Y
alcemos la copa por un nuevo día, con sus horas muertas y los
minutos que desaparecen demasiado rápido.
Brindemos
por lo que dijimos y también por lo que callamos, porque esas
palabras han reformado nuestras voces hoy.
Celebremos
que la noche siempre se aburre de reinar y deja paso al amanecer.
Riámonos
de todos esos vasos de café derramados accidentalmente sobre la
camiseta de alguien que dejó de ser un desconocido.
Por
todos y cada uno de los besos. De los llantos. De los espacios vacíos
y de las pausas.
Festejemos
que no todo acaba como planeamos porque qué aburrido sería vivir
sin sorpresas.
Abracemos
las mil y una caídas que han encallecido nuestras rodillas y nos han
obligado a desarrollar alas.
Besemos
cada corazón roto. Simplemente vendémoslo y mañana latirá como
nuevo.
Pongamos
atención a todos los susurros y al aliento posado sobre nuestras
manos en los fríos días de invierno.
Recordemos
los polvorientos cuentos infantiles, a las princesas que besan sapos
y a las brujas malas que hagan lo que hagan nunca vencen.
Juguemos
a ser niños pequeños envueltos en sábanas fingiendo ser fantasmas.
Chillemos
al viento que nunca se esta completamente solo, que la imaginación
rompe muros y construye puentes.
Y
alcemos la copa por un nuevo día, con sus horas muertas y los
minutos que desaparecen demasiado rápido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario