Un
roce al amanecer que deje huella toda la jornada.
Una
mirada que traspase horizontes.
Un
beso que desgarre y a la vez una corazones.
¿Crees
que me gusta sentirme así?
Como
si mi voz solo hablara un eterno diálogo en el que falta otro
hablante.
Como
si no existiera la luna llena.
Como
si mi sangre solo corriera por la mitad de mis venas.
Como
si me faltara una parte de mí.
Duele
ver viandantes cogidos de las manos, respirando el aroma del otro.
Duele
tomar café solo. Sentada en un anciano bar cuyos cimientos son más
antiguos que las raíces de un árbol.
¿Tan
malo es querer encontrar algo especial?
Algo
único que me haga reír cuando debería llorar y viceversa.
Algo
mágico, bohemio.
Algo
vetusto con aire de novela caballeresca.
Alguien
capaz de retar mi mente con simples palabras y de hacer temblar mis
rodillas.
¿Tan
horrible es soñar con ese día insípido en el que te conozca y se
empape de sabor?
¿Tan
estúpido es querer que el reloj corra porque, en mi interior, sé
que me estás esperando como yo aguardo por ti?
No,
no es malo, ni horrible, ni estúpido.
Es
romántico. Es Romeo y Julieta.
Es
pasional. Es Madame Bovary.
Es
tierno e irracional. Es Don Quijote y su Dulcinea.
Es
eterno y trascendental. Es Cleopatra y Marco Antonio.
Es
otra historia como tantas. Simple. Repetitiva. Insulsa vista desde
fuera. Única e incomparable vista a través de mis ojos.
Eres
tú, mi querido desconocido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario