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jueves, 30 de junio de 2016

Capítulos 33, 34 y 35

Capítulo 33

-Vale rubia, ya me estás explicando por qué mi mejor amigo está semicomatoso, en tu cama y desnudo.
-¡Intentó violarme!- grita ella con tono infantil.
-¿Sabes dónde estamos? Si has cobrado por ello no ha sido un intento de violación precisamente, princesa.- replico con acritud. No me cae bien esa chica.
-Vale, vale, alto el fuego. Dejemos que ese pobre chico se recupere y se vista. Salgamos afuera y que mi hermana nos explique todo lo sucedido- Flair adopta un actitud conciliadora que no convence a nadie.
A pesar del recelo que esos dos despiertan en Ishtral y en mí, les hacemos caso y dejamos a Jake solo en la habitación para que se ponga algo encima. Necesito respuestas.
-¿Quién eres tú?- le pregunto a la joven rubia sin ningún tipo de rodeos.
-Soy Neldrey. Su hermana- dice mirando a Flair-. Soy prostituta de profesión y actriz de corazón, encantada. -Su tono aniñado y cantarín me descoloca. ¿Cómo puede pasar de un llanto desolador a esa total despreocupación? No la entiendo.
-Vale Neldrey, cuéntanos qué te ha pasado con Jake- continúa Ishtral consciente de mi estupefacción.
-Bueno, pues a veces, a algunos hombres les gusta yacer antes de que empiece su jornada así que me puse a trabajar. Vi a ese chico, Jake, me ofrecí y él se mostró bastante interesado. No obstante, recordé que había quedado con mi hermano y le dije a vuestro amigo que acabáramos esta noche. Eso le molestó, me cogió del cuello y me lanzó contra la cama. Su aliento olía a alcohol y me asusté. Se acercó a mí con esa mirada y... ¡Qué susto! Me vi obligada a darle un buen golpe con un jarrón. Quería violarme.
-No me creo una palabra. Jake apenas prueba el alcohol y jamás forzaría a una mujer.- afirmo bastante molesta.
-Entonces quizás no conozcas tan bien como crees a tu amigo, querida.- esta vez Neldrey deja de lado su deje infantil y me contesta con frialdad. Una parte de mí quiere estrangularla. Nos miramos desafiantes y en ese momento sale Jake de la habitación. Todos fijamos nuestras miradas en él.
No recuerda nada. Sabe que salió a hablar con los aldeanos, vio a Neldrey y se fijó en sus cabellos de oro, sus grandes ojos verdes y su esbelto porte. Es consciente de que se sentó con ella en un pequeño bar a hablar y... y ahí se acaban sus recuerdos. La verdad, me resulta sospechoso pero todos decidimos dejar las cosas así puesto que Neldrey afirma que sucedió tal y como ella lo relata y Jake no recuerda casi nada.

Pasamos el resto del día con aquellos extraños hermanos. Flair es cortés, educado y agradable. Neldrey es... especial. Es alocada, infantil y caprichosa. Pero tiene unos momentos de gran brillantez y perspicacia. Jake parece ido. No actúa como siempre y no deja de seguir con la mirada el sinuoso movimiento de caderas de Neldrey al andar. Me molesta que se comporte así con una chica que lo ha acusado de intento de violación esa misma mañana. Es asqueroso y decepcionante. Flair decide llevarnos a la calle principal de Dasian, no hay mucho que ver y las calles están bastante vacías pero es mejor que quedarse en la ruinosa posada en la que nos hospedamos.
-¿Te molesta que a Jake, pese a todo, le agrade la compañía de Neldrey?- me pregunta Ishtral al oído.
-¿Por qué debería de molestarme que ese imbécil parezca aún más imbécil?
-Lyx, no sé si lo que te molesta es su actitud o que puede que haya estado con otra mujer.
-Jake no ha estado con ella.
-¿Cómo estás tan segura?
-Porque lo conozco.
-Pues por lo visto Neldrey también ha conocido a Jake bastante a fondo...
Lanzo una mirada furiosa a Ishtral, no me gusta esta conversación y simplemente acelero el paso dejándolo atrás. Me late el cuello y hoy parece que todo me molesta.

En ese momento...

Cuando Jake, Ishtral y Lyx están ocupados, Flair toma a su hermana de la mano y bajan la voz.
-¿Lo drogaste?
-Fue tan fácil como darle caramelos a un niño pequeño. Es más, mientras estaba perdido en sus ensoñaciones comentó algo sobre que está enamorado de esa chica, Lyx, y que cree que ella siente algo por el otro, el guapo... Blood creo que se llama.
-Vaya... interesante, pero, ¿no comentó nada más?
-No, nada... pero tranquilo hermano, sé perfectamente como hacer que un hombre hable hasta quedarse sin saliva.
Neldrey sonríe de una forma tan seductora como terrorífica mientras mira a Jake de reojo.

Capítulo 34

Shadow llega a un pequeño pueblo llamado Dasian al anochecer. Tiene el presentimiento de que aquí va a encontrar a Rothian, el sargento Blood y al resto de esa ridícula compañía. Está seguro de que ha sido capaz de cruzar el bosque en mucho menos tiempo de lo que tardaron ellos. Él ha estado años entrenando. La princesa y su particular escolta, no.
Se desliza por entre los callejones oscuros, sorteando botellas de cerveza y de vino rancio tiradas en el pavimento. Su corazón late con fuerza y una sonrisa afilada como el cristal roto aflora a su rostro. Puede olerlo en el aire. Ese tipo, el sargento Blood, está en ese pueblo, lo presiente.
Por ahora tiene claro lo que va a hacer: cuando los encuentre va a seguirlos hasta saber todo acerca de ellos y de sus planes. Cuando llegue el momento, va a coger a la princesa Rothian y llevarla ante su madre. Los demás, como la Reina dijo, son prescindibles.

Capítulo 35

Cae la noche en Dasian. Me doy una breve ducha en mi habitación. Me visto y, por si acaso, escondo un pequeño puñal entre mis ropas. Sigo sin confiar en Neldrey. Esa noche vamos a cenar con aquellos extraños hermanos, no es precisamente lo que yo llamo diversión, pero necesitamos conocer el país en el que nos acabamos de adentrar y, aunque parezca mentira, un comerciante de vinos y una prostituta pueden decirte más cosas útiles sobre cualquier lugar que un ricachón de cara empolvada y anillos en los dedos.
Aún con el pelo húmedo, salgo de mi alcoba y toco la puerta de mis amigos. Ishtral me pide que lo espere abajo, que le quedan unos minutos. Hago caso y bajo las escaleras.
Cuando oigo un crujido de madera a mi espalda me giro y veo a Flair.
-Hola, Lyx. Cada momento que pasa estás más preciosa.
-Lo que tú digas. ¿Dónde está tu hermana? ¿La pura y santa Neldrey?
-Qué dulce eres, Lyx. Respondiendo a tu pregunta, he de admitir que no sé donde está. Ya se nos unirá luego. Y no te enfades con ella, lo de antes ha sido solo un juego de críos. A veces mi hermanita puede ser un tanto infantil. Solo se comporta así cuando le interesa alguien.
-Entonces, ¿eso significa que está interesada en Jake?
-Puede ser- dice sonriendo mostrando unos dientes perfectos enmarcados por una boca grande de labios carnosos.
Me fijo en él detenidamente por primera vez, el abundante pelo color oscuro se arremolina alrededor de su cara. Los ojos color miel y la nariz recta y perfecta. Una boca preciosa. Demasiado perfecto para mi gusto.
-Perdón por la tardanza- Ishtral baja enfundado, como siempre, en una capa que esconde sus ojos de metal y su pelo rojo.
-¿Y Jake? ¿No está contigo?- pregunto.
-No, Neldrey vino a buscarlo hace rato. Se fue con ella. ¿Algún problema, Lyx?
-Ninguno en absoluto. Vamos a cenar.

Los tres entramos en un pequeño bar situado en lo que podría ser la calle más concurrida de Dasian. Una cortina raída cubre la entrada a modo de puerta. Las mesas de madera están desordenadas. Unas demasiado juntas y otras prácticamente aisladas. Veo a varios hombres golpear la barra con jarras de cerveza, emitiendo sonidos guturales que parecen asemejarse al habla humana.
Hay una ventana rota en cuyo alféizar está germinando un planta extraña, junto a ella, hay una mesa en la que está comiendo un hombre envuelto por una enorme capa. Está solo y, sinceramente, es bastante siniestro. Nos sentamos en la mesa menos sucia, y miro hacia la cocina, desde donde sale un olor que no consigo asociar a ningún alimento que haya comido antes. Se acerca un hombre gordo, con la nariz sumamente ancha. No puedo evitar pensar en un cerdo al verlo. Llevaba puesta una camisa de un color sin determinar y manchada de grasa.
-¿Qué vais a querer?- pregunta secamente.
-De momento tres platos de estofado, puede que se nos unan dos amigos luego- comenta Flair.
Como respuesta solo obtenemos un gruñido. Se va para volver al minuto con tres jarras de cerveza.
-El estofado no tardará mucho- dice nuestro “amable” posadero.

Le pregunto a Flair sobre él. Como ya sabemos, nos dice que es comerciante de vinos, que ha venido a este pueblo perdido para recoger a su hermana y, ahora que puede permitirse vivir bien, sacarla de las calles. Van a vivir a La Capital.
Intento preguntarle algunas cosas acerca de Pryon sin que se note demasiado mi profundo odio hacia la casa real que envió la muerte personificada a mi hogar, asesinando a mi hermano.
Ishtral se mantiene en silencio, me deja hablar y sostiene mi mano por debajo de la mesa. Sabe que nuestra conversación podría alterarme. Tiene razón, estoy haciendo un gran esfuerzo para que los susurros que oigo en mi cabeza no se adueñen de mi voluntad.
Flair de repente apoya su mentón en la mano y sonríe.
-¿Tenéis pensado confesarme algún día que sois aralios o...?
Ishtral se pone en tensión y yo me llevo la mano al puñal. Flair rompe en carcajadas.
-Oh vamos, tranquilos, no todos los pryoranos os odiamos, ¿sabéis?- dice bajando la voz-. Si os soy sincero a quien yo odio es a este putrefacto país que se nutre de la vida de sus ciudadanos por culpa de un monarca egocéntrico que jamás piensa en sus actos.
Flair pone un rictus amargo en su cara mientras pronuncia esas palabras. No lo conozco desde hace mucho, pero en ningún momento lo había visto ponerse tan serio, y eso que su hermanita supuestamente había matado a Jake esa misma mañana...
-¿Y bien?- sigue Flair recuperando su tono jovial-. ¿Vais a decirme qué hacéis aquí o tengo que seguir deduciendo cosas por mi cuenta?
Ishtral y yo nos relajamos un poco pero no hablamos.
-Bueno, me va a tocar jugar a los detectives.
-¿Cómo te has dado cuenta de que venimos de Arala?- digo en un susurro.
-¡Vaya! Por fin empezáis a hablar.
-Contesta, Flair- le corta Ishtral firmemente.
-Para empezar, Blood, la capa tapa tu pelo pero no tus ojos. Es como ver dos bolas de oro. Y Lyx, tú eres demasiado... aralia.
-¿A qué te refieres?
-A que eres demasiado altiva y orgullosa. Irónica y sagaz. Aquí en Pryon, aunque haya gente como tú, jamás dejan ver esos rasgos de puertas para afuera. Todos en Pryon fingen obediencia ciega y sumisión al Rey. Nadie habla. Nadie actúa. Todos somos básicamente juguetes vacíos que hemos aprendido a seguir un patrón dado por años de opresión y terror. ¿Has visto a alguien llevar ropas que no sean de colores neutros?, no, ¿verdad? La libertad de expresión es un lujo que los pryoranos no nos podemos permitir. Vosotros tenéis demasiado valor, aún nadie os ha cortado las alas como a nosotros. Por eso, para un buen observador como yo, es obvio el hecho de que sois extranjeros y, teniendo en cuenta los ojos de Blood... no cabía duda, sois aralios.

Voy a seguir hablando cuando entran Jake y Neldrey cogidos de la mano. Mi amigo parece relajado a su lado. Es la primera vez que lo veo tranquilo desde hace meses. Ambos se sientan a nuestro lado justo cuando nos traen los estofados. Neldrey pide dos más, para ellos, y pregunta: ¿qué nos hemos perdido?

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lunes, 27 de junio de 2016

Capítulos 30, 31 y 32

Capítulo 30

Ya es más de medianoche cuando comienzo a oír el rumor lejano de gente, de bullicio y de vida. Señal inequívoca de que estamos muy cerca de Dasian.
Nos miramos unos a otros y veo algo en los ojos de mis amigos que hacía días que no veía: ilusión. Se sabían más cerca de nuestra meta y habían salido bastante ilesos de un bosque lleno de ratas desquiciadas y plantas asesinas. Para mí, ésto es un incentivo para seguir adelante; además tengo muy presente en todo momento lo que me dijo Kitz: he de controlar lo que me ocurre, es demasiado peligroso y a la vez demasiado embriagador...

Nos agazapamos junto a unos matorrales y vemos el ambiente deprimente de Dasian: casas sucias, manchadas de barro y basura. Borrachos durmiendo en plena calle siendo saqueados por niños aún muy jóvenes para robar. Prostitutas maquilladas como si fueran muñecas patéticas acercándose como aves de presa al primer hombre que ven. La atmósfera es asfixiante y gris, sin luz ni color. Es horrible.
Nos enfundamos en nuestras capas para disimular nuestro aspecto aralio y caminamos decididos por el pueblo.
-Hola guapo, ¿quieres hablar en un sitio más tranquilo?- le dice una mujer rubia a Ishtral mientras le acerca la mano a la entrepierna.
-No, gracias- contesta él un tanto sobresaltado por la ligereza de movimientos de aquella mujer.
-Pues vaya desperdicio, cielo.
-Vaya, vaya... que éxito tienes sargento.
El comentario lleno de sorna de Jake me hace reír haciendo que Ishtral dirija una mirada fría como el hielo a mi amigo.
-Mejor tener éxito con prostitutas que con ratas, ¿no piensas lo mismo Jake?
-Oye tú...
-No empecéis por favor. Estoy agotada, sucia y dolorida. Dadme un respiro- imploro.
Ambos resoplan y se callan. Sí, se odian, pero al menos no intenta arrancarse los ojos como pasó en casa de Kitz, algo es algo.
-Lyx, mira, esa posada no parece demasiado cara, podríamos dormir allí un par de noches y aprovechar ese tiempo para hablar con los habitantes de este pueblo y saber algo más acerca del Rey y su política de terror- sugiere Ishtral.
-De acuerdo, vayamos a preguntar.
Nos paramos en la entrada del edificio señalado por el sargento Blood.
La puerta debió de ser hace años de color azul, hoy es de un color indescriptible. La fachada está a punto de venirse abajo; las ventanas, sucias y unas letras con el nombre de la posada están descolgadas suponiendo un peligro público... Lo peor es que parece ser la más lujosa de los alrededores.
Entramos en fila, Ishtral el último pues su pelo y ojos podían delatarnos. Me acerco a recepción y me atiende un anciano de barba negruzca y ojos cansados. Se le ve sumamente mayor y nunca para de toser. Siento una inmensa pena por aquel hombrecillo débil y enfermo. Pido dos habitaciones y digo que estaremos por aquí dos noches.
Subimos por unas escaleras de madera que crujen a cada paso, como quejándose de la edad que tienen, acorde a la del dueño. Una vez situados junto a las puertas de las habitaciones, una frente a la otra, les digo a mis amigos que van a tener que dormir juntos. No tenemos mucho dinero para alquilar tres habitaciones. Al principio Jake se queja e Ishtral se limita a mirarlo con desdén. Tras una breve discusión ambos aceptan y entran en su alcoba dándose codazos.
En cierto modo esa reacción infantil me recuerda a las peleas que tenía con Pete. Al recordar a mi hermano una oleada de dolor e ira me revuelve las tripas y la herida abierta de mi cuello palpita. Siento calor y frío. Me clavo las uñas para volver en mí y, a tropezones, entro en mi habitación para dejarme caer en la cama, dominada por espasmos. Supongo que a ésto se refería Kitz, mi cuerpo está cambiando. Lo noto. En una esquina de la habitación me parece ver el abismo oscuro de los ojos de la araña que nunca me deja. El dolor se calma y me quedo dormida.
En el piso de arriba un joven de cabellos arremolinados y negros como el carbón está sentado junto a la ventana, fumando hasta difuminar su rostro con el humo. Sabe quienes son los nuevos inquilinos. Flair abre la ventana y deja caer la colilla. Cada uno de sus movimientos está siendo observado por una chica que le sonríe y a la que él hace una señal cómplice.
Cuando éste cierra la ventana, la joven vuelve a su trabajo, desatando su corpiño ante un hombre que no conoce, del cual solo le importa el dinero que le dará cuando acabe la noche.

Capítulo 31

En casa de Kitz

-¿Cómo se siente, princesa Rothian?- pregunta Kitz.
-Dolorida. Desfigurada. Inútil. Patética.- contesta con amargura.
Kitz sonríe y su mirada se oscurece mientras le cambia las vendas. El hecho de que la princesa decidiera quedarse no fue solo para recuperarse. De todos sus compañeros, Rothian es la débil, a la que hay que salvar, por la que hay que preocuparse. La propuesta de Kitz fue lo que ella necesitaba: si te quedas, te convertiré en alguien mucho más fuerte. No obstante, nada es gratis. Hay que pagar un precio por lo que deseamos y la princesa está dispuesta a conseguir su objetivo, cueste lo que cueste.
El cambio para ella ha comenzado. Al principio lloró, pues estaba borrando cualquier rastro de quien era antes, pero la situación requiere a alguien mucho más capaz y sabe que puede convertirse en ese alguien.
Lentamente y entre gritos de dolor ahogados, va despegando de su piel supurante las tiras de vendas, de manera que ahora solo está cubierta por ese raro mejunje que Kitz le untaba en los apósitos antes de colocárselos.
Sabe lo que viene ahora, solo queda esperar.
Mientras, Kitz se encierra en una sala con un gran horno; está trabajando una pieza de oro, dándole forma, haciendo una obra de arte. Está fabricando algo que permita a la nueva Rothian controlar su nuevo poder...

Mientras tanto, Shadow

Shadow, como una sombra en la noche, atraviesa el bosque sin problemas. Para alguien tan hábil como él unas pocas lianas no han sido más que un juego de niños, el calentamiento. Está emocionado, la cacería ha comenzado y aúlla a la luna ansioso por encontrarse cara a cara con su presa. Se hunde en el barro pero no se detiene, tiene magulladuras por todo el cuerpo causadas por ratas que han pagado cara su osadía y moratones hechos por la presión de plantas carnívoras que no van a volver a probar carne nunca más.
Cada obstáculo en su camino es un incentivo para ir más rápido. Por algo es el mejor espía de Su Majestad, nunca la ha decepcionado y no va a hacerlo ahora.

Capítulo 32

Me despierto con el sonido de unos nudillos en mi puerta. Es cierto que había dormido, pero no había descansado. Mi sueño ha estado plagado de pesadillas sobre arañas gigantescas, grotescos cadáveres y una versión de mí, con los ojos encendidos en llamas y bañada en sangre... supongo que eso es en lo que voy a convertirme si no aprendo a manejar estos accesos de ira que últimamente me azotan. El sonido de un puño en mi puerta me trae de vuelta al mundo real, me levanto de la cama y abro; es Ishtral.
-Buenos días, Lyx. ¿Qué tal?
-He estado mejor, dejémoslo ahí- me callo por un segundo buscando a mi amigo-. ¿Dónde está Jake? Ishtral espero que no lo hayas asesinado mientras dormía.
-Mentiría si te dijera que no lo pensé, pero estaba demasiado cansado para pensar en una coartada así que decidí dejarlo para otra ocasión. No está aquí porque cuando se despertó dijo que quería serte más útil y se fue a hablar con los aldeanos. Es como un cachorrito bien entrenado- dice sonriendo irónicamente.
-No seas cruel- aunque no resulto muy creíble puesto que el comentario de Ishtral me había hecho reír.
-Vamos a comer algo y pensamos en nuestro siguiente paso con el estómago lleno. Me muero de hambre, creo que si no como algo ya, sería capaz de... de comerte a ti- dice mirándome de reojo y con su media sonrisa.
-Ya... pues mejor te comes una manzana y a mí me dejas en paz.
Ishtral entra en su cuarto para coger algunas piezas de oro para pagar el desayuno y su capa para ocultar sus llamativos rasgos. En ese momento, me giro y me choco con el cuerpo de un hombre provocando que ambos caigamos escaleras abajo.
-¡Oh lo siento mucho! Iba con prisa y no me di cuenta de que estabas en medio. ¿te encuentras bien? ¿te has hecho daño?- dice el desconocido.
-No te preocupes, tiene la cabeza bastante dura.
-Blood, de verdad, cállate. Y en cuanto a ti, tranquilo, peores golpes me he llevado. Estoy bien, además, tú también te has caído, ¿cómo estás?
-Creo que sobreviviré- dice sonriendo-. Mi nombre es Flair, ¿y vosotros?
-Yo soy Lyx y él es Blood.- no puedo referirme a Ishtral por este nombre puesto que solo yo le llamo así ni tampoco puedo llamarlo “sargento”, nombrarlo es cada vez más difícil...
-Encantado, y disculpa de nuevo. Para recompensarte, os invito a los dos a un buen desayuno.
-¿No tenías prisa?- comenta Ishtral un tanto suspicaz.
-Ya llego tarde así que... No importa. ¿Vamos?
Flair nos invita a comer mientras nos habla de él, de lo que hace allí (por lo visto es un comerciante de vinos), de la gente de ese pueblo... Es una mañana casi normal y eso me parece bastante raro teniendo en cuenta nuestra situación.
Salimos los tres de la posada y de repente, una chica de una belleza extraordinaria, de cabellos de oro y ojos verdes, felinos, se echa llorando a los brazos de Flair.
-¡Hermano! Un hombre ha intentado violarme, lo he dejado inconsciente dándole un golpe con un jarrón... creo que lo he matado. ¿Qué hago?
Ishtral y yo vemos la situación como algo irreal, como un sueño. Ambos actúan de manera extraña, casi fingida. Nos acercamos al lugar donde supuestamente esa chica ha sido víctima de un intento de violación, la habitación de un prostíbulo. Con lágrimas en los ojos y dominada por unos temblores irrefrenables, la joven nos lleva a su alcoba y en la cama, desnudo, yace Jake.

El sargento Blood y yo nos quedamos momentáneamente petrificados y luego me abalanzo sobre el cuerpo de Jake. Estoy asustada, ella dice que cree que lo ha matado. Las lágrimas empiezan a abrirse paso por entre mis pestañas. Jake no puede estar muerto. No puede. No se lo permito. No puede haberme dejado así, sin más. Entonces, mi amigo, supuestamente muerto, levanta la cabeza y susurra: “Lyx, ¿qué pasa? ¿te ha hecho algo ése?”. Por “ése” se refiere a Ishtral. No sé si reír o llorar. No entiendo lo que pasa y odio no entender. Me giro hacia Flair y hacia la que por lo visto es su hermana. ¿Qué había pasado entre esos dos?

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jueves, 23 de junio de 2016

Capítulos 27, 28 y 29

Capítulo 27

Kitz nos despierta a todos golpeando un cazo con una cuchara de madera y gritando. Ya ha recuperado su carácter jovial a pesar de que durante nuestra charla de anoche, fue como si los años le devoraran y no pudiera con su propio cuerpo.
Nos sirve algo caliente para intentar levantarnos el ánimo. Queremos continuar nuestro camino pero nos cuesta hacerlo dejando atrás a Rothian. Mientras Jake recoge las pocas pertenencias que traíamos, Ishtral habla con Kitz y le agradece su ayuda y hospitalidad. Yo, por mi parte, abrazo a mi amiga, no ha sido mucho el tiempo que hemos pasado juntas pero se ha ganado poco a poco mi total confianza y, si soy sincera, me siento culpable por su actual estado. Su piel antes brillante ahora, entre las vendas, se ve rota, amoratada.
-Rothian, lo siento.
-¿Qué sientes?
Tomo sus manos y acaricio una banda de piel que no está cubierta por las gasas. Ella lo entiende. Toma mi barbilla y la alza haciendo que la mire a los ojos.
-No fue tu culpa, además -dice bajando mucho la voz y sonriendo-, así quizá Jake deje de mirarme, a veces me pone incómoda.
Me quedo unos instantes sorprendida por su respuesta y rompo en una carcajada. Nos abrazamos. La voy a echar de menos pero sé que pronto nos veremos de nuevo.
Guardamos algunos alimentos que nos ha dado Kitz en unas pequeñas mochilas de cuero marrón y nos despedimos en la puerta.
Nuestro pequeño amigo da un largo silbido y una horda atronadora de ratas empieza a llegar de los recovecos existentes en la explanada que hay frente a la casa. Rothian da un pequeño grito y, nerviosa, toca su malherido cuerpo. Los demás nos ponemos en tensión, preparados para atacar pero cuando los roedores llegan junto a nosotros, a medio metro de mis pies se paran. Todas y cada una de ellas nos miran fijamente con sus pequeños ojos rojo rubí.
-Tranquilos, les he dicho a mis preciosas ratitas que os acompañen hasta que salgáis del pantano... para evitar posibles estrangulamientos por parte de vuestras amigas las lianas.
Jake es el primero en adentrarse en ese océano de patas y dientes afilados, seguido por Ishtral. Los animales le van abriendo paso. Rothian entra en la casa. Me giro para despedir a Kitz y articula unas palabras con su boca: “aprende a controlarlo”. Asiento y sigo a mis amigos. Debería domar a la fiera sanguinaria que late en mí, que tiene hambre y que disfruta matando; el problema es que no sé si quiero hacerlo. Un relámpago anaranjado cruza mis ojos al pensar en el monstruo en el que puedo convertirme. Vuelvo a oír la risa de la anciana como un eco lejano y sonrío.

Capítulo 28

La noche anterior a la partida de Lyx y los demás de casa de Kitz.

Una sombra de ojos púrpura cae envuelto por la niebla en el bosque. Shadow va a empezar la misión que le ha sido encomendada: encontrar a la princesa viva, los demás son prescindibles. Da vueltas un rato buscando huellas, pertenencias, algún tipo de rastro dejado por la princesa. A pesar de que esta tarea le roba un par de horas, al final encuentra, tras unos arbustos, la tierra removida y parece que no hace mucho de eso, puede que unos cinco o seis días. El espía aralio se quita sus guantes negros como la noche dejando a la vista una piel fina y blanca como la luna. Araña la tierra hasta que roza algo: una mochila voladora de Arala. Según lo que dijo la Reina, aparte de la princesa, le acompañaban otras dos personas, una presa y el sargento Blood. Nunca le ha caído bien ese tipo. Demasiado altivo y perfecto. Shadow disfruta al pensar en que ese pedante por fin ha cometido un error imperdonable. Se levanta buscando más espacio donde la tierra delate otro agujero. Los encuentra pero algo no le cuadra: según la Reina, con la princesa Rothian viajan otras dos personas, ¿Por qué hay cuatro mochilas? Eso significa que hay alguien más. Ahora mismo se siente como un cazador olfateando a su presa, que desconoce su fatal destino. Siente una leve excitación y se adentra en el bosque silbando una canción espeluznante.

