempre lo he hecho desde que murieron mis padres. El tejado ha sido mi refugio, el único lugar donde me he permitido llorar.
Allí, me sumerjo en mis pensamientos: la Reina y el peligro que corre mañana, lo que podría pasarnos a todos si Su Majestad fuera asesinada, la pobre princesa Rothian. También recuerdo lo vivido hoy: la detención, el dilema amoroso de Pete, Ishtral... A pesar de la brisa primaveral me recorre un escalofrío. Una chaqueta cae del cielo y me cubre los hombros. Miro hacia arriba y veo las manos que me han prestado la prenda de abrigo: Jake.
Jake es mi mejor amigo, hemos estado juntos literalmente desde que nacimos: nuestras madres dieron a luz el mismo día. Su madre murió al nacer él y su padre huyó cuando Jake tuvo siete años. No fue un buen hombre ni un buen padre. Lo único que aterra a mi amigo es convertirse en alguien como su padre, pero es un gran chico: protector, dulce, atractivo... Sé que él está enamorado de mí desde hace años, no deja que se me olvide, pero no puedo corresponderle.
-¿Qué tal entre rejas?, dicen que la cárcel es casi mejor que los aposentos reales- dice con sorna.
-Pues confirmo esos rumores: los bultos del colchón masajeaban mi espalda, la poca luz ha hecho que agudice la vista y la comida, digna de un rey de reyes.
Él estalló en carcajadas.
-Eres única Lyx, por eso te...-empieza a decir.
-No empieces que te tiro del tejado- corto sonriendo.
-Mensaje captado.
Permanecemos unos instantes callados.
-Lyx, confías en mí, ¿verdad?
-Por supuesto.
-Entonces dime la verdad, qué ha pasado hoy.
Bajo los ojos y, retorciendo mis dedos para liberar la tensión acumulada, se lo cuento todo. Bueno, casi todo, a Ishtral me refiero como el sargento Blood y no le menciono nada sobre nuestra particular carrera sobre los tejados. Para él, mi día acabó una vez que salí de Palacio.
-Te ayudaré.
-No.
-Sí.
-Jake, no tengo ganas de jugar a ésto.
-Ni yo de que mañana te pases el día persiguiendo sola a alguien que, como se aburre, pues se entretiene desmembrando guardias.
-No estaré sola.
-No, estará contigo un Bobo Real que no conoces.
-Confío en ese Bobo Real.
-¿Más que en mí?
-Sabes que no. Por favor Jake, no insistas.
Le miro a los ojos y sé que él ya ha tomado su decisión. Va a venir.
-De acuerdo- digo suspirando.
-¡Gracias! -sonríe- Me has ahorrado perseguirte por los tejados.
-Oh vamos, sabes que no serías capaz.
-Cállate. Sí que sería capaz.- añade fingiendo estar enfadado.
Le beso la mejilla y me voy a dormir. Mañana será un día muy largo.


Safe Creative #1510265626161