Tengo
ganas de llorar.
De romper aquel jarrón color hueso
y tirar las rosas que han olvidado su color, su aroma.
Quiero gritar que ya no más, que se acabó.
Quemar aquel poemario romántico e irreal, bohemio y estúpido.
Desearía correr bajo la lluvia de noviembre hasta que los pulmones me arañen la voz.
Luego parar y escuchar a un músico sin hogar ni nombre,
De romper aquel jarrón color hueso
y tirar las rosas que han olvidado su color, su aroma.
Quiero gritar que ya no más, que se acabó.
Quemar aquel poemario romántico e irreal, bohemio y estúpido.
Desearía correr bajo la lluvia de noviembre hasta que los pulmones me arañen la voz.
Luego parar y escuchar a un músico sin hogar ni nombre,
con
olor a alcohol barato,
con
olor a sueños caros.
Tengo ganas de cambiarme de zapatos, de casa, de vida,
Tengo ganas de cambiarme de zapatos, de casa, de vida,
y
probarme otra nueva, otra distinta.
Quiero quemar mis juguetes rotos,
Quiero quemar mis juguetes rotos,
y
arañar las cortinas de mi habitación,
que
con su incesante vaivén nunca me dejan posar mis pupilas en el sol
que se acuesta.
Tengo ganas de dormir junto a un precipicio
Tengo ganas de dormir junto a un precipicio
y
jugar a los dados con Dios si es que éste existe o le importo.
Tengo ganas de acabar un poema;
de escribir el verso más hermoso jamás leído, jamás escrito.
Tengo ganas de morir de amor y de renacer entre sábanas desconocidas.
Tengo ganas de bailar al anochecer entre la espuma del mar.
Tengo ganas de beber champagne en copas altas, altas como la torre Eiffel.
Tengo ganas de vivir.
Pero primero, esta noche,
Yo, o mejor dicho,
Tengo ganas de acabar un poema;
de escribir el verso más hermoso jamás leído, jamás escrito.
Tengo ganas de morir de amor y de renacer entre sábanas desconocidas.
Tengo ganas de bailar al anochecer entre la espuma del mar.
Tengo ganas de beber champagne en copas altas, altas como la torre Eiffel.
Tengo ganas de vivir.
Pero primero, esta noche,
Yo, o mejor dicho,
este
verso marchito,
tiene
ganas de llorar.
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