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jueves, 2 de junio de 2016

Capítulos 9, 10 y 11

Capítulo 9

Un grito muere en mi garganta. La sangre fluye como un río. Me levanto cojeando. Oigo los gritos de lejos, como velados. Todo es una pesadilla. De alguna forma soy consciente de que Jake corre hacia mí y de que Ishtral, tras perder al arquero, también viene en mi dirección. Subo la escalerilla. La Reina está arrodillada, temblando. Rothian ha sido escoltada por una parte de La Guardia a un lugar seguro. La sangre late en mi cabeza como mil martillos destrozándome. Matándome. Corro todo lo que puedo hacia el cuerpo frío de Pete. Es él quien se ha interpuesto entre la flecha y Su Majestad. El resultado de tal acto ha sido una maldita flecha clavada en su estómago. La hemorragia es demasiado grande. Su cuerpo está atravesado por estertores de dolor. Tiene los ojos desorbitados. Está aterrado. Tomo su cabeza entre mis brazos y le acuno obsesivamente. Le susurro que no le pasará nada. Que todo va a ir bien. No se si le miento a él o a mí misma.
-Lyx... - susurra Pete.
Yo por respuesta le abrazo más fuerte queriendo retener su vida entre mis húmedos y agarrotados dedos.
-Lyx... la nana que nos cantaba mamá...
-¿Qui...Quieres que te la cante?
-Por favor- su voz sonaba tan débil que me rompía por dentro.
-Solo si me prometes que no me vas a dejar sola, renacuajo- las lágrimas que marcaban mi cara caían en su boca agrietada.
Sus extremidades estaban heladas para concentrar más sangre en los órganos vitales. Su cuerpo luchaba por vivir pero el peso de la vida es demasiado grande para el pequeño cuerpo de mi hermano.
Me aprieta levemente el brazo. Empiezo a cantar.
Duerme mi amor, duerme mi amor
pronto te bañará la luz del sol.
Duerme pequeño, duerme pequeño
que la luna custodia tu sueño.
Duerme mi vida, duerme vida mía
que yo seguiré aquí cuando despunte el día.”

Pete es un mentiroso. Me prometió que si le cantaba, él viviría y, sin embargo, ni siquiera ha oído los dos últimos versos.
Se me cae el mundo. Siento las manos de Jake y de Ishtral intentando separarme de mi hermano y lucho por evitarlo pero un estado de shock me anula.
Me levantan como si fuera una muerta en vida. No siento nada. No pienso en nada. No quiero nada.
En mi cabeza solo fluye la imagen del día en que nació Pete, cuando mi padre me llevó donde estaba mi madre con el pequeño en los brazos. “Éste es Pete, Lyx. Es tu hermano y vas a tener que cuidarlo muy bien, ¿me lo prometes? - te lo prometo, mamá”
Lo siento mamá, no cumplí la promesa. Adiós Pete.

Capítulo10

Han pasado dos meses desde aquello. Durante ese tiempo, la Reina me alojó en Palacio y habilitó una pequeña posada que llevaba años cerrada para que Jake y los demás huérfanos pudieran resguardarse. No sé si aceptaron abandonar nuestra preciada zona sur. Tampoco me importa. Lo que más necesito es a Pete y es precisamente lo único que no puedo tener.
En el transcurso de esos días, la princesa Rothian venía todos los días a mi alcoba y me leía libros. Yo, mientras, escuchaba como ausente, con la mirada perdida en el cielo. Ishtral no vino a verme. Jake quiso ver cómo estaba pero pedí que no se acercara a mí.
Le odié. Odié a Jake por no proteger a mi hermano, que es lo que debía hacer. Odié a Ishtral por no atrapar al cerdo que lanzó la flecha. Detesté al arquero por asesinar a Pete. Aborrecí a la Reina por no morir ella, que es quien debería haberlo hecho. No obstante, y por encima de todo, me odié a mí misma por detestar a los demás; sabía que a Pete no le gustaría que me comportara así.
Ya ha llegado el mes de julio con sus largos días y un calor que lo domina todo.
Se acabó el lamentarme. Me levanto y me visto por primera vez en dos meses. Pienso atrapar a ese arquero cueste lo que cueste y clavarle una flecha en su asqueroso y putrefacto estómago.
Salgo de la habitación y camino lentamente hacia el comedor, donde la Reina está desayunando junto a la Princesa.
Abro la puerta de golpe, sobresaltando a Ishtral que es quien custodia la seguridad de la sala. Me mira apenado. Veo culpabilidad en sus ojos.
-Estoy bien, sé que no fue tu culpa- le susurro al pasar a su lado pero no le miro a la cara.
-Lyx, querida...- comienza Su Majestad.
-Ven, Lyx, desayuna a mi lado- dice la princesa con su mejor sonrisa. Ella me ha brindado durante estos dos meses una amistad que yo no estaba en condiciones de agradecer. Ahora lo hago, gracias Rothian.
Desayuno en silencio, escuchando la charla intrascendente de madre e hija. Siento la mirada de Ishtral clavada en mi nuca. Acabamos el desayuno, que me resulta insípido.
-Bueno Lyx, ¿ qué tal est...?
-Dime dónde puedo encontrar al arquero- mi voz suena ronca cuando interrumpo a Rothian, que se queda callada y desvía la mirada. Oigo que Ishtral da un paso hacia delante.
-Majestad, por favor, necesito respuestas: ¿quién era? ¿De dónde venía?
Silencio. Todos miran al suelo. Siento una sensación de furia bullir en mi interior.
Me levanto golpeando la mesa.
-¡Maldita sea! ¿¡ Por qué nadie quiere decirme nada!? Es frustrante. ¿Creéis que no podré soportarlo?, ¿eso creéis? Pues estáis muy equivocados, estúpidos Bobos Reales- al decir el sobrenombre con que se refería Pete a la Guardia Real se me quiebra la voz. Me siento de nuevo, con las manos tapando mis ojos hinchados de tanto llorar.
-La flecha que atravesó a tu hermano llevaba el emblema de Pryon.
-¡Mamá!- reprocha Rothian preocupada por mí.
-Calla hija, debe saber todo lo que hemos descubierto.
Miro a Su Alteza y la princesa toma mi mano para darme ánimos.
-Lyx -empieza la Reina-, Arala ha vivido los últimos años sumida en un acuerdo de paz muy frágil con el país que se encuentra justo debajo: Pryon. Tanto su rey como yo sabemos que cualquier cosa podría provocar una guerra, el problema es que estoy segura de que él la desea. La flecha que iba dirigida a mí tenía el emblema de la familia real de Pryon, además, el Sargento Blood , en su persecución tras el arquero, dijo que vio en su mano la marca que todos los espías Pryoranos llevan. Quieren que sepamos que han sido ellos, que contraataquemos y así ellos tener la excusa perfecta para declararnos la guerra. En una contienda así morirían miles de inocentes y créeme si te digo que Arala tiene más posibilidades de perder. Su ejército es más fuerte, sus espías mejor entrenados y sus armas, mucho más mortíferas. Estoy discutiendo con mis consejeros qué hacer ahora, qué paso dar.
-Iré a Pryon.
-¿¡Qué!? No, no puedes Lyx, te matarán- la angustia era palpable en la voz de la dulce Rothian.
-He dicho que iré a Pryon y es lo que voy a hacer- me libero de las temblorosas manos de la princesa y me levanto de golpe. Al girarme veo a Ishtral con la mandíbula tensa y el puño cerrado con demasiada fuerza. Se está conteniendo.
-Supuse que dirías eso, pequeña Lyx. No me dejas otra opción. ¡Guardias, prendedla!
Una avalancha de soldados sale de la nada y me reducen con facilidad a pesar de mis intentos de huir, de las patadas al aire, de los puñetazos dirigidos a nadie en concreto y de los mordiscos.
Una vez amordazada, fue Ishtral quien cogió la cuerda para llevarme a una celda.
Caminando por el húmedo pasillo que lleva al calabozo, le susurré algo que sé que le dolió puesto que cerró con fuerza el puño y sus hombros perdieron la compostura y firmeza que solían tener.
-¡Jamás te perdonaré, sargento!
Eso le susurré, saboreando el veneno que se escurría entre mis dientes y mi lengua.

Capítulo 11

Me sangran los nudillos de golpear las paredes y los barrotes de la celda. Todos los días venía la Reina a preguntarme si había cambiado de opinión sobre lo de ir a Pryon. Mi respuesta siempre era la misma: una mirada de desdén.
Hoy, ya casi a finales de julio, aparece ante mí Ishtral.
-¡Alabados sean los dioses! ¡Si es el magnífico y valeroso Sargento Blood!-comento irónicamente mientras me acerco a los barrotes que me separan de él.
-Lyx, por favor...- dice lentamente tomando mi mano a través de las rejas.
-No me toques. Te lo advierto -jamás me he sentido tan furiosa, me sentía traicionada por él. Había confiado en Ishtral como nunca lo había hecho en otra persona y fue él mismo quien me arrastró a este agujero de podredumbre que devora una parte de mí cada noche.
-Lyx, con la carita tan dulce que tienes hay que ver el miedo que das.
La voz de Rothian llena el pasillo. Se pone al lado de Ishtral que no deja de mirarme. Ella se quita su velo de gasa azul dejando al aire sus preciosos bucles castaños, sus ojos pardos y su nariz bañada por algunas pecas azuladas. Sonríe.
-¿Que quieres, Princesa? -digo con el tono de voz más neutro que pude.
-¿También estás enfadada conmigo?
-Oh no, claro que no, me voy a enfadar con los árboles porque son unos aburridos, nunca se mueven. Contigo nunca, Princesa.
Ishtral sonríe un poco.
-¿Tú de qué te ríes, Bobo Real?
Se le borra la sonrisa. Eso está mejor.
-Lyx, ¿quieres dejar de lanzar veneno por la boca y dejarme explicarte por qué estoy aquí?
Hago una reverencia patética para invitarla a comenzar su perorata.
-Lyx, mamá no fue la única que supuso que querrías ir a Pryon. Recuerda que he sido yo la que ha estado a tu lado durante aquellos dos meses de lágrimas y amargura. He llegado a conocerte lo suficiente como para saber que tendrías la intención de vengar la muerte de su hermano.
-Brillante deducción, ¿has acabado?
-No. Déjame seguir. Por eso, cuando se lo comenté al Sargento Blood, él me dijo que te acompañaría -miré a Ishtral y él sostuvo mi mirada hasta que Rothian continuó-. Pasé noches en vela pensando en ti, en tu pobre hermano, en mi madre y en Pryon. Sé que mamá acabará llevando al país a la guerra como sé que yo puedo evitarlo. He decidido que iré contigo a Pryon. Voy a hablar con la familia real pryorana para llegar a algún tipo de acuerdo de paz.
-¿Hablas en serio, Rothian? -me asombra la determinación de la joven que solía parecer tan frágil como una muñeca de cristal.
-Sí. Aún así sé que mi madre jamás me permitiría llevar a cabo esta empresa porque piensa que sigo siendo la niña pequeña que se tropezaba con los bordes del vestido. He pensado en huir esta noche. El sargento Blood hará el turno de guardia de tu celda a eso de las once y media de la noche. Te sacará y nos reuniremos en el bosquecillo que mi madre usa como coto de caza, a las afueras de Arala. Allí he enterrado cuatro mochilas para bajar a Pryon. ¿Estás conforme?
-¿Cuatro mochilas?
-Tu amigo, el que me odia, también viene -menciona Ishtral notablemente molesto por la presencia de Jake en el plan.
-De acuerdo, gracias Rothian.
-Gracias a ti, Lyx. Tu valor me ha hecho abrir los ojos. Es hora de comportarme como una verdadera princesa y salir de esta jaula de oro.
Dicho ésto se va. Ishtral se dispone a seguir sus pasos cuando agarro una de sus mangas.
-Siento todo lo que te he dicho y más te vale que aceptes mis disculpas a la primera porque me cuesta mucho pedir perdón y ten por seguro que no voy a repetirlo. Además, no todo ha sido mi culpa, tú me provocaste,¿quién te mandaba traerme atada y a rastras a este agujero?
Él dibuja una media sonrisa, toma mi mano derecha y la besa.
-Disculpas aceptadas.

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