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lunes, 26 de septiembre de 2016

Capítulos 118, 119, 120, 121, 122 y epílogo

Capítulo 118

Rothian

El rey clava un cuchillo en el hombro de la Princesa que, gracias al entrenamiento de Kitz, ha conseguido desviar el golpe y que no le atraviese el corazón. La joven agarra con fuerza la muñeca del Rey y, sin inmutarse por el cuchillo, asesta una tremenda patada en las rodillas del monarca, haciendo que éstas crujan doloridas.
Él cae al suelo entre gemidos y gruñidos.
Rothian, con mano segura, se arranca el arma y la tira al otro lado de la sala.
Antes de que nadie, ni siquiera la Reina, pueda decir o hacer algo, la voz de la princesa, tan carente de emociones y fría como cuando torturó al espía aralio, envuelve la sala:
-Shadow.
-Sí, mi ama y señora.
-Mátalo.
Shadow, como un diablo ebrio de ira, se lanza contra el Rey, que patalea sin éxito y lo arrastra a los calabozos propinándole golpes y patadas sin descanso.
La Reina abraza la espalda de su hija y le ruega que pare. No es necesario llegar a ese punto. Entonces, la joven aprieta los puños.
-Si no puedes soportarlo, mejor vete.
Eso es todo. La voz dura de Rothian implanta un silencio sepulcral entre los aralios. A los pocos minutos, lo único que se oye son los gemidos y alaridos del rey, provenientes de la sala de tortura. A pesar de que tanto Rothian como su madre no están presentes, es como si pudieran verlo gracias al horror que desprende la garganta agónica del monarca. Parece que Shadow está empleándose a fondo.
Pasa un rato hasta que los gemidos van tornándose cada vez más débiles.
El rey, en su propio calabozo, sin voz y desangrándose, muere presa de unos terribles espasmos y muerto de miedo.
Shadow vuelve con las ropas manchadas de sangre, con un brillo perturbador en sus ojos y orgulloso de haber cumplido las órdenes de su ama.
El tirano ha muerto y el Terror se ha ido con él.

Capítulo 119

-Mátame, Ishtral.- suplico por segunda vez ante la mirada aterrada del sargento.
-No... no puedes pedirme eso. Además, ya estás bien, Lyx... Se ha ido.
-No, no lo ha hecho. Sigue dentro de mí, pero sin fuerzas para volver a poseerme, al menos de momento. Aún así volverá y la próxima vez ni tú ni nadie podrá hacerme despertar de su control. He estado a punto de matarte. ¿En qué me he convertido?
-En nada, Lyx, eres la misma de siempre. No eras tú quien asesinó al Arquero ni quien me atacó.
-No, pero sí era yo quien disfrutaba haciéndolo. Ishtral, ¿dices que me amas? Entonces demuéstralo y mátame. Te lo ruego.- digo arrodillándome frente a él y agachando la cabeza.
-No... no me hagas ésto, no puedes pedirme que te mate. ¿No lo entiendes? ¿Por qué te rindes así, Lyx?
No le contesto y me mantengo en la misma postura. Necesito que comprenda que soy una bomba de relojería y que necesito ser desactivada antes de explotar y llevarme todo lo que me rodea por delante. He de morir. Aquí y ahora. Por mis amigos, por Pete y por mí misma.
-¡MALDITA SEA LYX CONTÉSTAME!
-No me rindo. Solo tengo la sangre fría de admitir la realidad. Ishtral, sé que te pido demasiado pero lo hago porque... porque te quiero, porque confío en ti y sé que harás lo correcto. Por favor, algo en mi interior me dice que si eres tú quien me mata, la araña desaparecerá conmigo.
Ishtral coge mi mandíbula, la alza y me besa. Sus labios saben a sal. Está llorando... y yo también.
-Lyx... por favor.
-Gracias por todo Ishtral.
Tomo su mano derecha y hago que empuñe la daga de oro, aquella con la que ensartó mi manzana el día que lo conocí; sonrío al recordar. Cierro los ojos y, dirigiendo su mano, me la clavo justo en mis heridas del cuello. Las que me hizo el arácnido. Antes de desplomarme, en mi cabeza oigo a la anciana gritar hasta desgarrarse los pulmones. Siento cómo Ishtral me llama por mi nombre y me coge en brazos, pero cada vez mi sentidos están más embotados. “Estoy agotada y quiero ver a Pete” pienso. Después, oscuridad, silencio y la nada.

Capítulo 120

Rothian, en Arala

Han pasado dos meses desde aquel infierno. En un enorme salón de Palacio, se encuentran Jake, el sargento Blood y la Princesa.
El sol se filtra por las cortinas de tul violeta. Ya la brisa es más fría anunciando la llegada del otoño. Los hermosos árboles de hojas blancas e impolutas empiezan a tornarse amarillentas y anaranjadas bañando las calles de cálidos colores. El sol es más tímido y brilla con menos fuerza, quizá por las vidas que se perdieron hace dos meses en una guerra que se resolvió casi de modo patético: un simple tratado de paz, pero que se cobró vidas. Las vidas de personas irreemplazables.
Los tres jóvenes se sientan en una mesa redonda junto a una enorme chimenea de ladrillo color beige. El fuego está apagado, como las miradas de “los héroes de Arala”; así les han bautizado los ciudadanos aralios.
-Parece que ha pasado una eternidad desde aquello...-dice la princesa con tono melancólico.
-Pues a mí me parece que fue ayer cuando sostuve el cuerpo inerte de Neldrey- repone Jake con amargura.
Cuando todo se calmó en el Castillo, Nash fue a buscar ayuda y los guardias encontraron a Jake abrazado a la chica, con los ojos resecos e hinchados. Luchó ferozmente para que no la separaran de ella. Gritó, pataleó como pudo puesto que sus movimientos eran realmente limitados... al cabo de un tiempo consiguieron arrancársela de las manos y la llevaron a la fortaleza del Rey, en cuyas salas se estaban depositando a los caídos en batalla. A Jake se le suministró un calmante y cuando despertó, al cabo de una semana, estaba en el hospital de Arala envuelto en vendas.
-Han pasado días demasiado pacíficos. Como si no hubiera pasado nada, como si nadie hubiera muerto. Es repugnante.- añade Ishtral.
-Sargento, todos lo pasamos mal pero debemos seguir adelante. Por Flair, por Neldrey, por... por todos -añade la princesa-. Además, mañana tenemos que volver a Pryon.
-¿Es absolutamente necesario volver allí?- pregunta Jake.
-Ya sabes que sí, imbécil.- contesta el sargento Blood.
-¿Qué me has llamado, Bobo Real?
Al menos ésto no ha cambiado” piensa Rothian con su rostro enmascarado apoyado en sus manos.
-Sí, Jake, debemos ir. Mañana es el día de la elección. Por la noche se celebrará una fiesta para demostrar el fin de una era. Se acabó la Monarquía en Pryon. Varios ciudadanos, entre ellos Nash, se han presentado como representantes del pueblo. Van a instaurar una república en la que el poder esté mejor dividido. Todo será por y para el pueblo. Además... quiero ir a... bueno, ya sabéis a qué sitio.
Los dos hombres asienten. Rothian va a seguir hablando cuando alguien llama a la puerta.
-Adelante.- dice la princesa.
-Majestad... esto... verá... una niña, una huérfana estaba robando. Cuando han intentado arrestarla... Ella se ha metido en medio y la han reducido a base de chorros de agua. Ahora está en el calabozo pero... ¿debo soltarla?
-Dioses... Seguro que la niña a la que salvó de los guardias era Luy- comenta Jake exhalando un largo suspiro.
Ishtral empieza a reírse.
-Supongo que las viejas costumbres no se abandonan.
-Déjela allí, ahora bajamos.

Capítulo 121

-¡Soltadme ahora mismo! ¡Exijo libertad! ¡Soy la Reina de los Bajos Fondos de Arala! ¿Y cuál es mi trono? ¿un camastro incómodo? ¿¡Cómo podéis permitir que una Reina hecha y derecha permanezca aquí empapada!?-Grito agarrándome a los barrotes de la celda que me retiene al oír pasos.
-Hola, Lyx. Así nos conocimos, ¿estás melancólica?
-Mira sargentito, ya me estás sacando de aquí o...
-¿O qué?- dice con tono seductor.
-¿Podéis dejar de hacer eso? He desayunado hace poco.- añade Jake frunciendo el ceño.
-Lyx, sigues convaleciente. Kitz te curó la herida que te hiciste en el cuello pero era muy grave. Si hubiera tardado solo unos minutos más en tratarte no estarías aquí ahora, haz el favor de no meterte en problemas, al menos hasta que estés curada del todo.
-No intentes cambiarme, Rothian. Acéptame tal y como soy.- digo con tono melodramático.
Ellos se ríen y me liberan. Mientras subimos las escaleras hablando de mañana, me masajeo el cuello cubierto por vendas. Hace dos meses, cuando conseguí que Ishtral me apuñalara, me llevó a los jardines del castillo. Ni siquiera sabía a dónde me llevaba, solo quería recuperarme. Fuera, unos guardias custodiaban a Kitz que, ya recuperado, al verme, corrió hacia mí. Huelga decir que yo no recuerdo nada de ésto y que solo sé lo que me han ido contando entre todos. Por lo visto, Kitz e Ishtral tomaron prestadas un par de mochilas aralias que usamos para volar y me llevaron a casa de Kitz. El viaje no fue excesivamente largo puesto que las mochilas pueden llegar a ser rapidísimas, no obstante, dado lo profundo de mi herida, que no paraba de escupir sangre viscosa y negruzca, empezaba a hacerse eterno. En cuanto llegamos a casa del hombrecillo, éste untó mi herida con el mejunge que utilizaba para tratar las heridas de la cara de Rothian. Aún no sé qué contiene esa extraña crema (y no sé si quiero saberlo), pero tras una noche crítica en la que Ishtral no soltó mi mano, a punto de morir por la altísima fiebre, mi condición empezó a mejorar. Supongo que hace falta algo más que una araña psicópata para acabar conmigo.
-Y ahora, mi querida amiga, ¿me vas a contar por qué te han vuelto a encerrar?- pregunta Jake.
-Oh bueno, Luy estaba intentando robar unos pastelillos del modo que le enseñé y lo estaba haciendo muy bien...
-Ejem ejem... Sabéis que mi trabajo es encarcelar a los ladrones, ¿no? No es muy inteligente que digáis eso delante de mí- me corta el sargento.
-Pues tápate los oídos o vete. Bueno, resumiendo, le salió mal, el mercader llamó a la Guardia Real, yo me involucré, puede que le diera un par de patadas y algún que otro puñetazo a ciertos soldados y... en fin. El resto lo podéis deducir.-finalizo mi relato esbozando una angelical sonrisa.
Vamos a volver a a entrar al salón en el que se encontraban mis amigos antes de venir a buscarme cuando Ishtral tira hacia atrás de mí. Rothian y Jake nos dejan solos en el pasillo.
-¡Au! Estoy convaleciente, ¿acaso no ves que soy débil e indefensa?
-Nunca antes había oído tantas mentiras juntas.
Le saco la lengua y él pasa su mano por mi cuello vendado. Su mirada se vuelve sombría.
-Lo siento...
-No lo hagas, me salvaste; y dos veces: de la araña y de la muerte.
-Es solo que cada vez que recuerdo cómo te clavé la daga...
-Pues no lo recuerdes. Además, una cicatriz como ésa me dará un aire muy interesante, ¿no?
Me pongo de puntillas y beso la comisura de sus labios. Al oído le susurro que le quiero y él me abraza.
-Pero no te emociones sargento, si alguien pregunta, negaré haberlo dicho.
Tras este momento de dulce intimidad, entramos en el salón. Mañana será un día duro y nos necesitamos los unos a los otros.

Capítulo 122

Llueve en Pryon. Los habitantes de todo el país se han congregado en La Capital para depositar su voto. Hoy alguien será elegido por el pueblo para dirigir la metamorfosis, para liderar la transición. A esta nación le espera un nuevo mañana y todos rebosan ilusión. No obstante, Jake, Ishtral, Rothian y yo nos encaminamos a las afueras de la ciudad. Los cuatro envueltos en enormes capas negras, como cuervos gigantes, como sombras nocturnas.
Rothian porta un ramo de flores azuladas, del mismo tono que sus pecas.
Llegamos al lugar y nos arrodillamos frente a dos tumbas idénticas. Flair Maldow pone en la de la izquierda; Neldrey Maldow en la de la derecha. Junto a cada una, hay una estatua a imagen y semejanza de los hermanos. La escultura muestra a un Flair sonriente, con su laúd en las manos y una pose pícara. Es como si pudiera oír su voz de nuevo. La de Neldrey ni siquiera muestra la mitad de la belleza de la joven. Aún así, pareciera que los cabellos de oro bailaran con la lluvia y el viento. Sus labios rubí se entornan en una sonrisa infantil y los ojos felinos se clavan en el corazón. Un tributo que Rothian ordenó construir. Ellos son los ángeles guardianes de Pryon, así les llaman los pryoranos.
Lloro abrazada a Ishtral, que aprieta mis hombros con fuerza, muestra de que él también siente la pérdida de dos grandes amigos.
Jake acaricia el rostro pétreo de Neldrey y besa el dorso de su fría mano.
Abre la boca repetidas veces pero nunca dice nada. Imagino que no puede resumir en unas cuantas palabras usadas y rancias todo lo que siente. Todo lo que ella le hizo vivir y experimentar; cómo lo sacaba de quicio para calmarlo con un pestañeo o besándole la mejilla cuando no se lo esperara. El contoneo de sus caderas al caminar y cómo alzaba el mentón de modo orgulloso. Su inteligencia, elegancia y alegría...
Jake sonríe y formula un “gracias” mudo. Tras lo cual se arrebuja en su capa y se separa. Después vamos Ishtral y yo. No puedo evitar lanzarme a abrazar la imagen de mi amiga. Jamás habrá nadie como ella. Luego beso la mejilla de roca de Flair. Puede que al principio tomara la decisión equivocada, pero amó y luchó de verdad. Murió como un héroe. El sargento me coge de la mano y nos separamos de las tumbas. El turno de la princesa.
Se acerca temblorosa al lugar donde reposan los restos de Neldrey y hace una reverencia ante ella. Un gesto de cariño y respeto que jamás morirá.
Acto seguido, se quita la máscara frente a la estatua de Flair. Nosotros solo podemos ver su espesa cabellera, pero los ojos del joven son testigos de las lágrimas de su amada. Ella, sin decir nada, lo besa mientras solloza. Un amor eterno y, a la vez, tan corto que duele. Una promesa irrompible entre ambos. El adiós definitivo. Antes de girarse, se coloca la máscara.
A las puertas de La Capital, nos secamos las lágrimas pues hoy es un día feliz en Pryon.

Epílogo

Hace hoy un año de aquello. La noche en la que nos despedimos de Neldrey y Flair, Nash fue elegido presidente de Pryon y ha trabajado muy duro para rehacer un país roto por el Terror. Aún quedan rastros de resistencia, duda, confusión y zozobra, pero pronto se extinguirán del todo. Su Majestad, la Reina de Arala, ayuda en todo lo que puede al país vecino. La paz es ley hoy en día. Jake ayuda a todos los huérfanos de Arala. Con la ayuda de Rothian abrió una enorme escuela para todos esos niños y, la verdad, aunque nunca lo vi como profesor, no lo hace nada mal. La Princesa va mucho a Pryon, a visitar a Nash, quien se ha convertido en un gran amigo para ella, y para pasar ratos en soledad junto a la tumba de Flair. Puede que algún día vuelva a enamorarse y se quite su máscara, aunque ese día no será hoy. Shadow la sigue a todas partes, como un perrito, puede que convertirse en una marioneta que babea no sea el mejor destino pero... al menos sigue vivo. Kitz se ha convertido en uno de los ministros de Pryon y en mi maestro. Sí, he estado un año entero estudiando medicina con él aunque aún me queda mucho por aprender. No es por ser presumida, pero creo ser bastante buena.
Ishtral se ha convertido en la mano derecha de la Reina y sus ojos de metal refulgen bajo el sol de Arala. He de confesar que desde el día en que vi por primera vez su mirada dorada, supe que algo nos unía y que ese lazo sería más poderoso que la propia muerte.

Bien, aquí acaba todo. Arala es un país imposible que vive entre las nubes. Un país que merece la pena ser descubierto y, tras una guerra, dolor, muerte y destrucción, se alza aún más orgulloso que antes.
Como creo que ya dije antes, puede que no hayáis creído una palabra de lo que os he contado, pero, ¿sabéis qué? Que no me importa. ¡Bienvenidos a Arala!


FIN


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jueves, 22 de septiembre de 2016

Capítulos 114, 115, 116 y 117

Capítulo 114

Jake, Neldrey y Nash

Entran en una enorme mansión abandonada del estrato de la nobleza.
-Aquí estaremos a salvo por el momento. Esta casa es de algún ricachón. Seguro que hay comida y medicinas, al menos vendas, para tratar vuestras heridas. Gracias a los dioses que tú no tienes demasiadas heridas, Neldrey.- dice Nash soltando suavemente a Jake sobre una hermosa alfombra azul oscuro.
Ésta no dice nada y se muerde el labio, recordando lo vivido en el Castillo.
-Lo... lo siento... No estaba pensando al decir eso, soy un insensible, yo...
-Tú me salvaste. No te preocupes. Ve a buscar algo para lavar las heridas de Jake, yo me quedo con él.
Nash desaparece por la puerta y Neldrey se muerde las mejillas por dentro tragándose las lágrimas. Entonces, la mano sucia y arañada de Jake acaricia uno de los mechones de oro de la joven. Su hermosa melena, aunque sudada, sucia y grasienta, sigue siendo espléndida a ojos del chico.
-Jake, te has despertado, Nash ha ido a buscar medicinas. Vas a ponerte bien.
-Eso no importa. ¿Cómo te sientes?
-Como una puta. Por primera vez en mi vida me siento sucia y me doy asco. Irónico, ¿verdad?
-Neldrey, eres muy valiente, peleaste hasta el final, pero estabas sola ante esos bestias. Te prometo que voy a romperles las manos y a cortarles el... bueno, ya me entiendes. Siento no haber podido ayudarte. En cuanto pueda ponerme en pie iré allí y les haré pagar.
-¡No vuelvas allí!- ya se ha hartado de aguantar el dolor y empieza a llorar- Por favor, no vuelvas. Allí ha muerto mi hermano, Lyx, Rothian y el sargento siguen luchando y a ti casi te matan. No quiero que nadie a quien quiero vuelva a acercarse a ese lugar maldito... Por favor... Jake, no vayas, no me dejes sola... Prométemelo.
-Ven- susurra para que la chica se recueste a su lado y así él pueda abrazarla, puesto que apenas puede moverse. Ella obedece.- No voy a dejarte sola. Vamos a acabar ésto juntos, ¿de acuerdo? Te prometo que no voy a separarme de ti.
-Te quiero, Jake. No lo olvides.
-Si lo hiciera me matarías.- dice a modo de respuesta sacándole una débil risita a la chica. No obstante, ella sabe que, aunque se ha vuelto alguien muy importante para Jake, éste aún no puede corresponder sus sentimientos. Pese a sus dulces palabras y a la verdad que esconden sus promesas, sigue enamorado de Lyx. “Bueno, cuando todo acabe, ya tendré tiempo de hacerle cambiar de idea” piensa entrando en calor junto al chico.
La puerta suena y Neldrey se levanta.
-¿Has encontrado algo útil, Nash?
Silencio.
-¿Quién eres?- la voz tensa de la chica hace que Jake intente moverse, pero sus músculos desgarrados y algunos huesos rotos se oponen a su voluntad.
-Largaos... Malditos aralios... Habéis traído la desgracia a este país. Tal y como Su Majestad dijo... Acabaré con vosotros. Sí, eso haré. Y me vengaré por destruir mi hogar. Sí, eso haré. Eso es lo que he hecho con el otro aralio...
Neldrey se asusta. Ante ella hay un hombre muy alto, puede medir cerca de los dos metros. De pelo canoso, sudado y revuelto. La cara manchada de polvo y las ropas, de muy buena calidad, rotas y sucias. Lo peor es su mirada; muestra un gran estado de ofuscación. Si los ojos son el espejo del alma, los de ese sujeto han caído al abismo de la locura. Cualquier intento de comunicación sería en vano.
-¿El otro...? ¿¡Qué le has hecho a Nash!?-la voz de la chica suena demasiado aguda a consecuencia del miedo y del estrés acumulado
-Le golpeé la cabeza con... ésto.- de detrás de su espalda saca un precioso bastón de madera muy oscura. Con un rápido giro de muñeca, el bastón muestra una pequeña junta y el hombre tira de la parte inferior dejando a la vista una espada vieja, con el filo desgastado, pero manchado de sangre.
-Neldrey sal corriendo de aquí, ¡ya!- la voz cansada de Jake se alza intentando imponer algo de miedo. Cosa que en su estado es bastante infructuosa.
-¡No! ¡No voy a dejarte solo! ¡Ni siquiera puedes moverte!
-Dejaos de cháchara, escoria humana.
Y entre gritos inconexos, aquel hombre se lanza contra la chica. Ésta esquiva los primeros golpes, que carecen de técnica o cualquier tipo de estrategia. Son totalmente al azar y es imposible establecer un patrón de movimientos. Jake, haciendo acopio de sus últimas fuerzas, se levanta y se abalanza sobre él, que de una patada en el estómago, derriba al joven. Normalmente un golpe así no lo hubiera dejado fuera de combate, pero las múltiples palizas y torturas sufridas en los calabozos del castillo están pasándole factura. Ahora ya sí que no puede moverse.
-¡Maldita sea, Neldrey! ¡Escapa!
-¡NO!
-¡Hazme caso por una vez y vete de aquí!
-Me prometiste que no me dejarías sola. Yo tampoco te dejaré atrás.
Tras decir ésto, la chica coge un pequeño taburete de madera forrado de terciopelo negro y corre directa hacia su atacante.
-¡Neldrey no!- grita Jake, impotente, mientras llora y se atraganta con su propia saliva y lágrimas.
Un sonido de algo roto y silencio. Aquel hombre ha ensartado a la hermosa joven. Ella, aún con el taburete sobre su cabeza, libera un pequeño quejido.
-Asquerosa aralia... Te lo mereces. El siguiente será tu amigo.
Neldrey, con la muerte colgándole de las pestañas, mira con ira a su verdugo y, con todas las fuerzas que puede reunir, golpea repetidas veces a aquel loco con el banquito. Solo se detiene cuando sus brazos se quejan y las sienes de él están destrozadas. Ambos caen al suelo en un abrazo mortal. Ella con la espada clavada en su cuerpo y él con pequeñas astillas en la cabeza.
Lo único que se escucha son los alaridos desgarradores de Jake, que solo puede mover el cuello y ha presenciado aquel trágico espectáculo sin poder salvarla.


Capítulo 115

Rothian y Kitz

Rothian esquiva como puede la lluvia de puñetazos, patadas y sablazos que le llegan de todas direcciones. Incluso consigue noquear a varios soldados. Kitz se levanta presionando su estómago y también, gracias a su gran velocidad, es capaz de dejar fuera de juego a dos o tres guardias. No obstante, no a los suficientes. Normalmente, Kitz, al igual que Lyx, se cura muy rápido, pero parece ser que la herida de su estómago es más profunda de lo que pensaba. Esta vez tardará un poco más en sanar. Tiempo del que no disponen. Quizá sean esos minutos los que le impidan regenerar bien los tejidos dañados y acabe muerto. “Al menos he de salvar a la princesa” se dice.
-¡Rothian! ¡Vete de aquí! ¡Yo los entretengo! ¡Tú debes acabar lo que empezaste!
-¿¡Estás loco!? Apenas puedes moverte y estás herido. No voy a dejarte solo. No voy a dejar que otra persona se sacrifique para salvarme. Con Flair tuve suficiente...
-Rothian, no es momento para sentimentalismos. A veces es necesario hacer sacrificios y afrontarlos con la cabeza alta es el deber de una princesa. ¡Lárgate!
-Lo siento. Este país ha tenido durante demasiado tiempo a un Rey que cree en los sacrificios de los demás. Yo no soy así. Siento decepcionarte, pero éste es el tipo de Princesa que soy. Ahora cállate y utiliza tus fuerzas para intentar acabar con alguno más.
-Esto... ¿habéis acabado?-dice una voz detrás de ellos y de los guardias de Pryon.- Perfecto. ¡Atacad y salvad a la Princesa Rothian!
Los soldados de Arala. Están salvados. Superan en número a los pryoranos y están menos cansados también.
Mientras Rothian presiona la herida de Kitz para frenar la hemorragia, la pelea acaba solo con una baja entre los aralios.
-¡Strok!- grita la chica a un joven de cabello rosáceo, casi blanco.
-Princesa.
-¿Dónde está mi madre?
-Su Majestad ha subido a la sala donde se encuentra el Rey. La acompañan varios de los mejores soldados y el espía Shadow.
-Llévame allí, y que uno de tus guardias saque a este hombre de aquí para curarlo. ¡Rápido!

Jake, Neldrey y Nash

Nash aparece por la puerta mareado y masajeándose la cabeza en el lugar en el que un loco con un bastón lo golpeó mientras sacaba vendas de un armario. Ha intentado llegar lo antes posible al oír los gritos de Jake, pero al ver el cuerpo de Neldrey atravesado por una espada, sabe que ha llegado tarde.
Se olvida de su cabeza y corre a sacarle el acero de las entrañas a la chica.
-Nash... acércala a mí... por favor...- Jake ya no puede más. Demasiado miedo, dolor y muerte en tan poco tiempo.
El líder de los bastardos obedece, ayuda a Jake a sentarse apoyándolo en un sillón y recuesta a la moribunda mujer en el regazo del aralio.
-Yo... os dejo intimidad...- dice saliendo de la habitación.
El silencio reina mientras Jake acaricia la pegajosa frente de Neldrey. Está mortalmente pálida pero sus labios siguen sumamente rojos. Es un ángel. Tan bella que duele. Tan hermosa que cuesta creer que está más cerca del sueño eterno que de la vida. Un rayo de sol a punto de desvanecerse.
-Tonta... te dije que te fueras...-las lágrimas de Jake bañan las mejillas de la joven.
-Bueno... la... la obediencia no es uno de mis múltiples dones...-intenta reír pero se atraganta con su sangre y el sabor a hierro se adueña de su boca.
-No me dejes, Neldrey... Por favor. Aguanta. Eres muy fuerte. Neldrey...
-Jake... tranquilo... solo, solo quiero... dormir...
-Te quiero, Neldrey. Te quiero.
-¿Sabes?... mientes... fatal. Pero gracias...
-Él acerca su boca temblorosa y la une a la de ella. No hay respuesta. Ya se ha ido. Neldrey ha volado hacia el cielo, como un ángel que deja atrás su disfraz de carne y piel para volver a su reino celeste.
-Me dijiste que no me dejarías atrás...- Jake se queda acunando a la joven mientras Nash espera en la habitación contigua maldiciéndose a sí mismo por no haber podido hacer nada.

Capítulo 116

-Por favor, Lyx. No dejes que te venza. Eres más fuerte que ella. Yo creo en ti.
-Agg, tanta palabrería me aburre y me dan ganas de vomitar. Voy a matarte para que te calles, ¿vale? Lyx no va a volver, asúmelo.- digo empezando a divertirme con la situación.
-Lyx... no quiero hacerte daño. No quiero pelear contra ti. ¡Despierta!
-Oh, hombres... no sabéis aceptar un no por respuesta.
Tras decir ésto, corro hacia Ishtral, que se pone rápidamente en pie y descarga un gran puñetazo en mi vientre haciendo que caiga de rodillas. En el suelo, me giro con la pierna extendida para hacerlo caer, pero él salta y en el aire patea mi mejilla. Un hilo de sangre nace en mi labio inferior.
-Maldición Lyx. ¡Escúchame! Vuelve conmigo. ¿Cómo crees que se sentiría Pete al verte así?
Me levanto de golpe y comienzo a reír a carcajadas.
-Sobrevaloras a la chica, cariñito. Ya se ha rendido.
-No voy a rendirme. Voy a hacer que Lyx regrese. Ella es mucho más fuerte que tú.
Enarco la ceja derecha, interesada en el hombre que tengo ante mí. “Puede que merezca la pena dejarlo vivo” pienso. “No, solo molestaría” me corrijo.
Muevo rápidamente las manos moldeando numerosas bolas de fuego que lanzo al sargento y que se clavan en él como balas. No obstante, tengo cuidado de no dar en ningún punto vital, sería demasiado aburrido acabar tan pronto.
-Lyx, ya basta, ¿de verdad quieres matarme? Pete estará revolviéndose en su tumba.
Basta”
-Menuda hermana. Apuesto a que si pudiera verte estaría llorando, incluso deseando no tener nada que ver contigo.
Basta”
-¿¡Qué sucede!? ¡No puedo moverme! ¡Maldita chiquilla, cállate!-grito con las extremidades un poco agarrotadas.
-¿Y tu madre? Dio la vida por ti, para salvar tu alma, y tu haces inútil su sacrificio.-continúa el sargento.
¡Basta!, ¡para!”
-¿Sabes que Flair ha muerto? ¿que han violado brutalmente a Neldrey? ¿que nos han torturado a Jake y a mí hasta dejarnos medio muertos? Vinimos aquí por ti, Lyx. No para que te dejaras consumir por esa alimaña. ¡Despierta y afronta la realidad! ¡No te escondas!
¡¡Basta!!”
¡BASTA!”
-¡Cállate maldito sargento! Y tú, niña insoportable, deja de gritar en mi cabeza.
Ando tropezándome hasta la pared y me golpeo la cabeza contra la misma.
-¡Cierra la boca! ¡Yo te salvé! ¡Todo me lo debes a mí, ingrata! Eres asquerosamente débil. ¡CÁLLATE!
Tras ésto, de mis costados comienzan a nacer extremidades de manera que mi cuerpo cada vez se asemeja más y más al del arácnido. Me araño la cara luchando contra la anciana. Puede que no tenga el control del cuerpo, pero mi conciencia ha despertado. El fuego me envuelve y unos chorros de aire extremadamente cálido golpean a Ishtral y lo lanzan contra la pared.
-He... he de matarlo... tú... estás haciendo que ella quiera volver...
-¡Lyx! ¡Sigue luchando! Piensa en Pete.
-¡CÁLLATE MALDITO HUMANO!
Parezco más una enorme araña que una persona, y soy consciente de ello. Quiero luchar, quiero recuperar mi cuerpo. La vieja-araña envuelve a Ishtral en unos hilos candentes que le queman poco a poco la piel. El sargento grita y es ese grito de dolor el que me hace querer derrotar al arácnido. No voy a permitir que mate a nadie más, y menos a él.
Los hilos se deshacen, al igual que lo hace la forma monstruosa. Vuelvo a mi cuerpo y caigo de rodillas, sudando, temblando y llorando. Soy yo, he recuperado el control, ¿verdad?
-Lyx, Lyx, ¿eres tú? Sí, sí lo eres. La has derrotado, confiaba en ti, Lyx yo...
-Mátame.

Capítulo 117

Rothian, la Reina de Arala y el monarca de Pryon

La princesa entra de golpe en una sala rectangular inmensa en la que se encuentra su madre, la Reina de Arala, unos veinte o treinta soldados de cada bando, Shadow y el Rey de Pryon.
-Oh ama Rothian. Shadow bueno, Shadow fiel. Shadow aquí por usted, para salvarla. Shadow muy bueno, shadow muy fiel.
-Silencio, Shadow- ordena la princesa-. Mamá, ¿qué...?- pregunta al ver a los soldados aralios reduciendo a los pryoranos, disfrutando con antelación de la victoria, y al Rey, sentado en su trono, abatido, furioso y derrotado, a punto de firmar algo que lleva el sello de su madre.
-¡Mi niña! Rothian, me alegro tanto de que estés bien... aunque ahora no es el momento. El Rey está a punto de firmar un tratado de paz por el cual abdicará y se irá al exilio.
-¿Y ya está? ¿Así de fácil? No me lo creo.
-Bueno, no tiene más remedio. Todos los ciudadanos, a los que pretendía usar como carne de cañón, huyeron. Volamos por los aires los almacenes en los que guardaba sus armas y su ejército, asustado y confuso, no ha tenido tiempo de reaccionar antes de que nosotros llegáramos. Puede que Pryon sea una bestia militar, pero si el que debe dirigir todo es un incompetente, su derrota está asegurada. Es como jugar al ajedrez y ésto es un “jaque-mate”.
-Entonces... ¿Se acabó? ¿hemos ganado?- dice Rothian sintiendo cómo, bajo su máscara, sus mejillas se humedecen. Piensa en Flair, “si solo hubiera aguantado un poco más o nuestro ejército hubiera llegado un poco antes...” se lamenta.
El Rey de Pryon, humillado por tan fácil derrota, acaba de firmar y tiende el papel a uno de los soldados de la Reina. Ella lo toma y le da la espalda para mostrárselo a su hija.
-Éste... éste no es mi final, zorra aralia...- dice con voz lúgubre el destronado monarca.
Ante la indiferencia de la Reina frente a su amenaza, el Rey, en un movimiento sumamente rápido, saca un cuchillo escondido en la tela que cubre el trono y corre hacia ella.
-¡Cuidado, mamá!- chilla Rothian poniéndose delante de ella.
La Reina grita y unas gotas de sangre manchan el oro de la máscara de la Princesa.

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martes, 20 de septiembre de 2016

Capítulos 110, 111, 112 y 113

Capítulo 110

El fuego me corroe. Me siento tan poderosa como loca. Sé que no puedo controlar mi cuerpo y me adormezco. Ahora, mi otro yo es la reina de mi alma y sé que no podré volver a ser yo misma pero ojalá, cuando todo ésto acabe, halle alguna forma de revivir mi conciencia.
-Deja de pensar, querida. Ya eres mía. Ahora déjame sacarnos de este cubito de hielo.- La voz de la anciana surca mi cansada mente. Asiento y cierro los ojos .
Tal y como pasó cuando la araña evitó que bebiera el veneno, lo veo todo a través de sus ojos, como si fueran una ventana. La única diferencia es que en ese momento, yo me revolvía y luchaba por recuperar el control, limitando así el poder del arácnido. Ahora no opongo resistencia.
Las yemas de los dedos relampaguean y exhalo un largo suspiro bañado en cenizas. Una espesa nube de humo me va envolviendo poco a poco, calentando mis músculos. Los ojos, de un naranja vivo, se fijan en mis muñecas presas y veo como el metal de los grilletes comienza a fundirse muy lentamente sobre mi piel. No me quema, al contrario, resulta sumamente placentero. Al cabo de unos minutos, el acero que me apresaba no es más que un charquito en el suelo. La humareda me sigue rodeando todo mi cuerpo y toco una de las paredes. La forma de mi mano queda tatuada en el hielo y, como una avalancha, el agua congelada se va evaporando desde ese punto hasta consumirlo todo. Ahora mi celda parece una sauna asfixiante y yo me siento llena de vida.
Unas explosiones hacen temblar el suelo; ni siquiera les presto atención. “Lo único que he de hacer es asesinar al Arquero y salvar a los estúpidos aralios y a los hermanos que me han acompañado. Una tarea tediosa pero, qué menos que hacerle ese favor a Lyx antes de consumirla por completo” piensa el arácnido sin que ello haga que me resista a su posesión. Entonces, como invocado por mis deseos, la puerta se abre de manera que todo el vapor escapa dejando envuelto en un leve halo de humedad al Arquero.
-¿Cómo has podido soltarte?
-Oh querido- dice con voz melosa “la otra Lyx”-. Qué poco imaginativo, los hombres como tú no me atraen en absoluto.
-Debo acabar contigo. Órdenes de Su Alteza.
-Y yo debo matarte a ti. Órdenes de Lyx.
-¿De qué hablas?
-Una larga historia. ¿Empezamos ya o...?
El Arquero cruza la estancia como una exhalación y propina un fortísimo puñetazo en mi mandíbula, que libera un crujido.
-¡Oye! Eso me ha dolido. ¿Tu madre no te enseñó a tratar bien a las mujeres?
Antes de que diga nada más, mi adversario me patea el costado, donde antes me había herido con una de sus flechas.
-Vale, se acabó. Necesito este cuerpo intacto.- dice, con mis labios, el arácnido.
Chasqueo los dedos y una pequeña corriente eléctrica me atraviesa. Los vuelvo a chasquear y de ellos salen unas llamas que parecen tener vida propia.
El Arquero abre mucho los ojos y saca su arco, imagino que pensó que podría matarme a golpes. Me subestimó y ahora pagará por ello. Pagará por haber matado a Pete. Junto las palmas de las manos y uno las flamas. Una especie de látigo muy largo y que se mueve solo aparece. Una flecha sale disparada directa a mi corazón pero sencillamente queda calcinada al acercarse a mi cuerpo. Ni siquiera me roza. Envuelvo con el látigo el cuerpo de mi enemigo y visualizo su sangre hirviendo. Lanza un alarido de dolor que, a mis oídos, es tan placentero como la hermosa voz de Flair. Centro una mirada carente de humanidad en él y digo, en voz baja y grave.
-Adivina, adivinanza, querido... Si el 65% del cuerpo humano es agua, ¿qué le pasará si empiezo a hervir muy poco a poco ese agua?
Entorno un poco los ojos y sonrío cruel. Comienzo a elevar su temperatura corporal causándole un dolor inhumano. Supongo que ese Arquero nunca tuvo posibilidad alguna de vencerme desde el principio.

Capítulo 111

Mientras Lyx lucha contra el Arquero, el resto.

Neldrey se ha puesto la ropa del guardia al que Nash disparó. Ha dejado de llorar, porque no es momento de lamentarse, y ahora ayuda a caminar a Ishtral. Aunque apaleado y malherido, se encuentra mejor que Jake, quien está siendo transportado en la espalda de Nash. No tiene fuerzas para moverse, aunque, al menos, está consciente.
-¡Nash!- dice una vocecita conocida.
-Kitz, al fin, salgamos de aquí.
Se han reencontrado todos. Bueno, casi todos.
-Os... ¿Os conocéis?- pregunta débilmente Ishtral.
-Básicamente decidí venir a ayudaros y los bastardos me llevaron a su campamento. Dije el motivo de mi viaje y Nash quiso acompañarme.
-Pero... ¿cómo conseguisteis... atravesar esa enorme montaña en... en tan poco tiempo?-continúa el sargento.
-Soy muy rápido- contesta lacónico Kitz-. Más importante, ¿cómo estáis? ¿Qué os han hecho?
-Supongo que hemos estado mejor...- dice Neldrey-. ¿Dónde...? ¿Dónde están Lyx y Flair?
Rothian baja la cabeza y se clava las uñas por lo que es Kitz quien contesta.
-Lyx no estaba con ellos y Flair...- rehuye la mirada preocupada de la joven y suspira.
-No... No puede ser... ¿mientes verdad? ¡ROTHIAN DIME QUE MIENTE!
-Lo siento Neldrey...
Ésta se seca una lágrima y pregunta qué le pasó.
-Luchó contra el príncipe Drake y lo mató, pero resultó gravemente herido en la cabeza. Perdió mucha sangre y... Lo siento, era una herida muy grave. Murió poco después.-Kitz es el que ha hablado y Rothian se muerde los labios pensando que sí, que eso era cierto, pero que si Flair no la hubiera besado quitándole el encantamiento, quizá podría haber sobrevivido. No obstante, no es capaz de admitir eso delante de la joven. Nadie sabrá que está curada porque, de ahora en adelante, jamás se quitará la máscara; jamás.
-Buscaré a Lyx.
Ishtral se ha erguido y ya no se apoya en Neldrey para andar. Al menos, ha recuperado algunas de sus fuerzas.
-Blood, apenas puedes caminar...- responde Kitz.
-¿Has oído las explosiones? Lo más seguro es que la batalla haya comenzado. Kitz, tú y Rothian deberíais ir a por el Rey. Entre la fuerza y velocidad que posees y los poderes de la princesa no creo que tengáis muchos problemas. Jake apenas puede moverse y Neldrey sigue muy débil. Nash debería sacarlos de aquí. Solo quedo yo, que ya estoy mejor. Además, necesito encontrarla...
-Hagamos... lo que... dice... el Bobo Real.
-Jake cariño, ¿estás bien?-dice angustiada Neldrey.
-Él tiene razón. Co... Confiemos en él... -le cuesta un poco hablar pero parece que empieza a recuperarse un poco-. Blood. Salva... a Lyx. Por favor.
Ishtral asiente y se separan.

Capítulo 112

Observo cómo el Arquero se retuerce entre las llamas de mi látigo. Arde su cuerpo y su alma. Delicioso.
-¿Qué sucede, cariño? ¿Ya no tienes ganas de usar una de tus flechas?
Una risa estridente y afilada como una daga resuena en mi garganta cuando mi oponente grita a pleno pulmón dejando un pequeño reguero de saliva pegajosa en sus ropas medio calcinadas.
-Qué asco, deberías aprender a morir con más elegancia.
Crispo los dedos y una especie de ola llameante corre por la superficie del arma, rugiendo como una bestia hambrienta.
-¡LYX PARA!
La voz de Ishtral me distrae y hace que el látigo se deshaga en una nube de humo. El Arquero cae semiinconsciente al suelo, luchando por introducir algo de oxígeno viciado en sus pulmones maltrechos.
-Oh, vaya. Cariño, ¿no te han enseñado a llamar a la puerta?
-Devuélveme a Lyx.
-Mmmm que tono tan varonil, quizá me equivoqué de presa al consumir a esta niña.
-Te lo digo por última vez, vieja. Devuélvele el control a Lyx y sal de su cuerpo.
-Podría, pero he de negarme. Fue ella quien se me ofreció voluntariamente, ¿quién soy yo para ir en contra de sus deseos?
-¿Se... se sacrificó?
-Verás cielito, la palabra sacrificio es muy fea. Simplemente hicimos un trato. Yo mataba a ese Arquero, os salvaba y su cuerpo sería mío. Fácil y sencillo. ¿Me dejas acabar lo que he empezado con ése?- digo señalando con la barbilla al Arquero que tiembla y se arrastra por el suelo abrazando la zona de su cuerpo quemada por el látigo.
Con un mohín un poco infantil hago que el humo se arremoline alrededor del cuerpo del Arquero y en mis manos empieza a materializarse lentamente un puñal de llamas.
-En un momento estoy contigo, sargento, o... espera. Creo que tú y yo estamos enamorados, mejor te llamo... ¿Ishtral?
-No te atrevas a llamarme así. Solo se lo permito a Lyx.
-Te olvidas de que ahora yo soy Lyx.
Parece que ese comentario le afecta porque saca la daga con la empuñadura de oro y corre hacia mí. Rápida y sin ningún tipo de esfuerzo esquivo sus golpes. Asesto dos rodillazos consecutivos en su abdomen y, cuando se dobla de dolor, le propino un codazo en la espalda. No está peleando en serio pero no sé si es por el hecho de que no quiere dañar mi cuerpo o porque está bastante herido. “Bueno, es su problema” pienso.
-Vuelve a interferir y acabo contigo, “amor mío”.
Le doy la espalda y unas lenguas de fuego aplastan al Arquero contra la pared mientras, con la mano derecha, empuño el puñal que voy a clavarle en el corazón.
-¿Unas últimas palabras?
-Demonio.- ante ésto inclino la cabeza un poco y pestañeo varias veces.
-Vaya últimas palabras más inútiles, eso ya lo sabía. Adiós querido.- digo con un tono cantarín y alegre que contrasta con la atmósfera imperante. Alzo el brazo y algo desgarra mi hombro haciendo que gruña.
Ishtral me ha disparado. Me toco la zona herida con el dedo índice y lamo la sangre. Me giro hacia el sargento y sonrío. Chasqueo los dedos y, mientras me acerco a él, el cuerpo del Arquero comienza a arder causándole un enorme dolor.
-¡NOOO!
-Oh, pobre, pobre hombre. Si no me hubieras detenido, él hubiera muerto de una forma menos dolorosa. Eres muy cruel, cielito, ¿lo sabías?
-Reacciona Lyx. Tú no eres así. No eres una asesina.
-Bueno, en eso tienes razón. En cuanto te mate a ti dejaré de hacerlo. Lo prometo. Todo sea por nuestro amor.

Capítulo 113

Nash, Jake y Neldrey

-¡Rápido, por aquí!- dice Nash guiando a la chica por un sinfín de pasillos idénticos.
-¿Cómo consigues orientarte?
-Mi madre trabajaba en este castillo. Me crié aquí. Luego Su Alteza la asesinó y yo me exilié. Fin del cuento.
-Lo siento. Mi hermano y yo también somos bastardos... bueno, ahora solo quedo yo...
-Neldrey...-la voz de Jake empieza a sonar un poco más enérgica, pero aún está muy grave.
-Mirad, ahí está la salida. Huyamos de este infierno. Seguro que Kitz y Rothian llegan hasta el Rey y Blood salva a la aralia testaruda.- asegura Nash.
Están agotados pero no frenan su carrera hacia la salvación, hacia una incierta esperanza. Si la princesa no consigue acabar con el Rey, todas las muertes y sacrificios habrán sido en vano, y eso escuece más que cualquier herida.
Salen por la parte de atrás del Castillo. No hay ni un guardia. Lo más seguro es que todos estén dentro de Palacio para custodiar al Rey y ayudarlo a escapar de algún modo. Escapan por la muralla, derruida por la explosión en cadena de los almacenes de armas y se pierden entre el polvo, los escombros y los cuerpos.

Rothian y Kitz

-¿Sabes hacia dónde vamos?- pregunta la chica.
-No, pero lo que es seguro es que debemos subir, las estancias del Rey están en lo más alto del castillo. Rothian, no te separes de mí. Ya no tienes tus poderes y...
-Y tú me enseñaste a pelear, no solo a depender de mis poderes. Estaré bien. Ya no soy ninguna niña asustada. Además, Flair quiere... quería que viviese y no voy a decepcionarlo.
El hombrecillo asiente y siguen corriendo, subiendo decenas de escalones laberínticos que parecen extenderse hacia el centro del universo. Un ascenso sin final.
Al cabo de unos minutos que parecen horas, llegan al final de la escalera y se adentran en un oscuro pasillo.
-Debemos conseguirlo Kitz.
-Sí, Princesa, cuando acabemos, este reino podrá... ¡CUIDADO!
De las paredes, han salido unos veinte soldados de Pryon. Les tiemblan las manos en las que sostienen las lanzas; no hay nada más peligroso que unos hombres aterrorizados luchando por sobrevivir. Una de sus armas está bañada en sangre. Rothian se mira pero ella no tiene ni un rasguño. Un suspiro de dolor le hace girar la cabeza hacia Kitz. Su estómago. Le han clavado una lanza en el estómago. Por protegerla. Ha sido su escudo humano.
-¡Kitz! ¡¿Estás bien?!
-Sí... es... no es demasiado profunda pero... estoy perdiendo mucha sangre... debemos salir de aquí, princesa.
-No... no... os dejaremos acercaros a Su Alteza...- dice un guardia, aún imberbe, con voz trémula.
-¡Estúpido chaval! ¡¿vas a arriesgar tu vida por un monarca déspota que os usa como herramientas?!
Parecen dudar un poco pero otro soldado más gordo y mayor grita con voz ronca que juraron lealtad a Su Alteza y que pelearán hasta la muerte. Kitz apenas puede respirar por la enorme hemorragia, Rothian ha perdido su mayor poder y está sola ante esa avalancha de letales marionetas del Rey.

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jueves, 15 de septiembre de 2016

Capítulos 106, 107, 108 y 109

Capítulo 106

Fuera del Castillo del Rey de Pryon

Cientos de aralios descienden en picado con sus mochilas voladoras. Lanzan flechas y pequeñas bombas. Derraman gases abrasivos, lacrimógenos o asfixiantes; incluso algunos que paralizan el sistema nervioso durante unas horas. No son solo los soldados, también los propios ciudadanos de Arala. Tras atacar en pequeños grupos pillando desprevenidos a los guardias que controlan los niveles del pueblo llano y de la nobleza de Pryon, huyen hacia el cielo siendo totalmente inaccesibles. Si el Rey contaba con usar a sus súbditos como carne de cañón, ya no podría. La estrategia de la Reina consistía en dejar inservibles sus reservas de “escudos humanos”. Así, cuando los que no hayan resultado heridos huyeran despavoridos. Ella misma bajaría hacia el Castillo comandando al verdadero ejército aralio. Se sentía mal por los pryoranos, aunque sabía que la mayoría no morirían. Todas las armas que estaban siendo usadas estaban destinadas a causar heridas, no a provocar un genocidio. Lo único que busca es infundir más miedo en aquellos esclavos sumisos que su monarca y que salieran despavoridos de La Capital. Solo quiere acabar con el Rey déspota y su hijo, digno heredero de su padre en cuanto a crueldad se refiere.
El caos comienza a ser palpable. La gente chilla y corre y tropieza y llora. Un ruido atronador y una enorme nube de polvo se alza desde el suelo de Pryon. Algunos incendios aislados aparecen en ambos niveles como resultado de las bombas. De repente, una enorme explosión ensordece el resto de sonidos. Un explosivo aralio ha caído en un almacén donde el Rey guarda muchas de sus armas. Así, una reacción en cadena comienza segando las vidas de todo aquel ser viviente que alcanza, ya sea pryorano o aralio.
Una avalancha humana causada por el pánico generalizado se agolpa contra las murallas exteriores de La Capital. Gritan y, por primera vez en décadas de sumisión, exigen ponerse a salvo y luchan por sus vidas. Lástima que hayan tenido que morir sus amigos, vecinos y familiares para despertar ese instinto en los supervivientes. Lanzan piedras a los que custodian las murallas para que abran las puertas. Esa masa de piernas, brazos y alaridos se agolpa haciendo que sea difícil respirar. Parecen ganado.
La Reina aralia observa todo en una especie de nave aérea y araña los cristales.
-¡Abrid las puertas! ¡Maldita sea abrid las puertas o esa gente va a morir aplastada!- grita impotente. Los pryoranos ni se daban cuenta de que tras las grandes explosiones que habían causado enormes cráteres en el suelo asesinando a centenas de desgraciados, los aralios habían dejado de atacar y se dedicaban a recoger los cadáveres de sus compañeros (o lo que quedaba de ellos).
Entonces, la Reina envía a varios soldados a las murallas para que abran las puertas. Éstos, obedientes, se ponen sus mochilas y reducen a los guardias. Ya estaban asustados y paralizados. Con un par de golpes se quedan inconscientes. Los aralios abren las puertas y, en un espectáculo aterrador, los habitantes de La Capital huyen pisándose unos a otros, arrollando al ejército pryorano. Tras unos minutos de estampida. Entre el polvo, el humo y las cenizas, se ven cadáveres aplastados y asfixiados junto a las puertas. Tan cerca de la libertad pero... Un sollozo casca la voz de la Reina y golpea el suelo de su refugio. Ve la victoria más cerca, pues de un golpe ha eliminado las peores armas y ha ahuyentado a las “reservas humanas” del Rey, pero a qué precio.

Capítulo 107

Mientras una guerra se libra fuera del Castillo, dentro del mismo, el Rey

-¿¡QUE SUCEDE!? Ésto no debía pasar así. Maldita escoria humana, huyen como perros apaleados. Sin ellos mi plan... Los mataré. Si no mueren los mataré a todos. Parece que debí de haberlos asustado más. Asquerosos bastardos están traicionando a su Rey. ¡ARQUERO!
-Majestad.- responde éste apareciendo de la nada.
-Prepara al ejército. Diles que la prioridad es mantenerme con vida y que el Castillo no caiga. Luego ve y acaba con esos cerdos aralios.
-¿Y el príncipe Drake?
-Que venga. Si se niega, lloraré su muerte. ¡Ahora muévete!

En ese momento, Flair y Drake

Los golpes de espada han roto las ataduras de Flair.
-Bien, bastardo, es hora de que demuestres con hechos lo que dices con palabras. Te reto.
Entonces, Drake le lanza al joven una pequeña espada de madera mohosa.
-¡Eso no es justo! ¡¿Tú vas a luchar con acero y él con ese juguete?!
-La vida no es justa, estúpida princesa. Ahora cierra ese agujero que tienes por boca.
-No te preocupes, Rothian.
La voz tensa de Flair hace callar a la princesa, que durante unos segundos olvida su rencor hacia el joven y un sentimiento de angustia se queda colgado en su pecho.
Comienzan a luchar. La princesa odia admitirlo pero Drake es realmente bueno y el talento de Flair es su ballesta. Puede que pierda ante ese malvado. Eso le asquea. Flair recibe varios golpes y cortes mientras que el príncipe se mueve sin problemas y esquiva con agilidad las torpes estocadas de su adversario. El joven está en problemas y es consciente de ello. Puede que de pequeños, fuera Flair el más habilidoso, pero eso quedó en el pasado. Drake, con un giro de muñeca, rompe la endeble espada de Flair, que salta hacia atrás para evitar un ataque que podría ser mortal. Mientras el príncipe ríe triunfador, su oponente se ve relegado a corretear por la sala malgastando sus energías en conservar sus extremidades unidas a su cuerpo. Rothian los sigue con la mirada, apretando los puños y desollándose las muñecas debido a la fricción entre las ataduras y su piel. Intenta liberarse. Quiere ser libre para quitarse la máscara y acabar con ese príncipe pedante e insoportable. Le gustaría salvar a Flair. Si alguien ha de matarlo, ésa debe ser ella, no Drake. Ese juego en el que Flair simplemente escapa por los pelos del afilado filo metálico no puede durar para siempre.
La espada del príncipe pasa demasiado cerca y, aunque Flair la esquiva, tropieza y cae golpeándose en la cabeza. La sangre comienza a manar de esa herida y Flair se marea levemente a la par que las náuseas estrangulan su esófago. Drake se acerca con una sonrisa deforme cuando, de repente, una enorme explosión se hace dueña del mundo. El suelo tiembla levemente. Seguidamente, una serie de ruidos similares al primero hacen que la pelea entre los jóvenes se detenga momentáneamente.
-¿Qué sucede?- se pregunta Drake desviando un momento su atención de Flair.
Éste, aprovechando la falta de concentración de su rival, lo embiste con todas sus fuerzas haciendo que caiga de espaldas. Flair le arrebata la espada y la lanza lejos. Así, comienza a asestar poderosos puñetazos contra la mandíbula del príncipe. Cuando lo ve mareado, le envuelve el cuello con las manos y aprieta. Con más y más fuerza. Quiere asfixiarlo o partirle el cuello. Le da igual, solo quiere que Drake muera por todo lo que le han hecho a él y a su hermana desde niños. Por todo lo que le ha hecho a Rothian (pese a que lo de la princesa también es su culpa).
La herida de su cabeza hace que a Flair se le nuble la vista pero, a pesar de eso, todavía puede ver los ojos inyectados en sangre de Drake, la piel rojiza, con las venas de las sienes a punto de reventarle, las manos arañándole los brazos y la cara intentando por todos los medios librarse de esa presa que lo estrangula. El príncipe articula una palabra, una última palabra; el nombre de su verdugo: Flair Maldow.

Capítulo 108

Durante el ataque, Jake, Ishtral y Neldrey.

Ishtral se encuentra inmóvil tras la última paliza recibida. Jake yace prácticamente inerte tras los latigazos recibidos y Neldrey... Ella está desnuda y temblando. Con sus hermosos ojos verdes nublados y turbios. Los labios agrietados y el pelo enmarañado y sudado. El último guardia se está subiendo los pantalones justo cuando un chaval, un joven soldado de no más de diecisiete años entra de golpe.
-¿Pero qué? ¿Qué quieres?- pregunta el guardia que torturó a Jake.
-El Arquero dice que nos preparemos. Que vayamos todos a los jardines que rodean el Castillo para recibir órdenes. Los aralios han atacado por sorpresa y los súbditos de Su Alteza han huido. Solo quedamos nosotros para defenderlo a él y a este lugar.
-Enseguida vamos. ¿Te ha dicho el arquero qué hacemos con éstos?
-Eliminarlos.
Al decir eso, el joven sale corriendo hacia los jardines, como se le ha ordenado.
El soldado que ha golpeado a Ishtral toma la palabra.
-Id vosotros. Yo me cargo a éstos y voy.
-¿Seguro?
-Vamos hombre. Los dos aralios medio muertos y la puta embobada, ¿qué me van a hacer?
El resto de soldados ríen y se alejan no sin antes pellizcarle los pechos o las nalgas a la chica, cuya voluntad parece haber sido eliminada por completo.
Neldrey se acurruca en un rincón temblando y masajeándose los numerosos moratones causados por aquellos salvajes mientras observa, sin hacer nada, cómo el soldado saca una pistola y la carga. Ella se balancea y gime muy bajito, resultando inaudible. Entonces ve cómo apunta su arma a la sien de Jake, que está inconsciente e indefenso.
Gime un poquito más alto y recuerda una conversación que tuvo con la madame:
-Siempre supe que eras un rayo de luz, pequeña. La pregunta es, ¿podrás resistir en este pozo oscuro?
-Sí.
Entonces, con toda la ira, y la furia, y el rencor acumulado tras varias violaciones seguidas frente a los ojos de aquel a quien ama, se lanza como un animal salvaje a la espalda del soldado, desviando el tiro que estaba destinado a acabar con la vida de Jake.
-¡¿Qué?! ¡Suéltame zorra!
Pero Neldrey no habla. Solo le araña las manos y le muerde la cara. Se agarra a él y consigue tumbarlo al suelo. No obstante y pese a la gran fuerza que le da la adrenalina, pronto se ve reducida por el guardia y grita y gruñe.
-Eres como una gata, ¿eh? ¿Quieres que vuelva a bajarme los pantalones y te enseñe modales, rubia?- dice lascivo.
Neldrey grita y suena un disparo. El cuerpo sin vida del soldado cae sobre ella, que se aparta asqueada. Luego, se gira dispuesta a luchar contra quien fuera pero al verle sabe que no tendrá que luchar. Quien la ha salvado es Nash, el líder de la aldea de los bastardos.
-Dios mío, ¿qué os han hecho?- susurra.
Neldrey, desnuda y aterrada, se deja caer y llora. Llora como lo haría una niña asustada de la oscuridad o un cachorrito al que han maltratado. Llora como no lo había hecho desde que su madre murió.