Capítulo 29

Subimos por esa empinada chimenea que conecta el hogar de Kitz con la superficie. Al salir, una bocanada de aire húmedo y frío nos da un puñetazo en la cara ahogando nuestros pulmones. Las ratas nos rodean evitando que las lianas se nos acerquen. Veo a las plantas deslizarse por entre el barro y las rocas, esperando la oportunidad para darse el banquete que se les escapó la última vez. Pululando como insectos, siseando como serpientes. Da escalofríos.
Caminamos casi durante un día por un pantano enorme en este bosque que empiezo a creer interminable. Al fin, cuando vuelve a caer la noche, el fango comienza a ser menos espeso, los árboles vuelven a tener hojas y el aire es menos húmedo. Las ratas se paran en seco y comienzan a retroceder. Señal inequívoca de que hemos llegado a los límites de aquel lúgubre lodazal.
Paramos en un pequeño claro atravesado por un riachuelo. Nos lanzamos a la pequeña corriente de agua para lavarnos la cara, beber agua y rellenar las cantimploras.
Jake se quita la camiseta y me acerco con él junto al agua para lavar sus heridas y colocarle otras vendas limpias que me había dado Kitz. Mientras, Ishtral saca de su mochila el mapa que vimos en casa del pequeño hombrecillo.
Mi amigo aprieta los labios debido al escozor que le causa el agua corriendo por su piel magullada.
-Perdona, ¿te duele mucho?
Me mira con una sonrisa débil y niega con la cabeza. Sigo lavando su torso musculado, esculpido por años y años viviendo en la calles. Soy consciente de que me mira fijamente.
-¿En qué piensas, Lyx? Te noto más seria de la cuenta desde hace un par de días.
Ishtral levanta la vista del mapa para escuchar la conversación que mantenemos Jake y yo.
-¿Te parece poco lo que nos ha pasado? Debería de haber venido sola, así Rothian no estaría desfigurada, tú no estarías marcado por cientos de mordiscos y el sargento no hubiera estado a punto de morir asfixiado por esas lianas...
-No es tu culpa Lyx. No me obligaste a venir.
-Lo sé pero...
Me atrae hacia sí y me abraza dulcemente, entierro mi cabeza en su cuello dejando que me tranquilice. A pesar de lo sucedido los últimos días él sigue siendo el único al que dejo ver mi lado más vulnerable. Ishtral, sin cambiar la expresión, vuelve a bajar la cabeza hacia el plano.
-Estamos cerca de un pueblo llamado Dasian. Por lo visto, este bosque es conocido como el Bosque Muerto y esa población es fronteriza. Calculo que solo nos falta algo más de un día. Podemos quedarnos aquí esta noche o seguir andando y llegar antes. ¿Qué queréis hacer?
Jake me mira, me separo de él y digo que seguiremos andando, ya hemos estado demasiado tiempo parados en casa de Kitz. Recogemos y nos dirigimos hacia Dasian.

En ese momento en una posada de Dasian.

-¿Cuál es su nombre, señor?
-Me llamo Flair. Me gustaría hospedarme aquí.
-¿Cuánto tiempo tiene intención de quedarse, señor?
-No estoy muy seguro, estoy esperando a unos amigos.

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lunes, 20 de junio de 2016

Capítulos 24, 25, 26

Capítulo 24

Jake e Ishtral se enzarzan en una pelea sin sentido. Una tormenta de patadas, puñetazos, insultos. Jake recibe más que da puesto que Ishtral, al ser soldado, sabe pelear. Yo les grito que paren, que es una tontería. Me estoy cansando de la rivalidad y hostilidad existente entre ellos dos.
Caen al suelo e Ishtral se coloca sobre Jake propinándole un puñetazo que le hace escupir sangre. Luego cambian las tornas porque, a pesar de que el sargento Blood pelea mejor, mi amigo tiene más fuerza. Ahora es Jake quien asesta un codazo en la boca del estómago de su rival. Dejo de gritar y me quedo embobada mirando los charcos de ese líquido rojizo que desprende un olor metálico. En mi cabeza oigo la risa estridente de la anciana que se convierte en araña. Mi herida se agranda unos milímetros, caigo de rodillas y me llevo la mano al cuello. Ellos no se dan cuenta de nada y yo me siento cada vez menos dueña de mí misma. Hay un impulso animal que me incita a entrar en esa pelea. A propinarles a los dos un buen rodillazo. A hacerles sangrar. Mis ojos empiezan a tornarse anaranjados y una sonrisa perturbadora nace en mis labios. Una parte de mí está asustada por las ganas que tengo de matar en ese momento a los dos rivales. La otra está disfrutando. ¿Qué me pasa?
Con una mano apretando los arañazos que marcan mi cuello y clavícula me levanto lentamente. Justo cuando voy a dar el primer paso hacia ellos, llega Kitz tan rápido que ni lo veo, se mete entre ellos y, de un solo movimiento, los lanza a los dos por los aires. No sé cómo lo ha hecho. En cuanto cesa la pelea, ese instinto asesino desaparece y la risa de la anciana, se desvanece. Caigo al suelo, sudando y agotada. Aterrada.
Kitz me mira de reojo aunque pronto centra su atención en los dos hombres.
-Yo que vosotros no malgastaría energía peleando, la vais a necesitar para salir de este bosque y sobrevivir en Pryon.
Lo único que recibe por respuesta es un gruñido de Jake y el silencio de Ishtral.
Ambos tienen las camisas manchadas de sangre y sudor. Al sargento le sangra la nariz y a mi amigo, el labio, creo que lo tiene partido.
Los dos entran en la casa, llenos de moratones y sin mirarse, para curar sus heridas. Cuando yo voy a encaminarme hacia la casa, oigo a Kitz a mi espalda.
-¿Y cómo estás tú, querida? -un destello perspicaz cruza su mirada. Me giro sobresaltada y le contesto dubitativa, aún temblando por el episodio vivido.
-Yo... esto, bien. Yo no he peleado. Estoy bien.
-No has atacado, pero querías, ¿no es así?
Abro bastante los ojos por la sorpresa de que aquel hombrecillo supiera lo que había sentido.
-¿Cómo lo...?
-¿Cómo lo sé? No es la primera vez que veo unos arañazos como los que surcan tu cuello y clavícula.
Me llevo la mano a las heridas, a la defensiva.
-Me caí y me clavé una valla metálica. Se me ha infectado.
-He sido yo quien ha curado las contusiones que te hicieron las lianas y he visto las marcas. Es inútil mentirme, querida, soy muy viejo y tengo demasiada experiencia.
Me giro decidida a entrar en la casa. No quiero oír nada más. Quizá por miedo a descubrir qué me pasa. No he acabado de dar el primer paso cuando una especie de sombra negra, una imagen sin determinar pasa a mi lado y se pone frente a mí. Cuando para veo que es Kitz. ¿Cómo se ha movido tan rápido?, ¿tanto que ni lo he visto?
-¿Cómo has...?
Kitz sonríe amargamente y se levanta la gruesa tela que le sirve de camiseta dejando a la vista tres enormes marcas que cruzan su abdomen. Tres arañazos negros que parecen tener vida propia. Tres heridas como las que están grabadas en mi cuello.
-Te he dicho que no es la primera vez que veo esos arañazos.
Se gira y con una velocidad sobrehumana llega a la puerta. Ha sido más rápido que un simple parpadeo. Increíble.

Capítulo 25

Una vez dentro, Rothian está envuelta en vendas y muy seria. Ishtral y Jake, están sentados, dándose la espalda y Kitz me mira fijamente cuando entro. Sabe que quiero preguntarle varias cosas y me hace un gesto con la mano para indicarme que ahora no, que espere.
Nuestro anfitrión saca un pedazo de tela envejecida: un mapa de Pryon. Con él nos indica a los cuatro el camino que debemos seguir hasta llegar a la capital de Pryon llamada así: La Capital.
Tras ésto, decidimos que pasaremos la noche en casa de Kitz pero que, a la mañana siguiente, al amanecer, reemprenderemos la marcha.
Mientras el sargento se queda haciendo compañía a la convaleciente princesa y Kitz va a preparar algo para comer, Jake me llama para hablar a solas. Salimos de la casa.
-¿Qué quieres, Jake? -digo cortante.
-Estás enfadada, lo suponía.
-No, no lo estoy, estoy muy feliz, ¿no me ves? -imprimo sarcasmo a mis palabras poniendo una sonrisa exageradamente amplia.
-Yo... lo siento, no sé que me ha pasado. Bueno, sí que lo sé. Es ese sargento. No lo soporto.
-Jake, ¿no puedes intentar llevarte mejor con él? No sabemos cuánto tiempo vamos a estar aquí ni a qué nos enfrentamos. No te conviene tener más enemigos de los que ya vas a tener.
-¿Qué te pasa Lyx? Cuando estás con él no pareces tú. No eres tan distante. ¿Acaso tú y él...?
-Jake, te lo digo porque te quiero, deja de hacer suposiciones sin sentido y céntrate.
-Ojalá eso fuera verdad.
-¿El qué?
-Que me quieres.
Cuando dice ésto, me coge de la cintura y me besa agarrándome las manos para evitar cualquier tipo de resistencia. Siento su lengua pasear en mi boca y he de reconocer que no me gusta nada. Él es mi amigo y no puedo evitar que ese tipo de comportamiento me decepcione. Cuando separa su boca de la mía cierra un poco los ojos esperando una bofetada por mi parte pero no hago nada. Me quedo mirándolo, con los labios húmedos, mis manos aún apresadas por las suyas y una expresión que lo dice todo: no he sentido absolutamente nada.
Jake me mira fijamente.
-Lo siento. Necesitaba hacerlo.
-Lo sé.
Lo que ni él ni yo sabemos es que Ishtral nos ha estado observando todo el rato desde una ventana.
Entramos juntos en la casa y decidimos fingir que nada ha pasado, no queremos que los demás lo sepan. Al entrar, oigo la voz de Rothian hablando con Kitz. No entiendo lo que dicen.
Por otro lado, Ishtral está mirándome y, a la luz de las velas que adornan toda la sala, sus ojos de oro casi deslumbran. Jake lo mira con una expresión que es una mezcla de odio y envidia.
Mi amigo entra en la cocina y se queda hablando con Rothian. Kitz corretea por la casa buscando unas especias que le hacen falta y que no recuerda dónde ha puesto. Me siento al lado de Ishtral.
-Deja de provocar a Jake. Te mereces que te haya dejado la cara así.
-No tengo la culpa de que sea un celoso obsesivo.
-Él no tiene la culpa de sentir lo que siente ni de que tú te diviertas jugando conmigo para molestarle.
-¿Quién te ha dicho que yo estaba jugando?
Esa respuesta me pilla por sorpresa. Me veo reflejada en sus ojos de metal pero me niego a caer en esa trampa.
-Lo que tú digas, Ishtral. No vuelvas a hacer nada del estilo y trata de llevarte mejor con Jake. Él es muy importante para mí.
-¿Muy importante?, ¿más que nadie?
-Es quien mejor me conoce y no quiero perderle por nada ni por nadie. Además, tu tampoco lo soportas, ¿por qué?
-No has contestado a mi pregunta.
-Ni tú a la mía.
En ese momento nuestro anfitrión nos avisa para cenar. “Gracias, Kitz” pienso aliviada al romperse la tensión que se había impuesto entre nosotros.
Ya están sentados Rothian y Jake cuando los demás nos sentamos. Comemos en silencio, cabizbajos, demasiado preocupados por lo que ya ha ocurrido y por lo que aún puede pasar. El único al que parece no importarle la atmósfera densa que predomina es a Kitz que no para de hablar. Muchas veces dice cosas sin sentido intentando amenizar la velada aunque sin éxito. Cuando sirve algunos frutos de postre, Rothian habla por primera vez en toda la cena.
-Me quedo con Kitz.
Casi me atraganto. ¿Cómo que se queda?
-¿Qué dice, princesa? La necesitamos con nosotros, usted es la clave para mejorar las relaciones entre Arala y Pryon -dice un tanto nervioso Ishtral.
-Deja de hablarme con tanto respeto, por favor. No soy vuestra princesa, sino vuestra amiga.
-Rothian, recapacita. No puedes quedarte -secundo al sargento intentando que mi amiga sepa que la necesitamos.
-Dejadme terminar. Me quedo aquí para recuperarme de las heridas. Seré un lastre puesto que me cuesta moverme. Sería un blanco fácil. Cuando vuelva a estar en forma, os buscaré. Sé que camino vais a seguir.
-Pero, ¿y si no nos encuentras? -sigue Jake
-Lo haré, además, si me pierdo, lo único que he de hacer es seguir el sonido de las broncas entre el sargento y tú.
Kitz y yo reímos un poco por lo bajo aunque a los jóvenes, les hace menos gracia.
-Vale, Rothian. No nos separaremos del camino señalado para que nos encuentres. Te lo prometo.
-¡Lyx! ¿quieres decir que no te importa que se quede sola?
-No va a estar sola, Jake, estará con Kitz y confío en él. Mañana temprano nos iremos y cuando pueda, Rothian se unirá a nosotros.
Pasamos unos minutos más discutiendo la decisión de la princesa pero ella está decidida: se queda.
Todos nos acostamos. Cuando siento que todos están dormidos, me levanto y salgo fuera de la casa. Un segundo después oigo la puerta: Kitz.
-Supongo que tendrás preguntas sobre tus arañazos, querida, déjame oírlas.
-¿Qué son?, ¿Por qué duelen tanto?
-¿Qué son? Muy fácil, son simples arañazos, eso es lo que me repito día a día porque, si te soy sincero, no sé qué son en realidad. Lo único que sé es que necesitas aprender a controlar lo que te va a suceder, lo que te está empezando a pasar ya. Por eso duelen tanto, porque están vivos y crecen.
-Explícate -digo con voz firme.
-Esas ganas de matar, de mancharte las manos de sangre son provocadas por los arañazos. Tienen hambre. Y esa voz que oyes en tu cabeza o algo que te persigue pero que sabes que no está ahí, es una alucinación hecha por tus heridas. Querida Lyx, vas a tener que controlarte porque ahora solo sientes el impulso, dentro de poco no podrás aguantar y matarás. Yo me negaba a creer lo que me estaba pasando hasta que...
-¿Hasta qué? -pregunto sin estar segura de si quiero saber la respuesta.
-Hasta que maté a mi hermana. Imagino que ambos nos hicimos estas marcas del mismo modo.
-En la zona sur de Arala, siguiendo el cauce del río -contesto.
Él sonríe tristemente. Nos lo habíamos hecho de la misma horrible manera.
-Cuando volví en mí y vi a mi hermana entre mis manos sangrando por el cuello, supe que había sido yo. Huí de Arala y llegué aquí. Me escondí entre ratas y plantas carnívoras deseando una muerte que nunca llegaba pues las lianas no se atrevían a tocarme, temían mis heridas.
-Entonces, cuando contaste que emigrasteis aquí por trabajo...
-Mentí. Poco a poco fui desarrollando capacidades que antes no tenía. Mi velocidad era anormal y mi fuerza, sobrehumana. Imagino que eso te sucederá a ti también
-Tengo miedo, Kitz.
-Lo sé querida y créeme, tienes motivos para tenerlo.

Capítulo 26

En ese momento, en una pequeña sala construida en los túneles que hay bajo el castillo de Pryon, el Rey se reúne con uno de sus espías.
-¿Me ha hecho llamar, mi Rey?
-Algunos aldeanos que viven cerca de la frontera de Pryon con el Bosque Muerto, vieron hace varias noches algo caer del cielo, eran cuatro objetos sin identificar. Imagino que serán espías aralios en respuesta a nuestros ataques.
-¿Y qué quiere de mí, mi Rey?
-Quiero que viajes al pueblo más cercano al Bosque Muerto e investigues. Los aralios no son muy difíciles de descubrir, suelen tener rasgos fuera de lo común. Son unos seres extraños y peligrosos.
-Deduzco entonces que quiere que los mate cuando los encuentre, ¿no es así?
-Todo lo contrario, quiero que les ayudes en su empresa, que facilites el camino hasta mí. Intentarán matarme y así todos los pryoranos verán la amenaza flotante que representa Arala y será mucho más fácil comenzar una guerra con el pueblo a favor. Por supuesto, me irás informando de todo cuanto veas y oigas para que esté preparado para cuando quieran venir a por mí. Necesito que te ganes su confianza Flair. ¿Serás capaz?
-Haré todo lo que usted ordene, mi Rey.

Así, un hombre, Flair, sale hacia un pequeño pueblo muy cercano al Bosque Muerto donde deberá encontrar a los aralios infiltrados.

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jueves, 16 de junio de 2016

Capítulos 21, 22 y 23


Capítulo 21

Despierto en una cama tan pequeña que se me salen los pies y eso que no soy especialmente alta. Estoy arropada por una manta verde, de lana. Una luz cálida envuelve la sala. Las paredes son de piedra y no hay ventanas. El suelo es de tierra y el ambiente, aunque no es frío, sí que es húmedo. Cierro los ojos y de repente, recuerdo de golpe todo lo vivido con las enredaderas asesinas y las ratas caníbales. Me levanto a toda prisa y me mareo perdiendo levemente la visión momentáneamente. No me doy en la cabeza con el techo por pocos centímetros.
Miro a mi derecha y veo dos camas más en las que reposan, justo a mi lado, Ishtral y pegado a la pared, Jake. Éste último está atado a la cama.
A mi izquierda está Rothian, toda ella envuelta en pulcras vendas que se tiñen en algunas partes del rojo de la sangre de mi amiga.
Con ternura me levanto, agachada por la poca altura de la casa, y beso su frente. Me da pena ver así a la preciosa princesa, tan viva y decidida como es, postrada en la cama y malherida.
En ese momento oigo la puerta e instintivamente llevo la mano al cinturón donde guardo (o mejor dicho creía que guardaba) la daga, aunque no está allí.
-Querida, tu puñal está clavado en el estómago de una de mis preciosas ratitas.
La voz aguda que había llenado la sala provenía de un hombre diminuto, de unos treinta o cuarenta centímetros de alto. Traía una bandeja con cuatro vasos de agua demasiado pequeños y algunas píldoras, imagino que son calmantes para las mordeduras de Jake.
Tras darme un vaso a mí y dejar el resto en una pequeña mesa que había al fondo de la estancia, se va y lo oigo canturrear algo que reconozco a la perfección: es una canción infantil aralia. Eso podría significar que aquel extraño personaje era de mi país, cosa que explicaría su particular aspecto: las piernas mucho más largas que el resto de su cuerpo, la pequeña estatura, sus diminutos ojos rosáceos y su pelo de un azul muy pálido. Sí, no había duda, aquel hombre era aralio, pero, ¿qué hacía aquí?
Vuelve de nuevo con más material para tratar a la convaleciente Rothian y una especie de pomada que empieza a untar en las vendas limpias.
Me bebo el agua que me había ofrecido antes aquel hombre mientras observo cómo, con gran maestría, quita todos y cada uno de los vendajes que cubrían a mi amiga. Queda expuesto su cuerpo desnudo marcado por trozos de piel magullada y levantada. Él ni siquiera presta atención a la desnudez de Rothian y empieza a poner sobre su cuerpo esas tiras de tela empapadas en la extraña crema que traía preparada. El contacto de esa mezcla viscosa con su piel parece calmarla. Empiezo a relajarme: no parece que estemos en peligro. Al menos no por ahora.
Tras tratar a la princesa, el hombrecillo la arropa y repite el proceso con Jake aunque éste último está mucho mejor que Rothian.
Mientras cambia las vendas de Jake y yo estoy sentada al lado de mi amiga acariciándole el pelo y susurrándole que volverá a estar bien y tan bella como siempre oigo un carraspeo a mi espalda:
-Ejem... Esto... Querida, le agradecería mucho que le dijera a su compañero que en mi casa no permito armas de ningún tipo, que por favor baje la pistola.
Me giro y veo a Ishtral erguido y muy serio, desconcertado y dispuesto a hacer lo que sea por salvarnos. Me acerco a él y agarro su cintura. Da un respingo al sentir mi contacto pero no se retira. Estiro mi brazo hasta llegar a su mano y juntos bajamos el arma.
-¿Estás bien? -pregunta muy preocupado. Tiene un nudo en la garganta que yo quiero deshacer más que nada en el mundo. Odio verlo así, a él que siempre tiene la respuesta perfecta ahora ninguna palabra le parece útil.
-Muy bien. Tranquilo Ishtral, ya pasó.
Mi voz parece tranquilizarlo pues relaja sus hombros. Se gira repentinamente y me abraza fuertemente con un solo brazo enterrando su cabeza en mi cuello. Alzo los brazos y le rodeo la espalda. Cuando nos separamos, por un momento me veo reflejada en el metal que baña sus ojos y me pierdo en ellos. Él lo nota y acaricia mi cabello. Nos separamos al oír los gemidos de Jake y Rothian, que empiezan a despertarse.
Nuestro anfitrión observa a Rothian quien, a pesar de saberse desfigurada, alza el mentón orgullosa. Jake, que solo tiene magulladuras en la espalda y los brazos, está cabizbajo pues se siente culpable de las heridas de la princesa. Ishtral me mira de reojo, avergonzado por el episodio de debilidad vivido y soy yo la que comienza a hablar.
-¿Quién eres?
-Me llamo Kitz -su vocecilla aguda invade la sala y nos muestra una sonrisa sincera- ¿Y vosotros?
-Ella es Rothian. El hombre de pelo rojo es el sargento Blood y aquel es Jake. Yo me llamo Lyx.
-Encantado y bienvenidos a mi hogar.
-¿Por qué nos han atacado esas ratas?
-Oh bueno, los únicos seres vivos aparte de mí que han visto mis pequeñas han sido los soldados de Pryon, y cada vez que esos salvajes vienen acaban con varias de ellas. Imagino que estaban asustadas. Si hubiera llegado a tiempo no os habrían hecho nada...
Kitz me mira como disculpándose en silencio y decido cambiar de tema.
-¿Puedo preguntarte una cosa?
-Adelante, querida.
-¿Eres aralio?
Me mira fijamente y un destello de inteligencia cruza sus pupilas.
-Cada cosa a su tiempo, querida Lyx. Primero debéis cenar, recuperar fuerzas. Lleváis dos días durmiendo.

Capítulo 22

Ha pasado una semana desde la desaparición de la princesa, de la presa Lyx y del sargento Blood. El pueblo ignora ésto, solo un pequeño grupo de huérfanos conoce el paradero de los jóvenes y el fin de su cruzada.
Su Majestad, nerviosa y preocupada por su hija, hace llamar al mejor espía de Arala: Shadow.
-Majestad, ¿me ha mandado llamar?
-Sí, Shadow. Necesito de sus servicios.
-Haría cualquier cosa por usted, Majestad.
-Gracias por su lealtad y devoción. Estoy segura de que mi hija, deseosa de evitar una guerra inevitable pero demasiado inexperta e ilusa como para aceptarlo, ha liberado con ayuda del sargento Blood a la presa llamada Lyx. Juntos habrán bajado a Pryon, país responsable de los recientes atentados. Os pido que vayáis tras ellos, que le sigáis la pista y que, si los encontráis, traigáis a mi hija sana y salva.
-¿Y qué hago con los demás?
-Ojalá no se dé el caso pero si fuera necesario, déjelos atrás, son prescindibles.
-Sí, Majestad. Haré todo cuanto usted ha ordenado.
Así, esa misma noche, Shadow, una amenaza sigilosa y mortífera, desciende a Pryon preparada para buscar a la princesa Rothian. El brillo púrpura de sus ojos y una sonrisa asesina bailan en la noche.

Capítulo 23

-¿¡Dos días!? -Preguntamos todos prácticamente al unísono.
-En efecto. Tengo curiosidad por saber qué hacíais ahí arriba con esas plantas carnívoras.
-¿Plantas carnívoras? - pregunta Jake.
-Esas lianas que os intentaron estrangular. Lyx e Ishtral tendrán el cuello, el tronco y los brazos amoratados por la presión que ejercen. Trabajan así: primero atan a sus víctimas a los árboles y los van estrujando. Como una serpiente. Una vez inconscientes o incluso muertos por asfixia, se comen a su presa. Ésa es la razón de que no haya ningún ser vivo ahí fuera. Han muerto y los pocos que quedaron, huyeron. Por eso yo me escondo aquí con mis preciosas ratitas.
-¿Y dónde es aquí? -quiero saber.
-Pues aquí es aquí ergo no es allí. Yo estoy aquí, en esta silla, y tú allí, en esa cama, y aún así, ambos estamos aquí.
Ante la expresión de confusión de nuestras caras, Kitz suelta una risotada y deja los juegos de palabras.
-Estáis en mi casa, a varias decenas de metros bajo tierra. La superficie no es segura.
-De acuerdo, pero, ¿por qué quedarse aquí?, ¿por qué no irse a otro lugar más seguro? -Rothian habla lentamente, castigada por el dolor punzante.
-Porque este pantano, perdido en el corazón de un enorme bosque, es el único lugar seguro.
Sus ojos se tornaron más oscuros y tristes y se adueñó de la sala el silencio. Fue Ishtral quien decidió hablar.
-¿A qué te refieres con que éste es el único lugar seguro?
-Me refiero a que, por estas plantas carnívoras, éste es el único lugar de Pryon que el Rey no ha destrozado. Ese hombre es sanguinario, malvado. No le importa nadie en absoluto excepto él mismo. Ni siquiera su hijo, que es igual que su padre. Ha implantado un régimen de terror. La basura inunda las calles, los impuestos aumentan cada día, las gentes no tienen qué comer y muchos mueren de hambre. Nadie puede alzar la voz para decir algo que vaya en contra de la familia real o es apresado, torturado y ejecutado en público. Además, gracias a él se ha implantado en todos un profundo sentimiento de odio hacia el país vecino, Arala. Ha hecho creer a todos que la escasez de dinero, el hambre, las muertes... todo se debe a los aralios. No tiene sentido pero la gente desesperada cree cualquier cosa. Él lo sabe y se aprovecha.
-Y ese odio generalizado a los aralios también te obliga a esconderte aquí, ¿verdad Kitz? Tú también eres aralio. Tu pelo y ojos... No has nacido aquí en Pryon -añado.
Él me mira con su característica mirada sagaz y asiente.
-En efecto. Nací en Arala hace tantos años que ya he perdido la cuenta. Llevo vivo más de cien años, demasiados a pesar de lo que pueda aparentar.
-¿Y qué haces en Pryon? -es Jake quien formula la pregunta.
-Vaya, sois unos chicos muy curiosos -sonríe-. Me gusta. Voy a contaros algo que os va a costar creer pero que yo viví.
Hace mucho, mucho tiempo, las relaciones entre Pryon y Arala eran excelentes. Había muchos Aralios aquí en Pryon y viceversa. Mi familia emigró a este país y desde entonces, sigo aquí. No obstante, cuando la Reina aralia de entonces murió, le sucedió su hijo en el trono. Era un hombre hipócrita y repugnante que no soportaba la idea de que su país estuviera contaminado por “sucios pryoranos”. Cada noche mandaba a sus secuaces a asesinar pequeños grupos de habitantes de Pryon que vivían en Arala. A la mañana siguiente, organizaba bellos funerales para todos y lloraba como si de verdad lo sintiera. La tragedia se sucedía cada noche y las ceremonias por los muertos presididas por el Rey, continuaban. Era un baile de máscaras continuo. Fue entonces cuando ya no se pudo aguantar más esa situación y un grupo de pryoranos, aún no se sabe cómo lo hicieron, se colaron en palacio y mataron al rey mientras dormía. Sinceramente, no sentí su muerte. Fue a partir de ese momento cuando las relaciones entre Arala y Pryon murieron. Cada uno volvió a su respectivo país y, a pesar de que se evitó la guerra, se estableció una paz armada y un profundo odio el uno hacia el otro.”
Todos callamos, nadie quiere creer lo que acabamos de oír. Rothian se abraza y tiembla. Las lágrimas bañan las vendas que cubren su nariz.
-Fuimos nosotros -dice en un susurro-. Nosotros provocamos esta situación... fue mi familia.
-Exacto, tu familia Rothian, no tú. Precisamente tú has viajado hasta aquí para entablar algún tipo de relación pacífica- le digo intentando consolarla.
-Estaba en lo cierto, eres la princesa Rothian. Esas pecas azules te delatan.
-Dirás lo que queda de ellas -dice ella amargamente.
Kitz la mira fijamente y se levanta dando un salto.
-Hora de cambiar las vendas. Los que no tengan cicatrices, que salgan- ordena nuestro pequeño hospedador.
Ishtral y yo salimos agachados de la habitación. Caminamos en silencio hasta la puerta de salida de la casa y la abro. Fuera hay una explanada subterránea alumbrada por decenas de pequeños faroles. Al fondo se ve una chimenea, una especie de conducto que lleva a la superficie custodiado por unas cien ratas. No sé donde estarán el resto de aquella marabunta de ratas y, si soy sincera, no me importa.
Estoy absorta en mis pensamientos hasta que Ishtral habla.
-Gracias.
-¿Por?
-Por salvarme de esas lianas. Aún así, la próxima vez, déjame. Fui una carga y si un soldado no sirve, se deja atrás.
Le miro muy seria y añado con acritud que ésto no es el ejército. Que no voy a abandonarlo nunca.
Él sonríe con esa media sonrisa que me encanta.
-¿Nunca? Eso es mucho tiempo. Te cansarás de mí antes.
-No me pongas a prueba, Bobo Real -él ríe cuando digo eso.
Comienzo a andar para ver cuán grande es aquel espacio excavado en la roca cuando Ishtral toma mi mano y me gira hacia él. Un leve rubor marca sus facciones perfectas.
-También siento...
-¿El qué?
-El abrazo -retira la mirada y sonrío. Alzo los brazos y le agarro las mejillas girando su cara hacia mí.
-Bueno, no pasa nada, un momento de debilidad lo tiene cualquiera. Además, te he salvado la vida, entiendo que no pudieras resistirte a mis encantos femeninos – me acerco y le planto un beso en la mejilla al frío y estoico sargento Blood.
-Ya, las palabras “Lyx” y “femenina” no encajan demasiado bien en la misma frase -dice, divertido por la situación, solo se relaja y deja ver su verdadero yo cuando estamos los dos solos. No sé por qué pero eso me gusta.
-¿Ah si? ¿a que llamo a una de esas plantitas para que te den un masaje?
Empiezo a correr y él viene tras de mí. Al final, cuando me atrapa, tropieza y me caigo sobre él.
-¿Qué intentas, Lyx?, pensaba que eras más tímida.
Al decir eso pone una expresión provocativa y me guiña el ojo. Yo, avergonzada, saco la lengua a modo de burla pero no me quito de encima. Nos reímos sinceramente por primera vez en meses. En ese momento sale Jake.
-¿Qué pasa aquí? -dice en un tono grave, amenazador.
Ishtral sonríe. Intento levantarme pero éste me atrae hacia sí y me abraza. La imagen ahora es de los dos en el suelo y yo, atrapada entre los brazos del sargento, que cubren mi boca para que no hable.
-Nada Jake, estamos perfectamente bien -lo mira con una expresión angelical.
Mi amigo aprieta los puños, se acerca a nosotros, coge mi brazo y me levanta de un tirón haciéndome daño. Suelto un pequeño grito. Ishtral se endereza rápidamente.
-Ten cuidado imbécil -dice el sargento muy serio
-No la toques- Jake está en tensión, preparado para atacar. Sé lo que va a pasar.


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lunes, 13 de junio de 2016

Capítulos 18, 19 y 20

Capítulo 18

Los cuatro estamos volando juntos. Escogemos un bosque de las afueras de Pryon para aterrizar. Un espeso banco de niebla coopera haciendo invisible nuestra presencia.
El lugar en el que nos encontramos no está demasiado lejos de la capital de Pryon, del rey y del asesino de Pete. Aún así, hay un largo camino por delante. A diferencia de Arala, Pryon es un país rico, grande y de los más poderosos.
El rey lo gobierna con mano dura, sin piedad. Las gentes le temen y obedecen sin rechistar. A pesar de la riqueza, es el país donde más hambre se pasa. Siempre en penumbra, como un eterno día nublado de invierno. Así es Pryon por estar Arala encima recibiendo los besos del sol. Es ahí donde radica la enemistad entre ambos países.
Nos quitamos las mochilas. Jake e Ishtral comienzan a cavar varios agujeros donde esconderlas puesto que son demasiado voluminosas como para llevarlas con nosotros, además, nos delatarían. Si se supiera que somos aralios, nadie querría darnos alojamiento ni cualquier tipo de ayuda. Los Pryoranos son así: desconfiados, oscuros, cínicos.
Una vez ocultas nuestras mochilas, trazamos un plan: en el primer pueblo al que llegáramos, robaríamos unas capas para esconder nuestros rasgos aralios. Con ésto, me refiero a las pecas azuladas de Rothian y al pelo color sangre y los ojos dorados de Ishtral. Jake y yo podríamos pasar por Pryoranos (aunque odie admitirlo). El cabello de Jake es del color del trigo y sus ojos grises, como la plata fundida. Por mi parte, mi pelo color café no llamaría la atención, aunque debería tener cuidado con mis ojos ya que, a pesar de ser de color miel, cuando me enfado adquieren tonos anaranjados.
En Pryon son todos copias, aburridas y monótonas. Sus árboles son marrones y verdes, los edificios, de piedra y adobe. Se mueven utilizando enormes carromatos tirados por exhaustos animales. Sus ropas están desgarradas y siempre son iguales. Sus ojos apenas brillan y su pelo, sucio y grasiento, es lacio y de los mismos colores para todos. Por todo ésto, los aralios son objeto de burla; para esconder la profunda envidia que siente uno de los países más poderosos de la pequeña Arala.
Emprendemos la marcha por el denso bosque, oscuro y resbaladizo. A mi lado va Ishtral, tan serio como siempre, con los hombros tensos y la cabeza alta. Por delante de nosotros va Rothian hablando con Jake. No oigo muy bien de qué hablan pero creo que ella le está explicando costumbres Pryoranas.
El sargento Blood y yo vamos en silencio, sin mirarnos. Simplemente sintiendo la presencia del otro.
El bosque va siendo cada vez más oscuro y espeso a medida que nos acercamos a su corazón. Un extraño olor ataca mis fosas nasales, como a humedad. Puede que nos estemos acercando a un pantano. Una de las rocas que piso es muy resbaladiza y casi caigo al suelo, es la mano de Ishtral la que impide mi caída.
Jake y Rothian miran hacia atrás, alarmados al oírme gritar. Les hago un gesto con la cabeza para hacerles saber que no ocurre nada, simplemente ha sido un traspiés.
Sin embargo, al ayudarme Ishtral me ha hecho hacer algunos movimientos más bruscos con la cabeza por lo que ahora los arañazos me arden en las venas del cuello y me siento un poco mareada. Me llevo la mano a las heridas, detalle que no escapa a Ishtral.
-¿Qué te pasa en el cuello?
-No es nada, no te preocupes
-Ya, claro, y yo me lo creo. Enséñamelo.
Jake y Rothian se habían adelantado un poco, lo justo para que oiga sus voces pero no los vea en este laberinto arbóreo.
-He dicho que no es nada. Déjame, Ishtral -intento que mi voz suene firme y, aunque lo consigo, él no se rinde.
-Lyx, te lo digo por última vez, déjame ver tu cuello.
-¿Qué quieres hacerle a una joven e inofensiva huérfana? -quiero que olvide mi cuello. Está empezando a resultar muy molesto y yo odio las molestias.
-Sinceramente, creo que eres la persona menos inofensiva que existe.
Al decir ésto, aprisiona una de mis muñecas con su mano derecha y la pone en mi espalda para inmovilizarme. Con la otra mano, desata el nudo de la blusa hasta dejar a la vista la carne del cuello, clavícula y hombros. Le veo abrir mucho los ojos durante una milésima de segundo para luego recuperar su máscara de impasibilidad.
-¿Cómo te has hecho esas heridas? No son del día del desfile puesto que cuando te curamos tenías magulladuras por todo el cuerpo pero no éstas. Además, son recientes.
-Me caí del tejado cuando buscaba a Luy y me arañé con una valla metálica -mi voz suena ronca.
-Lyx, esas heridas están negras -la preocupación que intenta disimular me pone nerviosa.
-Se habrá infectado.
-Lyx, ¿quieres que crea que tú, Reina de la zona sur de Arala, te has caído de un tejado? ¿Acaso no recuerdas que te perseguí? Te he visto correr y me cuesta mucho creer que te tropezaras y te cayeras con la mala suerte de arañarte el cuello con una valla metálica.
Siento la herida latir y una voz en mi mente que dice “es muy molesto, haz que se calle de una vez”
-Bueno, pues fue así.
-Lyx...
-Sargento Blood, he dicho que ocurrió así y punto. No voy a seguir hablando de un simple arañazo.
-Te dije que me llamaras Ishtral -su voz suena más enfadada y el oro de sus ojos relampaguea.
-Y yo te dije que dejaras el tema.
-De acuerdo, te caíste y te arañaste. Supongo que les pasa incluso a las mejores.
Aunque diga eso, sé que no me cree. Es demasiado inteligente como para creerse mis mentiras. Acaba de admitir eso para zanjar la discusión.
-Exacto, gracias Ishtral -mi voz suena burlona. No me siento yo, me siento más... poderosa. Me gusta.

Capítulo 19

Ishtral y yo nos adelantamos hasta alcanzar a Jake y Rothian. En cuanto nos ve, mi amigo se coloca entre el sargento y yo. Ese gesto crea una media sonrisa de Ishtral que me gusta más de lo que estoy dispuesta a admitir. Jake nota que mis ojos se fijan en los de metal del sargento Blood y emite un pequeño gruñido. Agarra mi mano y me hace seguirle.
Seguimos nuestro camino, los árboles están cada vez más juntos por lo que tenemos que caminar en fila. Una espesa niebla pesa sobre nuestras cabezas haciendo imposible ver unos metros más adelante.
Siento los pies mojados y un sudor frío baña mi frente.
A medida que avanzamos, en silencio, vemos que los árboles tupidos y verdes se transforman en troncos sin ninguna hoja, retorcidos y cuyas vetas forman rostros que acechan. La escasa luz se vuelve grisácea, cargada.
Nos damos cuenta de que hemos llegado a un inmenso pantano que ocupa el centro del bosque. Lo que más me asusta es que, siendo un bosque, no se oye absolutamente nada. Ni el viento, ni un insecto, ni pájaros... ni siquiera ranas croando. Nada. Este pantano no es normal.
-Tened cuidado, puede que hayas pozos de lodo o arenas movedizas -Advierte Ishtral que cierra la comitiva.
-No hace falta que lo digas -añade Jake con acritud.
No lo veo pero sé que ante ese comentario, el sargento Blood está sonriendo. Le resultan muy divertidos los celos de mi amigo.
Podríamos llevar horas andando, puede que incluso haya pasado un día entero desde nuestra llegada. No hay forma de saberlo puesto que en Pryon nunca es visible el sol y la bruma reina en este interminable pantano.
Estamos cansados, bañados en sudor, sucios por el barro y cada vez más confiados puesto que nada ha pasado desde nuestra llegada. Puede que esta confianza sea la que nos sentencie a muerte.
-¿Qué tal si paramos un poco? No puedo más.
Rothian está pálida, es la que menos resistencia física tiene de todos nosotros. Aún así, aunque fuera la primera en decirlo, todos estamos agotados.
-De acuerdo. Mirad, justo allí hay unas rocas. Ahí podremos sentarnos.
Una vez en las rocas nos sentamos todos menos Ishtral. Está tenso.
-¿Pasa algo, sargento? -pregunta débilmente la princesa.
-No se oye nada. Eso es una anomalía. Estamos en un pantano, en un bosque, debería estar lleno de pequeños animales y de insectos. En todo el camino no he oído ni una mosca. No se me ha acercado ni una mísera libélula o un mosquito sediento. Me preocupa este silencio sepulcral.
-Te preocupas demasiado, es solo que este sitio es horrible, cuesta hasta respirar. Ningún ser vivo querría vivir aquí.
La respuesta de Jake no consigue calmar a Ishtral que sigue muy atento a los charcos de agua sucia que nos rodean.
-Rothian, ¿puedo romper tu vestido? -pregunto acercándome a ella.
-¿Para qué?
-La parte baja de tu ropa está empapada y pesa mucho más, quizá por eso estás más cansada. Es como si estuvieras cargando unas pesas atadas a los tobillos.
-Tienes razón, ayúdame.
Le cojo sin preguntar la daga de mango dorado a Ishtral (la daga con la que atravesó mi manzana el día que nos conocimos) y le rasgo las ropas a Rothian dejando el largo de su vestido a la altura de las rodillas. Veo que Jake, disimuladamente, fija su vista en las largas y finas piernas de la princesa.
-Listo, verás como ahora te cuesta menos caminar.
-Gracias, Lyx. No os preocupéis por mí, ya podemos seguir.
Dicho y hecho, nos ponemos otra vez en fila, esta vez, es Ishtral quien la encabeza seguido por mí. Tras nosotros van Rothian y Jake. Creo que Jake ve a la princesa como una muñeca de cristal que podría romperse en cualquier momento por lo que tiene miedo de que le pase algo, claro, que también piensa que es una muñeca preciosa. Debería entender que es más dura de lo que aparenta.
Tan absorto va Jake en sus propios pensamientos que pisa un montón de ramas secas cubiertas por musgo. De repente, el terreno cede. Mi amigo grita, sorprendido por la debilidad del suelo y Rothian agarra firmemente su mano.
Ishtral y yo intentamos correr en su ayuda pero unas lianas se enrollan en nuestras extremidades.
Las plantas tiran de nosotros atándonos al sargento y a mí en los troncos negruzcos de dos árboles.
Del agujero del que cuelga Jake comienzan a salir hordas de ratas, grandes, peludas y con los dientes afilados y amarillentos. Invaden a mi amigo y escalan por las piernas de Rothian, mordiéndola, arañándola. Ella no suelta su mano. De su garganta se escapan gritos de dolor, siente a los roedores agarrar su busto y subir hincando sus uñas en el cuello. Una sensación de asfixia y náuseas la ataca y agobia. Jake, sintiendo lo mismo que ella, levanta una mano llena de marcas sangrientas de dientes y se libera del agarre de Rothian. Si ella lo suelta podría defenderse de los animales.
-¡JAKE! ¡NO!
Cuando él se suelta, Rothian cae al suelo, pataleando y luchando. Siente los colmillos hediondos clavarse en sus mejillas y frente y las patitas enredarse en sus bucles. No puede gritar, las colas de las ratas la ahogan.
Jake se precipita por un estrecho agujero hasta que ya no podemos oír sus gritos.
Ishtral intenta vencer la presión de las lianas, que comienzan a enredarse en su cuello, pero empieza a faltarle el aire.
La ramas escalan por mi cintura buscando mi cuello. Cuando llegan a él y rozan mis heridas negras como el carbón. Mis ojos se vuelven de un color ámbar oscuro. Siento la ira reventar mi cabeza y una voz que me susurra “acaba con todos, Lyx”. Levanto los ojos y veo en las ramas de un árbol una enorme telaraña que sostiene ocho patas peludas y un cuerpo de anciana. Sonríe mostrando su lengua larga y oscura.
Mis arañazos comienzan a sangrar derramando un líquido viscoso y grisáceo sobre las ramas, que comienzan a arder y reducir su tamaño al rozarlas mi sangre.

Capítulo 20

Con una fuerza que no sabía que tenía libero mis manos de aquella planta que me aprisiona y cojo el puñal de Ishtral, que aún tenía en mi poder desde que corté el vestido de Rothian. Corto todas las lianas y caigo varios metros en picado desde la copa del árbol al que estaba aprisionada por las ramas.
Me levanto y miro a mi alrededor: a Jake se lo ha tragado ese pozo sin fondo, Rothian lucha por sobrevivir contra decenas de ratas demasiado grandes y demasiado hambrientas, Ishtral empieza a perder la consciencia por la presión que ejercen las lianas en su caja torácica y su cuello y yo no puedo dividirme para ayudarlos a todos.
Decido socorrer primero al sargento pues pienso que la princesa puede aguantar un poco más.
Déjalos morir, Lyx. Son una carga. Tu único objetivo es matar al arquero, ¿recuerdas?” la voz de la anciana, que desde su red en el árbol observa cada uno de mis movimientos resuena en mi mente. Tiemblo al pensar en ello. No voy a abandonar a todos. Muevo mi cabeza rápidamente para eliminar esa siniestra tentación.
-¡Aguanta Rothian!, ¡enseguida te ayudo!
Lo que consigo a modo de respuesta son palabras ahogadas en una marabunta de ratas enloquecidas.
Me engancho la daga en el cinturón y comienzo a trepar. Gracias a haber vivido tantos años entre casas derruidas, escapando de la Guardia Real, no tardo mucho en llegar hasta el sargento. Me mira con las pupilas nubladas por la falta de oxígeno. Mis ojos arden en tonos naranja, muestra de que estoy furiosa y preocupada por la vida de mis amigos. Comienzo a cortar las lianas que abrazan mortalmente a Ishtral y éstas se abalanzan contra mí. Basta una mirada a esa planta para que mis heridas latan y todas las ramas que iban a atacar retrocedan. El sargento lo presencia todo casi inconsciente. Al cortar la que oprimía su pecho, una bocanada de aire rancio entra en sus pulmones devolviéndole parte de su energía. Cae sobre mí, como un peso muerto. Estoy a punto de caer pero consigo agarrarme a una rama. Con él en mi hombro, y a duras penas, alcanzo el suelo. Mientras dejo que Ishtral recupere un poco el aliento, miro asustada a Rothian, que ya no pelea. Corro hacia ella, gritando y con el puñal en la mano.
Mientras, el sargento, aún mareado, saca su revólver y dispara hacia la marabunta de roedores que ahogan a la joven hasta que se le agotan las balas.
No sé que voy a hacer, supongo que, como siempre, improvisar.
Las ratas, saciadas de la carne de la princesa, observan mi piel con hambre. Corren hacia mí. En ese instante recuerdo que, de alguna forma, las marcas que dejó en mí aquella araña asustaron a las lianas, quizá funcione también con estos roedores. Paro en seco viendo cada vez más cerca a las ratas. Alzo la daga y hundo la punta del arma en la herida de la clavícula. Un dolor punzante recorre todos mis nervios y escupo un grito desgarrador.
Saco el arma de mi carne. Caigo de rodillas y muevo el puñal empapado de la sangre grisácea que mana de esos arañazos hacia las ratas. Todas paran. El tiempo se detiene y veo a más cien ratas atentas a los movimientos de mi mano. Me levanto y los animales dan pasos hacia atrás. Yo avanzo y ellas retroceden.
Lanzo la daga hacia el centro de aquella masa amorfa de patas y colmillos ensartando a una que se retuerce con espasmos de dolor. Todas las demás se van alejando y huyen despavoridas en todas direcciones. En los segundos que dura la huida de las ratas, la marca del puñal en mi clavícula ya ha desaparecido.
Ishtral corre, ya casi recuperado, a mi lado.
-¿Cómo has...?
-No hay tiempo, Rothian nos necesita.
Mi tono de voz es firme y el sargento me obedece. Corremos hacia ella.
Aún respira, se ha desmayado por el dolor intenso de las mordeduras por todo su cuerpo. No hay pedazo de piel de la princesa que no tenga la marca de los dientes de las ratas. Su preciosa cara parece ahora un mosaico que hay que recomponer, sus manos, antes finas y delgadas, ahora están hinchadas y sanguinolentas. Su ropa, hecha jirones y todo ella, deshecha.
Ishtral se quita la chaqueta y se la pone bajo la cabeza a modo de almohada. Yo trato de tocarla pero con cada roce se estremece de dolor al acariciar sus heridas. La princesa Rothian está irreconocible y desfigurada.
Lloro de impotencia y el sargento me abraza para reconfortarme.
Entonces, oímos un silbido. Un sonido claro y muy largo. Todas las ratas que antes había espantado vuelven y ahora hay muchas más. Me echo a temblar, no puedo más. Miro hacia arriba y la araña ha desaparecido. Cientos o incluso miles de ratas nos atacan como una ola irrefrenable. Nos separan a los tres y veo cómo introducen el cuerpo desprotegido de Rothian en el pozo por el que había caído Jake. Intento moverme pero la avalancha de roedores me lo impide.
Oigo a Ishtral llamarme mientras que lo arrastran a él también a aquel agujero. La siguiente soy yo. Intento luchar pero me es imposible, la cantidad de animales me ahoga y simplemente me desmayo.

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