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martes, 6 de septiembre de 2016

Capítulos 98, 99, 100 y 101

Capítulo 98

Antes del amanecer, en el prostíbulo.

Ishtral despierta de golpe, ha tenido una horrible pesadilla en la que le disparaban una flecha a Lyx. “Solo un sueño” se tranquiliza. De repente, todo vuelve a su cabeza. La misión. Se levanta aturdido pero enseguida se tropieza y cae. Una vez en el suelo observa qué es lo que le ha hecho perder el equilibrio: la pierna de Jake.
-¡Jake! ¡Despierta inútil! Espera, ¿Y Neldrey?
-Aquí.
La joven rubia entra en la sala con las ropas manchadas de sangre y los ojos rojos e hinchados de llorar.
-¿Qué sucede?- El tono solemne y autoritario del sargento es lo que la chica necesita. Debe afrontar la realidad: la madame ha muerto asesinada por una flecha. Le duele reconocerlo, pero sabe que ha sido su hermano. Jake despierta mientras el sargento Blood cubre el cadáver de la señora que los había acogido.
Una vez juntos y despiertos. Neldrey habla la primera:
-Creo que sé qué ha pasado y creedme que lo siento...
-Explícate.- insta Ishtral a la joven.
-Venga, Neldrey. Di la verdad.- el tono de Jake es más dulce pero aún así, duro y cortante.
-Flair y yo somos bastardos del Rey, como sabéis. El precio que pagamos para seguir vivos cuando nuestra madre murió fue que Flair se convirtiera en espía de Su Alteza. Poco a poco y gracias a su dominio del arco, ganó el reconocimiento del Rey. Entonces, el día que vuestra llegada a Pryon fue descubierta, el Rey mandó a Flair a por vosotros. Yo fui con él. Pensé que por mi profesión podría obtener información de alguno de vosotros.
-De mí.- dice Jake con tono amargo sintiéndose utilizado.
-Sí... ¡Pero cuando os conocí mejor le pedí a mi hermano que abandonara! Yo creí... creo en vosotros. Creo que podéis cambiar Pryon. Flair me dijo que abandonaría su misión...
-Al parecer no conoces a tu hermano tan bien como crees.- la voz de Ishtral suena desdeñosa.
-Lo siento...
-Bobo Real. Vamos al Castillo a por Rothian. Seguro que Lyx está cerca.
Jake está ignorando a propósito a la chica.
-Jake... Jake por favor debes escucharme.
-¿Para que me mientas y me sigas usando como fuente de información? No, gracias.
-Le pedí a mi hermano que dejara la misión por ti. Porque no quería decepcionarte. Eres la única persona que me ha tratado con respeto desde que nací. Te quiero...-la chica, agotada, rompe a llorar.
-Quisiera creerte, Neldrey. No sabes cuánto quiero creer en ti pero...
-Continuad con la charla luego, tenemos compañía.
La voz del sargento Blood alarma a la pareja. En cuestión de segundos se ven acorralados por soldados reales. Jake pelea como un animal salvaje. Haciendo uso de su fuerza bruta y de lo que Ishtral le ha enseñado. Éste, por su parte, ataca con todo lo que tiene. Lanza su pequeña daga con una maestría excepcional y usa su revólver como si se tratase de un quinto miembro de su cuerpo. Todo esfuerzo es inútil. A pesar de que entre ambos han dejado fuera de combate a un buen número de oficiales, éstos no paran de llegar.
Cuando canta el gallo, invocando al nuevo día, la Guardia de Pryon lleva como prisioneros a dos aralios y a una joven prostituta pryorana hacia el Castillo.

Capítulo 99

La mañana del arresto de los aralios. La Reina de Arala.

No puede creer lo que acaba de contarle Shadow. El Rey pryorano se ha excedido secuestrando a su hija, ocultándole el hecho de que sabía de la presencia de Rothian en La Capital y mostrándose tan cortés y educado, con unos modales tan perfectos como repulsivos. Sabe que, militarmente hablando, Pryon es una bestia irrefrenable. Toda la riqueza del país se destina al desarrollo armamentístico. Por otro lado, el Rey no solo quiere una guerra, sino que además está completamente seguro de su victoria. Eso significa que sabe que puede contar con el apoyo de sus súbditos, amasijos de carne y huesos con el cerebro contaminado por el miedo. Muñecos fácilmente manipulables. La Reina sabe que ella podría dar rienda suelta a su ira, estaría totalmente justificado, pero eso significaría destruir la paz que impera en su preciado país. Arala es una nación flotante, aislada del resto del mundo, lejos de sus garras. Su ejército, comparado con el de Pryon, parece ser de soldaditos de plomo. ¿Qué debe hacer? ¿Una guerra es el siguiente paso?
Mientras piensa en eso, deambula por la habitación con Shadow, acuclillado, mirándola fijamente.
-Oh Shadow, ojalá fueras el de antes. Podrías darme consejo. Nunca sabré qué te hizo mi hija para dejarte así y ni siquiera quiero saberlo... pero es mi niña... ¿Debo empezar una guerra que causará muchas muertes en ambos bandos solo por una chiquilla, por mucho que ésto me esté matando?
-Majestad, mi ama Rothian bajó al infierno para llevar la paz a ambos países. Puede que la guerra ya haya empezado hace tiempo, solo que nadie lo ha dicho aún en voz alta. Si usted no va a salvar a mi ama, yo iré. Shadow bueno, Shadow bueno. Así mi dueña me premiará y nunca nunca más me hará ver su... Oh, no puedo decirlo. Shadow bueno, Shadow fiel.
Mientras el esclavo de la princesa se arrastra hasta la puerta, la Reina alza la vista. Ha tomado una decisión.
-Espera Shadow, vamos a hablar con el Rey. Volvemos a casa.
-¡NO, SHADOW BUENO, SHADOW FIEL! ¡Shadow salvará a mi ama y señora y ella me dirá que he sido obediente y no me pegará y no me hará daño nunca más!
-No grites estúpido.- dice mientras golpea sin mucha fuerza la espalda encorvada del joven.
-Pero... Majestad, usted no me ordena. Mi única señora es la ama Rothian, yo debo...
-Voy a declararle la guerra a Pryon. Para ello, para salvar a mi hija, debemos estar dirigiendo al ejército. ¿Si es para salvar a tu ama me ayudarás?
-Shadow bueno, Shadow fiel.
Ambos, seguidos por la escolta real, salen dispuestos a despedirse cortésmente, sin causar problemas ni levantar sospechas. En cuanto lleguen a Arala se desatará el caos.

Tras la marcha de la Reina y de Shadow. El Rey de Pryon.

-Drake.
-¿Qué desea, padre?- pregunta su hijo, solícito.
-Prepara al ejército. No sé cuando sucederá, pero presiento que muy pronto se desatará la guerra que tanto buscábamos. Estoy seguro de que la Reina se ha marchado para organizar un ataque.
-Padre... ¿Por qué no ha acabado con la Reina mientras estaba aquí? Así podríamos haber conseguido Arala más rápido.
-¿Y qué tendría eso de divertido Drake?
-Con todos mis respetos, no me parece que ese sea un buen argumento.
-Drake, existe una especie de ley tácita; un acuerdo no escrito: los reyes son intocables siempre y cuando la guerra no esté declarada. Haberla asesinado aquí hubiera sido un acto cobarde hasta para mí, además, estaba escoltada por sus soldados. Lo mejor es conseguir que estalle el conflicto bélico, en ese momento tendré vía libre para acabar con la vida de esa mujer.
-Por supuesto.
-Ve Drake, haz lo que te he dicho.
-Pero, padre, ¿qué hago con la Princesa? Pensábamos torturarla y enviarla malherida a su hogar para que se convirtiera en el detonante de la batalla. Si ya no hace falta...
-Mátala. A ella y a sus amigos.
-Como ordene, padre... Pero...
-Sí, hijo mío, puedes divertirte con ellos antes de eliminarlos, en especial con ese iluso de Flair Maldow.
El Príncipe Drake se aleja con una sonrisa diabólica, una mueca que habría enorgullecido al propio Satanás.

Capítulo 100

Me despierto tiritando y con un dolor de cabeza infernal. Intento moverme, pero estoy encadenada a un enorme poste de hierro. Todo es oscuro, gélido y tenebroso. “¿Dónde estoy?, ¿por qué hace tanto frío?” pienso. Me recuesto con cuidado y siento un hormigueo hiriente en el costado y en la clavícula. Las heridas que me hizo el arquero se están curando poco a poco gracias al poder del arácnido que, ya no solo me persigue, sino que me posee. Ni siquiera tengo fuerzas para estar furiosa. “Me han atrapado, lo mejor será no malgastar energía en una rabieta inútil” me digo a mí misma tratando de controlar los temblores que azotan todo mi organismo.
El crujido de la pesada puerta de metal al abrirse permite entrar algo de luz. Ahora entiendo el por qué de ese frío atroz. Las paredes de mi cárcel son de hielo. Todo a mi alrededor es nieve y escarcha. Supongo que los que me han encerrado aquí lo han hecho con la intención de bajar mi temperatura corporal y que me resulte mucho más difícil usar el fuego. Odio admitirlo pero puede que incluso hayan acertado. Con todo mi ser entumecido y mi mente tartamudeando, poco puedo hacer.
La entrada en mi celda de alguien me hace alzar la vista. Aunque no puedo mover mi cuerpo por las cadenas, mis ojos lo dicen todo. El arquero que mató a Pete está frente a mí.
-Te mataré...- digo lentamente con la lengua congelada.
No me contesta. Me observa sin hablar.
-¡Di algo! ¡Sé que sabes quién soy!
Al cabo de varios minutos, con voz profunda, por fin se dirige a mí.
-Sí. Tu eres la aralia que me impidió llevar a cabo mi misión con éxito.
-¿Con éxito? ¿tu misión?- una risa amarga revienta en mi boca- Mataste a mi hermano. Asesinaste a un joven inocente, a un niño y tienes tan pocos escrúpulos como para decir que tu misión fracasó. Me das asco.
Enfatizo mi opinión sobre él escupiendo a sus pies aunque gotas de saliva salen disparadas y me mancho a mí misma.
-Lo que le sucedió a ese niño no fue mi culpa, él se interpuso entre la flecha y la Reina.
Habla con una indiferencia ante el sufrimiento ajeno que hace que mi congelada sangre empiece a hervir, como un fuego extinguido que se resiste a morir del todo.
-Eres el motivo de mi presencia aquí. He venido a matarte. Ahora, ¿qué vas a hacer conmigo?
Su expresión neutra no ha variado ni un ápice desde que entró.
-Eso es decisión de mi Rey.
Suena como una máquina cuyas palabras han sido programadas. No imprime emoción alguna en su voz. Un hombre vacío; el arma perfecta.
-Largo de aquí...- no reconozco mi propia voz.
Él, con un leve movimiento de cabeza, se gira pero, justo antes de dejarme sola, me vuelve a hablar:
-Por cierto, no sé si me está permitido decírtelo, pero puesto que lo más seguro es que Su Alteza me ordene matarte, puedes saberlo: ahora mismo, tus amigos están en este castillo. Están siendo torturados.
Una serie de gritos que no intentaban significar nada salen de mi boca. Solo quiero dejar salir todo el odio, tristeza, frustración y miedo por mis compañeros. Todas sus caras aparecen en mi mente. La última en la que pienso y la que se queda aferrada a mis párpados es la de Ishtral.
Vuelve a cerrar la puerta y me quedo sola. Ardiendo por dentro y congelada por fuera.

Capítulo 101

Intento mantenerme despierta pero el frío cada vez es más intenso. Los párpados me pesan más que cualquier puerta de metal. Sin poder evitarlo, el sueño me vence.
Todo está oscuro. Un silencio sepulcral impera a mi alrededor. Sé que no estoy en la cárcel de hielo pero tampoco sé dónde me encuentro.
-Hola, querida.- la araña, a mi imagen y semejanza, aparece ante mí.
-¿He muerto por congelación?
-No, solo estás inconsciente aunque si no haces algo pronto sí que vas a morir.
-¿Qué quieres que haga? No puedo moverme y tampoco utilizar el fuego.
-Tú no. Yo sí. Entrégate a mí y te prometo que te sacaré de aquí.
-Prefiero morir a verte ganar.
-Querida, eres una niña muy testaruda. Además, tus decisiones son pésimas. Si no escapas, ¿quién salvará a tus amigos? ¿No quieres ayudar a tu amado sargento?
-No hables de él.
-¿Por qué? No seas infantil. ¿Acaso ya no quieres vengarte? Pobre, pobre Pete. Su hermanita ya se ha cansado de pelear.
-Cierra la boca. Aún quiero vengarme de ese arquero.
-¡Genial! Déjame controlarte y te prometo que, antes de eliminar por completo tu conciencia y quedarme con tu cuerpo, mataré al asesino de tu hermano y salvaré a tus amigos. ¿Trato?
-¿Por qué no me posees directamente como cuando evitaste que bebiera el somnífero?
-Bueno, si tengo que luchar contra ti, me resta fuerzas. Solo quiero aunar nuestros poderes.
-Y de paso, devorarme. Si acepto no podré volver.
-No, no podrás. Serás mía, mi dulce niña. La pregunta es: ¿Valoras más tu propia vida o la de tus amigos? Piénsalo, aunque no por mucho tiempo o morirás de verdad sentenciando a muerte a tus seres queridos.
Su imagen va desapareciendo poco a poco. Sé lo que debo hacer, por mucho que me duela.
-¡Espera!
-¿Si, querida?
-¿Cómo sé que cuando acepte, no vas a huir y a dejar a mis amigos atrás? ¿cómo sé que vas a acabar con el arquero?
-Bueno, lo he prometido. No tienes ninguna otra seguridad aparte de ésa.
Suspiro. Supongo que sabía lo que iba a decir antes de preguntárselo.
-Tic, tac querida. Tic, tac.
-Acepto.
-Buena elección.

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