Capítulo 109

Rothian y Flair

Flair, con un riachuelo de sangre en la cabeza que le hacía sentir mareado y con ganas de vomitar, se aparta del cadáver del príncipe y desata a Rothian, tambaleándose.
Ella está bien. Solo tiene cortes superficiales en las piernas. Mucho peor es la herida del chico. Es más seria de lo que aparenta. Antes de que Rothian pueda preguntarle al chico cómo se encuentra y de decirle que aunque la haya salvado eso no hará que lo perdone, Flair se deja caer sobre ella haciendo que ambos toquen el suelo.
-Flair... ¿Qué sucede? No me digas que vas a morirte... Pues no te lo permito. Soy yo quien va a acabar contigo, no una estúpida herida en la cabeza, ¿me oyes?
Él, apoyado sobre el regazo de ella alza su mano temblorosa y le quita la máscara. Al verle la cara, unos escalofríos comienzan a recorrer su cuerpo y, aunque Rothian quiere frenar ese efecto, no puede, porque en su interior sigue dolida por la traición del joven. Por ello quiere volver a ponerse la máscara, pero él la aleja un poco más.
-Mi princesa cabezota y cruel...
-Déjate de tonterías Flair, no me mires a la cara y dame la máscara.
-Eras tú quien quería matarme.
-Sí, pero ahora no. Maldita sea imbécil, no hagas tonterías.
-Ojalá algún día puedas perdonarme, lo hice porque...
-Sí, lo sé- dice ella intentando arrebatarle la máscara sin éxito. No quería hacer movimientos bruscos ya que la cabeza de Flair estaba apoyada en sus muslos y ya estaba malherido.
-Te quiero, Rothian.
Silencio. Por un momento la princesa se olvidó de la máscara y centró su cara deforme en los ojos llorosos y nublados del chico.
-No debiste traicionarme.
-Lo sé, y lo siento. Debí haber hecho caso a Neldrey cuando me pidió que abandonara y que os ayudara en serio pero...
-Pero eres así de estúpido.
-Tú lo has dicho.
-Cuando todo acabe ya hablamos de todo ésto, ¿vale?
Él sonríe y acaricia la áspera piel de Rothian y siente un leve relámpago de dolor en sus sienes, pero ninguno se aparta.
-Te quiero. En eso no mentí.
-Lo sé.
-Eres preciosa.
Unas lágrimas furtivas huyen de los ojos de la princesa y ella lo odia porque sabe que ya no está enfadada con él, que lo ha perdonado y que lo ama más que antes si eso es posible.
-Ahora, princesa llorona, acércate.
Ella obedece y unen sus labios. El beso más dulce de todos. El más hermoso y verdadero, digno de un cuento de hadas. Efímero y, a la vez, eterno. Y es tan único, tan especial, porque cuando se apartan, Rothian sabe que Flair no volverá a abrir los ojos. Sabe que se ha ido para siempre. Ella acaricia la boca y las mejillas del joven, y lo acuna entre sus brazos.
De repente, la puerta se abre y unos ojillos ávidos e inteligentes se posan en ellos.
-Kitz... -dice la chica- ¿Qué...?
-Supongo que la caballería ha llegado tarde, ¿no?- dice señalando con la barbilla el cuerpo inerte de Flair. La princesa no contesta.
-Rothian, debías de amarle mucho, ¿no?
-Sí.
-Y él a ti, ¿no?
-Sí.
-Tócate la cara.
-Déjame en paz. Estaba a punto de morir pero se podría haber salvado si no nos hubiéramos besado. Yo lo he matado.
-Rothian...
-Todo ha sido mi culpa, si no hubiera dejado que me besara seguiría vivo.
-Rothian.
-Por todos los dioses, Kitz, ¡¿qué?!
-Que te estoy mirando sin máscara y no me pasa nada. Tócate la cara.
Ella, sin saber qué sucede, se roza la mejilla izquierda y comienza a llorar. Su piel agrietada y muerta ha vuelto a su estado original. Vuelve a ser la hermosa princesa de pecas azules y, desconsolada, abraza a Flair. No sabe cómo, pero él la ha curado.
-Es hora de luchar, Princesa.
-Pero Flair...
-Deja su cuerpo aquí. Créeme, cuando todo acabe volveremos. Ahora debemos movernos.
Ella asiente pero justo antes de salir de esa sala se gira, recoge la máscara y se la pone. Kitz la mira curioso a lo que Rothian responde.
-Flair fue el único que me dijo que era hermosa cuando parecía un monstruo descarnado. No quiero que nadie que no sea él vea mi cara. Nunca más.

Sin más dilación, ambos corren por los estrechos pasillos de piedra de las mazmorras del Castillo.

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jueves, 8 de septiembre de 2016

Capítulos 102, 103, 104 y 105

Capítulo 102

Mientras Lyx negocia con la araña. Ishtral, Neldrey y Jake.

Se encuentran en una sala subterránea llena de aparatos de tortura antiguos, prohibidos y, aún así, utilizados por el Rey.
El sargento Blood fue el que opuso más resistencia por lo que fue el primero en ser golpeado y maltratado. Ahora está encadenado a una pared mohosa, semiinconsciente y sangrando por mil lugares. Las heridas abiertas no se cierran ni cesan de escocer, pues los soldados aplican sobre ellas una especie de sal que corroe la carne de alrededor. No obstante, pese al dolor inhumano, él no grita. Únicamente los mira con desprecio.
-¡No me toques!- grita Neldrey.
-Eres una traidora, has de pagar el precio.- dice uno de los oficiales.
-No te atrevas a golpearla...- la voz de Jake se alza cansada.
-¿Quién ha dicho nada de golpearla? Sería una pena estropear un rostro tan bonito. ¡desnudadla!
-¡NO! ¡Déjame asqueroso!
-¿Pero qué ven mis ojos? ¡Una puta con escrúpulos!
-Tú... te mataré si le haces algo.
-Oh, de acuerdo, entonces primero me ocuparé de ti. No te preocupes, no te mataré, quiero que veas como todos nosotros nos divertimos con tu querida amiga.
-¡Jake!
Lo encadenan a una columna de piedra y, con diabólico placer, comienza a fustigarlo con un látigo cubierto de espinas. Jake se traga los gritos de dolor. Ishtral no puede apenas respirar y Neldrey solloza mientras manos rudas y lascivas le arrancan la ropa.

Mientras Lyx negocia con la araña. Flair y Rothian.

-Drake, suelta a la Princesa. Ya no la necesitáis.
-Flair, ruega por tu propia vida. Yo no te he pedido nada.- dice Rothian, saboreando el veneno de sus palabras.
-Qué irónico. Te ordenan traer a la Princesa, te enamoras de ella y aún así la entregas a sus verdugos. Luego ni siquiera es útil, te traicionamos y tienes que ver como tu querida princesita muere odiándote. -El príncipe Drake ríe cruel.
-Eres estúpido. ¿Crees acaso que cualquiera de tus palabras nos afectan? Eres poco más que un niñato mimado y enclenque que ni siquiera sería capaz de usar su espada. Eres tan patético que me dan ganas de llorar.
Rothian, a pesar de guardarle rencor a Flair, odia cómo las palabras del príncipe lo están dañando así que comienza a insultarlo para llamar su atención.
-Vaya, el monstruo descarnado antes conocido como Princesa Rothian ha hablado. ¡Sí que soy capaz de manejar mi espada! En cambio tú, sin quitarte la máscara estás totalmente indefensa.
-Cierto. Es divertido lo valiente que eres ante una mujer que no puede defenderse. De verdad, me abruma tu poder. Ah, no, espera, son solo náuseas.
-Maldita zorra ya me he cansado de tu palabrería- dice mientras comienza a hacer pequeños arañazos con su espada en los tobillos de la chica-. Voy a ir subiendo hacia arriba y los cortes serán cada vez más profundos hasta llegar a tu cuello. ¿Querrás seguir hablando cuando te arranque la cabeza?
La joven se muerde la lengua para no gritar mientras escucha a Flair chillarle a Drake.
-¡Quieres vengarte de mí, Drake! ¡Aquí estoy! ¡Deja de torturarla!
-Te equivocas, querido amigo. Matarla a ella es acabar contigo.

Capítulo 103

Mientras tanto, en Arala

La Reina de Arala llega a su país, seguida por el dócil Shadow. En pocos minutos, todos sus consejeros se reúnen en los aposentos de Su Majestad.
-La guerra ha comenzado. Sé que el Rey de Pryon tiene presa a mi hija. He de salvarla.
-Majestad, con todos mis respetos pues soy su fiel servidor- dice un anciano cuyos bigotes verdes con canas le llegan por las pantorrillas-. No puede dejarse llevar por sus emociones. Obviamente, todos queremos salvar a la princesa Rothian, pero, ¿es una sola chica motivo suficiente para comenzar una guerra en la que morirán cientos de inocentes?
-Ya he reflexionado sobre eso. Puede que parezca un motivo personal, pero sé que antes o después esa guerra tendrá lugar pues Pryon busca un conflicto con Arala. Por ello, si estamos destinados a luchar, mejor ahora, que tengo posibilidades de salvar a mi hija y no esperar a recibir el cadáver de Rothian.
-Majestad- ahora habla una mujer de mediana edad sumamente fea con unas ojeras que parecen tatuadas-. Digamos que declaramos la guerra. ¿Cuál sería la estrategia a seguir? ¿Sabe usted algún punto débil del enemigo o su plan de ataque?
-Yo... La verdad es que no.
-Quizá cuando queramos atacar ya será demasiado tarde para la Princesa, en ese caso, ¿no es mejor pensar con calma?
-Menudos hipócritas- reprende a los anteriores consejeros un hombre de unos treinta años, atractivo, aunque con una voz demasiado aguda que no concuerda con su enorme cuerpo-. Os llamáis a vosotros mismos “fieles servidores” o “humildes súbditos” pero cuando vuestras vidas podrían verse en peligro, ya no seguís tan ciegamente a vuestra Reina. ¿Acaso no os importa la vida de la Princesa?
-Por supuesto que nos importa, pero una guerra traería muchas más muertes.-contesta el anciano del inmenso mostacho.
-Estamos aquí porque Su Majestad valora nuestra opinión y, aunque ésto vaya a sonar duro, ¿Por qué la vida de Rothian, por muy princesa que sea, vale más que la de el resto de aralios?- añade la mujer.
-No vale más.- dice la Reina lacónica.
-Pero, majestad, es su hija...
-¿Crees que no lo sé? Dioses, quizá ellos tengan razón. Si solo supiera la estrategia de Pryon podría organizar un ataque en el que las bajas se redujeran al mínimo.
-Manipulación.
La voz es la de Shadow, que gira a gatas alrededor de una de las patas de la mesa, con la mirada fija en el suelo.
-¿Qué?-quiere saber la Reina.
-Majestad, cuando Shadow estaba siguiendo sus órdenes, antes de ser siervo de la ama Rothian, tuve que hablar con algunos pryoranos. Todos tenían miedo. Y tartamudeaban unas veces. Y les temblaban las manos otras veces. Shadow les decía algo sobre el Rey y ellos corrían lejos de Shadow.
-¿Quieres decir que...?-dice la mujer de las ojeras.
-Shadow cree que si su Rey los aterra, ellos harán lo que su Rey les diga. Porque Shadow tiene miedo de ama Rothian y yo haría cualquier cosa que ella me dijera porque así ella no me castigaría, ni me haría daño. Porque Shadow bueno, Shadow fiel.
-Dioses... ese demonio quiere usar a su pueblo como escudo humano. Quiere enviarlos a una muerte segura para reservar a su ejército y así asegurarse la victoria...- deduce el anciano.
-Creo que la guerra comienza a ser un mal necesario.- dice el hombre.
-Shadow, gracias.- la voz de la Reina tiembla un poco.
-Shadow bueno, Shadow fiel.

Capítulo 104

Cuando la Reina acaba de hablar con sus consejeros

La Reina, tras haber hablado con los generales de su ejército, sale al enorme balcón que reta a la gravedad en la fachada de su hermoso Palacio.
Los ciudadanos, solemnes pues presienten que algo horrible está a punto de pasar, clavan sus ojos en la delgada pero imponente figura de su monarca.
-¡Aralios! Yo, como vuestra Reina, he de hablaros con franqueza. Una guerra va a comenzar. El enemigo, Pryon, ha secuestrado a la princesa y a otros jóvenes de nuestra preciada nación.
Un murmullo se extiende como la pólvora. Todas las bocas se abren liberando expresiones de miedo, desconcierto, venganza, ira, orgullo. Como el rugir de la marea, esas palabras van aumentando su volumen hasta que un estado similar a la locura generalizada se apodera del pequeño país formado por una sola ciudad.
-¡Aralios!
La Reina, imprimiendo en su voz un deje autoritario que asombra, acalla a su pueblo.
-Sé que tenéis miedo- continúa-. Sé que no sabéis por qué una guerra que podría acabar con muchas vidas en ambos bandos ha de librarse. Sé que la inseguridad y la confusión reinan en vosotros. Solo puedo deciros que me he visto obligada a llegar a esta situación. Asesinos de Pryon se han infiltrado en Arala y fueron los causantes del incidente durante el desfile en el cual un niño inocente perdió la vida por salvar la mía. La venganza nunca es el camino adecuado pero simplemente no puedo aguantar más ver cómo ese país intenta pisotear a mi gente. Además, como madre, mi corazón llora por el destino que le espera a mi pequeña allá abajo si no la salvo. Quizá pido demasiado y comprenderé que os neguéis, pero, desde el fondo de mi ser, os ruego que os unáis a mí. Que os alcéis contra el enemigo a mi lado para salvar a los nuestros, para defender el orgullo de Arala y para demostrar que nadie podrá vencer a un pueblo que lucha hombro con hombro. Ahora, mis queridos aralios, os suplico que no dejéis que el miedo os venza. Juntos eliminaremos cualquier amenaza. ¿¡Quién está conmigo!? ¿¡Quién va a acompañarme a luchar por nuestros hogares y familias?!
El eco de las últimas palabras de la Reina se va disipando en el aire. Una tensión eléctrica vibra en el ambiente. Todos asustados de abrir la boca miran hacia ningún punto en concreto, mareados por el discurso de su líder.
-¡Por la Reina! ¡Por nosotros! ¡Por Arala!
La voz de una niña revienta en el sol de mediodía. Todos giran sus cabezas hacia el tejado del que ha salido la voz. Allí hay una niña pequeña y sucia. De ojos enormes y cuerpo enclenque, que alza el puño hacia el cielo.
-¡Por la Reina! ¡Por nosotros! ¡Por Arala!
En todos los tejados hay niños de edades dispares con sus puños clamando venganza y orgullo. Con fuego en sus miradas y valor en sus palabras.
-¡Por la Reina! ¡Por nosotros! ¡Por Arala!
Todos los ciudadanos allí congregados elevan sus puños. Uniéndose al grito de guerra de aquellos jóvenes huérfanos. Entonces, Su Majestad une su brazo al sentimiento popular. La guerra comenzará y ellos ganarán. Nadie jamás podrá vencer a sus valientes conciudadanos.
-¡POR ARALA!
La voz de toda una nación estalla y suena invencible.

Capítulo 105

En Pryon. Ishtral, Jake y Neldrey.

El sargento se remueve débilmente e intenta luchar contra el dolor que serpentea a lo largo de su cuerpo. No es capaz de moverse, solo puede observar y escuchar, pero no ayudar. Durante unos instantes había perdido la conciencia y los guardias habían centrado su atención en los otros dos presos.
Ahora uno golpea a Jake que gruñe y escupe saliva ensangrentada. Sus gritos no son de dolor, sino insultos y maldiciones inconexas hacia sus torturadores. A veces la voz le falla y sus pulmones se quedan sin aire dándole un toque patético a su ajada figura que no deja de luchar.
En otro rincón de su cárcel, un guardia rubicundo, fortachón y con una cicatriz que le atraviesa el ojo izquierdo limitando su visión le está dando una paliza a Neldrey, que patalea y chilla. El soldado araña las ropas de la joven, dejando su cuerpo desnudo en contacto con la roca fría y húmeda. Otro hombre la agarra de los hombros inmovilizándola mientras el primero le abre las piernas. Ella grita y llora y escupe y pelea. En vano. La está violando y él ni siquiera puede moverse. Una arcada asciende por su esófago y lo hace moverse bruscamente de manera involuntaria provocándose un inmenso dolor.
-¡Sigues vivo! ¿¡Cuántas palizas tengo que darte para que mueras, asqueroso aralio?!
Y una lluvia de golpes empiezan a llegarle por todos lados. No obstante, su cuerpo ya ni los siente. Ya no le importan. Ahora su mente solo piensa en una forma de salvar a todos. A Jake. A Neldrey. A Rothian. A Lyx...
No puedo morir” se dice a sí mismo para darse ánimos y no dejar que ese ingente número de hematomas, cortes, quemaduras y latigazos se lleven su último aliento.

Rothian y Flair

Las piernas de la chica están llenas de decenas de pequeños cortes poco profundos que no serían especialmente dolorosos si Drake no metiera las yemas de sus dedos en ellos, agrandándolos. La expresión de Rothian, bajo su máscara muestra un sufrimiento que no expresa con palabras. Solo el temblor de sus piernas y el sudor demuestran su estado. La risa sardónica del Príncipe taladra sus oídos y se imagina a sí misma clavándole una espada en la garganta y oyendo como se ahoga de manera que esa maldita risita se convierta en un gorjeo agónico.
-Vaya... Me impresionas Princesa... Eres terriblemente aburrida. ¿No vas a gritar ni un poquito? Bien, entonces...
Drake hace un corte más profundo en la parte externa del muslo izquierdo de la chica y, seguidamente, asesta un terrible puñetazo en ese mismo punto, restregando su mano sudada y sucia por la reciente herida. Rothian libera un chillido irreprimible.
-¿Ves? Sabía que eras capaz de gritar.
-Drake maldita sea, déjala.
-Tranquilo Flair. En cuanto acabe con ella frente a ti te mataré. No seas tan impaciente.
Flair libera un atroz gemido lleno de frustración. Es entonces cuando recuerda el día en el que venció a Drake usando una espada de madera.
-Sabía que eras despreciable y rencoroso, pero no que eras además un sádico.
-¿Cómo dices?
-Todavía sigues furioso por cómo te vencí cuando éramos niños. Eres un estúpido perdedor.
Rápido como el rayo, la espada manchada con la sangre de la princesa está apuntando al cuello de Flair.
Creo que he dicho las palabras idóneas” piensa.
-Además de patético y perdedor, debí añadir “valiente”. Estás maltratando a una mujer y apuntando a un hombre indefenso. Supongo que estás demasiado asustado de mí. Tienes miedo de que en un duelo justo volviera a vencerte. Sigues siendo tan previsible como de pequeño.
-Flair, no sigas por ese camino. Puedo hacer que me supliques acabar contigo.
-Lo dudo. Solo eres un cobarde. No suplico ante gusanos que se cagan de miedo en los pantalones.
-¡Ya no somos niños! ¡Padre me ha tenido años entrenando mientras tú y tu hermana dejábais un rastro de mierda tras vosotros! ¡Jamás me podrás vencer de nuevo, Flair Maldow! ¡JAMÁS!
La voz del príncipe había ido subiendo de tono hasta no ser más que un chillido agudo muy poco varonil.
-Mejor rétame cuando tengas voz de hombre, niñato.
-¡TE MATARÉ BASTARDO ASQUEROSO!
Drake, hecho una fiera, alza la espada y asesta varios golpes acompañados por un grito ronco de Rothian.

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