Como
una marioneta sin hilos.
Liberada
de su prisión de porcelana y colores insulsos, aburridos.
Como
un lobo aullando a la noche, con la brisa helada erizando su pelaje
negro carbón.
Sintiendo
el vello de la nuca como brazos levantados hacia el cielo, exigiendo lo que tanto ansían.
Oyendo
el clamor de mil orquestas catastróficas que jalean, chillan, ríen
alocadamente.
Oyendo
la voz inconsciente de la conciencia que, despistada, incita a huir
de la realidad.
Como
una princesa harta de esperar al príncipe azul en su lecho de rosas
de papel.
Como
un río que fluye salvaje, arrastrando, empujando, arañando.
Como
una reina de corazones ordenando cortar cabezas.
Un
torbellino imposible.
La
tormenta perfecta.
La
luna roja, de sangre.
Sintiendo
al fin una desbordante, aterradora y excitante libertad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario